Mucho se habla sobre el estrés en estos días. En su mayoría, asociado a un estado absolutamente negativo.
Sin embargo, si aprendemos a gestionarlo de manera consciente y evitando que el mismo, se convierta en una situación crónica, puede servirnos como impulso para lograr alcanzar nuestros objetivos.
El estrés es la respuesta que naturalmente se nos presenta, ante determinados “estímulos” que varían notablemente entre cada ser humano. Es una reacción normal y hasta necesaria en nuestras vidas.
En esta edición voy a dejar algunos tips, para que puedan agregar en su día diario y que éste no decante en ese “Temor” del que todos queremos escapar.
¿Cómo se manifiesta el estrés en un ser humano?
Se considera estrés, al mecanismo que se pone en funcionamiento cuando una persona se ve envuelta por un exceso de situaciones que superan sus propios recursos.
La base de esta variante entre cada persona, depende de las capacidades de resolución ante las experiencias vividas previamente, de las propias herramientas adquiridas por cada individuo, más la firme convicción de sentirse incapaz de lidiar con el problema en cuestión, entre otras.
Existe una gran diferencia entre el estrés que nos mueve hacia aquello que debemos “resolver”, para continuar con nuestras vidas normalmente y que además se mantiene por un breve período de tiempo, y el “Estrés crónico”.
El primero, como citamos anteriormente, si está bien gestionado hasta podría convertirse en un desafío personal.
Por el contrario, el estrés crónico, es aquél que nos deja en un continuo estado de alerta por un período mucho más extenso. Sin la posibilidad de realizar un corte que nos permita volver a la sensación de calma y de reconexión con nosotros mismos.
Es aquél que podría atacar nuestro sistema inmunológico, debilitándolo y dejándonos vulnerables ante cualquier enfermedad. Afectando nuestra capacidad para descansar normalmente o alterando nuestro foco y atención, y que en ocasiones disminuye esa hermosa capacidad de sentir placer.
¿Cuáles son los síntomas que generan el estrés crónico?
Los síntomas que generan el estrés crónico, son tan variables como los estímulos que lo dispara.
Una mudanza, la pérdida de un ser querido, el famoso “Burn Out” o estrés laboral, el nacimiento de un hijo, un ascenso en el trabajo y hasta la planificación de un viaje deseado, se perciben de manera diferente entre cada uno de nosotros.
Comprendiendo las diferencias entre ambos tipos de estrés, vamos a poner manos a la obra.
¿Qué podemos hacer para gestionarlo y evitar que éste se vuelva crónico?
Primero debemos aprender a auto-observarnos. A escucharnos y a percibir cuando entramos en este estado y adicionalmente, es importante registrar cuáles son nuestros propios síntomas y los estímulos que lo disparan.
A partir de allí, te propongo que pongas en práctica algunas de las siguientes acciones:
-Incorporá varios “brakes” dentro de tu rutina diaria, mediante los cuales puedas desconectarte de aquellas tareas que estás realizando. Particularmente de esas que percibís como repetitivas y agobiantes. Podes tomarte cinco o diez minutos, cada dos horas, para cambiar de lugar, caminar un rato, prepararte un café o cualquier otra actividad que no requiera de una gran concentración.
-Establecé prioridades. Cuando te sientas tapado de “cosas”, preguntate: “¿Qué de todo lo que estoy haciendo es realmente urgente y qué no?”
Soltá la autoexigencia de querer terminar todo perfecto y ya.
Hay cosas que simplemente, pueden esperar.
-Aprendé a poner límites sanos a los pedidos desmedidos externos y reacomoda tus tareas de manera consciente, para que puedas dejar de actuar sólo por inercia.
-Practicá regularmente algún deporte que te guste. Esto te ayudará no solo a descargar las tensiones acumuladas, sino que además será muy beneficioso para mantener un buen estado de ánimo. Y si no encuentras placer en ningún deporte, podes realizar caminatas de 30 minutos con alguna música, podcast o inclusive audiolibros que sean de tu interés.
-Procurá pasar tiempo en contacto con la naturaleza. Desde disfrutar de los colores de un atardecer, o caminar descalzo en el pasto. Unos momentos cerca del rio, del mar, del campo. De contemplar el cielo lleno de nubes pasando. De sentarte en una plaza, sólo para ver el vuelo de pájaros.
-Conéctate con aquellas personas que te hacen sentir bien y compartí tiempo de calidad. Pregúntales ¿Qué sienten? ¿Qué los hace sentirse bien? Y compartiles qué te hace a vos sentirte bien. Dejá el speach de aquello que te estresa, en el lugar que pertenece. No te lo lleves de paseo a todas partes.
-Evitá la queja continua y la victimización. Ambas, te alejan de tu potencial y de todo aquello de lo que realmente sos capaz de crear.
-Escuchá esa música que te gusta, ¡bailá y/o cantá! No importa si lo haces bien o mal. Aunque no lo creas, son actividades sumamente simples, pero altamente liberadoras.
-Evitá la Hiperconectividad tecnológica y la sobreinformación.
-Aprendé a estar presente en tu propia vida. A hacer una cosa a la vez.
Está comprobado que el famoso “Multitasking” no sólo no existe, sino que además entrena a tu mente para saltar como una rana, de una actividad a la otra, disminuyendo notablemente tu capacidad de concentración.
-Aprovechá esa maravilla que entra y sale de tus pulmones, manteniéndote vivo y aprendé a respirar de manera “consciente”, para gestionar tus emociones y volver cada vez que lo necesites, a un estado de calma.
Y por último, pero no menos importante: aprendé a abrazarte y a aceptarte, con amor y compasión.
Con tus fortalezas y tus debilidades. Sabiendo que sea cual sea tu situación estresante actual, estás dando lo mejor de vos, aprendiendo lo que te toca aprender y evolucionando, a tu ritmo y con tus propios tiempos. ¡Eso ya es muchísimo!
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por CEDOC
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