Friday 6 de December, 2024

EMPRESAS Y PROTAGONISTAS | 18-07-2023 10:06

Federico Lucio Godino: el heredero de una tradición penalista

El abogado penalista y docente de la UBA nos cuenta cómo fue su formación y su trayectoria en el ámbito del derecho penal, y qué lo impulsó a escribir su libro “El juicio oral en el proceso penal”.

¿Qué lo motivó a escribir su libro sobre el juicio oral en el proceso penal? y ¿Qué aspectos prácticos considera más importantes para los abogados que participan en este tipo de juicios?

Estoy involucrado con el desafiante mundo del derecho penal desde que era muy pequeño, gracias a mi padre -Rubén Godino-, quien fue un prestigioso abogado penalista, al cual acompañé a numerosos juicios orales, primero, como estudiante de derecho y luego como abogado y socio del estudio.

Así, pude experimentar el hermoso y hostil camino de la profesión del litigante, y ello fue mi mayor motivación para dar a conocer desde lo académico, los desafíos a los que debe someterse un abogado penalista cuando tiene que afrontar un juicio oral. Más aún, cuando hay muchos libros de litigación, pero pocos desde la óptica práctica del abogado litigante.

El juicio oral es el momento más esperado para el penalista. El más emocionante, sin dudas. Escribir el libro de “El juicio oral en el proceso penal” fue la necesidad de contar, desde mi experiencia, todos aquellos momentos que atraviesa el litigante, en el que debe desplegar sus conocimientos jurídicos y estratégicos, pero con la diferencia, que en muchos casos se encuentra en juego la libertad del cliente.

Por eso, considero que los aspectos prácticos más importantes en estos tipos de juicios para tener en cuenta van desde la preparación previa al juicio oral; desarrollar una buena estrategia; la posibilidad de deducir algún planteo nulificante; el poder advertir que tipo de prueba es fuerte o débil para su caso; desplegar con eficiencia y utilidad las reglas de la litigación oral, y la autosuficiencia del alegato oral final. 

¿Cómo es su experiencia como docente en la Facultad de Derecho de la UBA? y ¿Qué desafíos y satisfacciones le ha traído la enseñanza de la Práctica Profesional Penal?

Inicié mis pasos como docente de la Practica Penal Profesional de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires en el año 2009, donde primero me desempeñé como ayudante durante ocho años y medio, y luego, en el año 2017 las autoridades me nombraron Jefe de Comisión, titular a cargo de un curso con orientación y especialización en la práctica del derecho penal.

Así como gran parte de mi experiencia ha sido gracias a mi padre, también se lo debo a la docencia, ya que en la comisión en la cual estoy a cargo, no sólo se aprende derecho penal desde el plano teórico, sino que también desde lo práctico. Es decir, trabajamos con causas penales reales, donde asistimos jurídicamente a personas -imputadas y/o víctimas- de escasos recursos que no pueden abonar los honorarios de un abogado privado.

Los tiempos cambian, y los desafíos que tengo como docente son muchos aún, pero sé que estoy en la dirección acertada.

Si bien, las satisfacciones son difíciles de explicar en pocas palabras, la realidad es que nunca busqué ser docente, al contrario, fue por casualidad, y hoy en día es parte de mi vida, a la cual le debo mi conocimiento, experiencia y felicidad.

¿Qué dificultades o controversias ha enfrentado o espera enfrentar en su ejercicio profesional?

El ejercicio de la abogacía es una lucha diaria en contra del sistema penal. Los que somos litigantes vemos a diario resoluciones de algunos jueces y fiscales alejadas de la realidad y también del propio derecho penal, por eso, siempre remarco en las clases qué importante y eficaz sería que todos los operadores de justicia, antes de ocupar cargos importantes, hayan al menos litigado un tiempo de su vida. Sin embargo, ello no sucede en la mayoría de los casos. 

Estamos en momentos difíciles para la justicia penal, y la realidad, es que la sociedad no sólo descree de la justicia, sino también del ejercicio profesional del abogado.

La profesión del abogado es intensa y fluctuante, así como me ha permitido vivir momentos únicos y soñados, con resultados totalmente satisfactorios; también he tenido que enfrentar momentos no gratos, como por ejemplo cuando no se logra conseguir la libertad de un cliente. Sin embargo, ello no debe desmotivarnos, al contrario, hay que seguir por la luz que nos sigue guiando el camino elegido.

Por eso, sostengo que la misión como profesionales del derecho es trabajar honestamente, dentro del marco de la ley y siempre en pos de las necesidades e intereses de nuestros clientes. Nunca hay que claudicar.      

por CEDOC

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