El seguro nació en la industria marítima, ya que muchos comerciantes dados las inclemencias del tiempo o los piratas podía caer fácilmente en banca rota con la pérdida de su carga. Para atomizar ese riesgo cada uno entregó parte de su dinero a un organizador, para que en caso de alguno sufriera esas circunstancias, se hacía de dicho dinero salvándose de la quiebra. En los seguros de vida, las personas cuando envejecían eran cuidados y solventados por sus hijos, lo que empezó a complicarse con el armado de las grandes ciudades y con la migración de estos hacia ellas, esto dio paso a la necesidad de una previsión ante un ausencia anticipada o enfermedad.
En la Argentina hay muy poca cultura aseguradora, ya que inconscientemente la gente cuando escucha seguro piensa en pelea, no en protección. Se piensa pelea, porque cuando ocurre el llamado siniestro (fallecimiento, enfermedad, robo o destrucción del objeto asegurado) es ahí donde se lee la famosa letra chica y obviamente quien redacta el contrato es la aseguradora y las condiciones son siempre más favorables a la compañía o simplemente el desconocimiento de las condiciones pactadas dan una falsa creencia de protección. Es ahí donde ante el conflicto se consultan abogados o especialistas, con diferentes resultados.
El verdadero empoderamiento del asegurado comienza desde el día 1, donde pensamos: ¿Que quiero proteger? la vida, la salud, una casa un auto o un determinado bien. ¿Qué perdida puedo soportar? y que pérdida necesito transferir el riesgo a otra persona o en este caso a una aseguradora. (en caso de los seguros de vida, nunca se podría asegurar lo que representa emocionalmente la ausencia de ese ser, sino lo que genera económicamente para la solvencia de la familia). ¿Cuánto estoy dispuesto a pagar? y lo más importante no que me cubre, sino que no me cubre. Todo ello se encuentra en las Condiciones Generales de Seguros, en las Condiciones Particulares y sobre todo en el Certificado Individual de Cobertura. Esta documentación en los seguros individuales se entrega fácilmente, lo que no ocurre así en los seguros colectivos, que tenemos contratados y muchas veces desconocemos. Por ejemplo, voy a una casa de electrodoméstico y compro una licuadora en cuotas, dentro del contrato financiero va a existir un Seguro de Vida de Saldo deudor, para que en caso de fallecimiento se abonen cuotas pendientes. Así existen Seguros de Vida Colectivos que se pueden detectar fácilmente en recibos de Sueldo ya que las primas se descuentan automáticamente, en débitos automáticos en cuenta bancarias o tarjetas de créditos, en préstamos hipotecarios y prendarios.
El seguro de vida no solamente cubre ante el fallecimiento, sino posee coberturas adicionales por enfermedad o accidentes, que mucha gente ignora y en caso de suceder tampoco saben cómo accionarla y los tiempos para hacerlo. Debido a la contratación compulsiva de estos seguros colectivos de vida, con escasa información, donde no se entregan debidamente los certificados de coberturas, dan oportunidad de ofrecer nuestros servicios profesionales para el asesoramiento, gestión y resolución de siniestro, interactuando como intermediarios frente a compañías tanto en la Argentina, Chile y en España, haciendo que gestión sea fácil y sencilla para nuestros clientes con excelentes resultados.
Antes de la Pandemia ya habíamos desarrollado un sistema de gestión a distancia, lo que se potenció mucho más con la llegada de esta, garantizando la seguridad de datos y procesos en cada paso desde nuestra plataforma virtual.
Fdo. Alvaro Alzogaray – CEO de Alzogaray & Asociados S.A. CUIT 30-71591432-4 Oficinas en Uruguay 520 piso 4 oficina 7 CABA Teléfono 113990-7000 www.a-asociados.ar
por CEDOC
Comentarios