La obra de Prudencio Hernández enriquece la mirada de las personas que sin apuro permanecen frente a ella contemplando. Las sucesivas trasparencias penetran la tela y destacan la imagen. No hay nada de ingenuo en la resolución plástica que propone, todo está pensado y se forja trabajando la pintura. Pero sí, hay una inocencia que está presente y sobrevuela el sentido de la composición. Prudencio sabe que en la realidad se transita en un mundo donde sobrevive el más fuerte y sin embargo, en sus pinturas, no existe la cólera. Una y otra vez profundiza en una creación donde los personajes solitarios anhelan comunicarse.
- Prudencio, a lo largo de los años: ¿cuál es el tema que se continua en sus obras?
Las obras reflejan mi vida. Puedo ubicar un ángel que sobrevuela la imagen, pero por debajo no dudo en anclar las formas que fortalecen la estructura del cuadro; quiero volar aferrado a formas concretas. Yo sueño todas las noches con situaciones agresivas, donde diferentes fantasías me ponen al borde de la muerte
- Sin embargo, nada de eso se refleja en mí obra, porque busco expresar siempre la suavidad de la vida a través de pasajes tonales.
Esos pasajes quizás sean una sublimación del terror interior. Quizá pinte una línea oscura en consonancia con la pesadilla nocturna, pero enseguida triunfan los pasajes intermedios que ensalzan la luz y la búsqueda de la poesía.
- ¿Qué artista ha sido su guía o a quien más ha admirado?
Siento un gran amor por la pintura de De Chirico. La soledad que él propone no es tristeza. Sí, una elección imponente de su aislamiento. De él podría muy bien decir lo mismo que veo en mi propia pintura: son imágenes que destacan el anhelo de comunicación. La obra invita a ver el mundo con ojos de artista.
- ¿Cómo logró combinar su trabajo empresarial con la pintura?
¡Es la vida!, ¡es la vida!; A la vida no se la dirige. Ella te pone ante diferentes situaciones, y debes seguís adelante. Yo vivo atravesando mis miedos. No me quedo quieto.
De Prudencio Hernández, el reconocido curador independiente, Lic. en Historia de las Artes y Master en Cultura Argentina, Julio Sapollnik, quien fuera director del Palais de Glace y becado por Fulbright Comissión en The Museum of Modern Art, New York, dice: “no necesita copiar la realidad, inventa un mundo propio donde se relacionan formas, colores y personajes. La preponderancia de su estética está en la presencia del cielo, algo que lo conmueve tanto en la naturaleza como en los cuadros. Esa representación de la bóveda infinita invoca su creencia en el mundo celestial”.
www.prudenciohernandez.com
FB: prudenciohernandezarte
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por CEDOC
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