Cuando la búsqueda de la maternidad y paternidad no resulta como se pensaba suele convertirse en un camino con muchos obstáculos y desafíos, algunos de los cuales resultan muy complejos de afrontar sin ayuda.
Desde el momento inicial de recibir el diagnóstico de infertilidad, y comenzar a ir a un centro de fertilidad es lógico y esperable que empiecen a atravesarse situaciones de impacto emocional que muchas veces van acompañadas de estrés y desgaste psicológico. Desde el momento inicial en que la concepción espontanea no se da, es un proceso con muchas emociones involucradas, donde se pone el cuerpo y donde lo emocional y psicológico están presentes en cada uno de estos pasos.
Por todo esto es frecuente que aparezca tristeza, dolor, miedo, incertidumbre y que la calidad de vida empiece a verse afectada. Pero ¿cuándo estos procesos “normales” dejan de serlo y es momento de pedir ayuda?
Desde Bienestar en Fertilidad observamos algunos indicadores, que pueden funcionar como señales de alerta, de alarma, donde sugerimos acercarse a un/a profesional especializado o a nuestros talleres para poder afrontar este camino de la mejor manera posible.
Algunas posibles señales de alerta:
- cuando aparece sensación de soledad, de sentirse no comprendido y no acompañad@
- cuando la persona empieza a aislarse y rechazar los vínculos sociales que antes mantenía, y evita reuniones sociales, laborales, familiares, etc.
- cuando los tratamientos de fertilidad y la búsqueda de un embarazo empiezan a afectar la calidad de vida en forma excesiva.
- Cuando lo que antes se disfrutaba ya no tiene sentido, ya no genera placer y se pierde el interés por actividades que antes sí eran de importancia.
- cuando afecta la vida en pareja, y aparecen conflictos sobre el tema que no logran resolverse, y la sexualidad perdió sentido como fuente de placer y conexión y sólo cumple fines reproductivos.
- cuando se están teniendo dificultades para tomar decisiones en el proceso, sea dar un nuevo paso o decidir dejar de intentar.
- cuando la angustia, la ansiedad, el llanto, la despesperanza, el miedo, provocan tanto malestar que empeiza a afectar la calidad y se dificulta la regulación de estas emociones inherentes al proceso.
- cuando tramitar los duelos que los tratamientos poseen se hace muy difícil.
- cuando se toma medicación psiquiátrica (recomendamos hacer una consulta con el/la psiquiatra tratante)
- cuando el estado de ánimo es deprimido la mayor parte del día, casi todos los días.
- cuando se registran cambios en el sueño (insomnio o dormir en exceso) y/o cambios en la alimentación (se come en exceso o se pierde apetito)
- ante la sensación de pérdida de control muy elevada, culpa, irritabilidad excesiva.
- cuando no hay proyectos ni independientes ni de pareja (si la hubiera) y ya nada tiene sentido si no se logra un embarazo.
Proponemos estar atent@s a estas señales de alarma, y acercarse a un@ profesional. Sugerimos profesionales especializados en la temática ya que están formados para distinguir qué es lo esperable y qué debe ser abordado rápidamente en estos procesos, sumado al conocimiento sobre lenguaje médico y técnico que muchas veces ocupa gran parte de las sesiones de terapia. Es importante sentirse cómodo y tener un vínculo empático y de confianza.
Lic. Cecilia Lukaszewicz y Lic. Patricia Méndez Torterolo.
www.bienestarenfertilidad.com.ar
@bienestarenfertilidad
También te puede interesar
por CEDOC
Comentarios