Thursday 28 de March, 2024

EMPRESAS | 01-03-2023 07:07

Otra ola millonaria

La revolución en una industria ya globalizada plantea desafíos a los gigantes y canaliza fondos para nuevas plataformas.

El último giro en danza de millones que viene acompañando cada vez con más intensidad al proceso de innovación tecnológica desde hace cuatro décadas puede convertirse en un salto cualitativo: la adopción de programas y herramientas vinculadas con la inteligencia artificial (IA). Según datos del Observatorio de IA de la OCDE, durante 2022 se invirtieron US$ 127.500 millones, de los cuales más de la mitad (55%) corresponde a firmas de Estados Unidos y China. Esta cifra representa un alza del 27% con respecto al año anterior y se prevé que durante los próximos tres años la tasa de aumento seguirá a ritmo sostenido: 26% anual en dólares.

Los receptores de esta lluvia de dinero son fondos de riesgo que invierten en proyectos vinculados a nuevas tecnologías de mediana maduración y que muchas veces requieren el concurso de varias compañías a escala global.

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El último emergente de esta tendencia fue la irrupción del ChatGPT (generative pre-trained transformer) que alcanzó el récord de 100 millones de usuarios registrados en sólo 60 días (el primer millón le llevó sólo dos días). La innovación utiliza un algoritmo, entrenado sobre 300.000 millones de palabras y 570 GB (Gigabytes) de registros de datos. De esta manera le permite generar respuestas en un chat (sin incluir vínculos u otros formatos más trabajosos de revisar), devolver búsquedas de información utilizando registro de voz y un sinfín de aplicaciones de fuerte impacto en la vida diaria. “La inteligencia artificial no es una novedad, pero con la irrupción del ChatGPT pasó a estar al alcance de cualquier usuario y la revolución que se venía gestando fue más visible”, explica el consultor Enrique Carrier, cuyo newsletter sobre tecnología de la información, medios y conectividad es de los más leídos del mercado local.

El programa fue desarrollado por OpenAI, una empresa que tiene entre sus socios estrella a Microsoft, que ya anunció que la inversión inicial allí por US$1.000 millones la multiplicará por 10 en los próximos años. No es la única: Alfhabet (Google) y las chinas Alibaba (compraventa) y Baidu (buscador) siguen en ese camino. Google lanzó algo parecido al GPT, el Bard; Baidu hará lo mismo el mes próximo lo propio con Ernie Bot, por ejemplo. Pero para la compañía fundada por Bill Gates, el éxito tiene sabor a revancha porque había perdido la carrera de buscadores frente a lo que todavía es el estándar del mercado: Google. Ahora anunció que su buscador Bing contará con una nueva versión que utilizará la IA del ChatGPT, potenciando su uso.

Para 2023 las tendencias en materia de IA va desarrollándose a un ritmo inusual: hay una nueva versión del GPT: el GPT-4 que, aseguran, será 500 veces más potente y estará enfocada en el desarrollo de modelos de lenguaje natural y la generación de videos. “En realidad el único condicionante de estos avances es la enorme capacidad de procesamiento de datos que van precisando estos nuevos programas y que van encareciendo su propio desarrollo casi hasta diez veces más” aclara Carrier. Se verifica en las inversiones que los grandes jugadores de este mercado (Google, Amazon, Microsoft) tienen que realizar en infraestructura y desde allí incursionan en el mercado de alquilar capacidad ociosa.

Jaque

Las innovaciones siempre traen un período de transición en que todavía hay factores que no están claros y el proceso de ensayo-error no termina de arrojar los resultados definitivos. A diferencia con otras irrupciones masivas en las formas de producción, esta oleada tecnológica afecta más a puestos de trabajo calificados. Todavía no hay una estimación clara pero el hecho que el fantasma de la destrucción de empleos por un cambio de paradigma que aumenta la productividad de los que queden trabajando, sobrevuela oficinas, call centers, agencias y redacciones, en lugar de fábricas. En las estadísticas de la OCDE los cuatro sectores que más están derivando recursos para desarrollos en IA son el automotor (y otras ramas de movilidad), servicios de salud, vinculados con contabilidad y negocios y medios de información (por alterar la configuración de la publicidad online, por ejemplo).

El otro sector en el que estos avances plantean un desafío colosal es el de la educación, tanto secundaria como universitaria. Un segmento que, si bien no es considerada una “industria”, está formado por profesionales formados con otra “tecnología” y cuya difusión masiva la pondrá al alcance de los estudiantes mucho antes que los docentes y más aún, las estructuras curriculares, lo validen como un instrumento que potencia la capacidad de aprendizaje.

Amenaza o desafío. En un informe destacado de la consultora internacional McKinsey sobre la evolución de la IA en la última década, destaca que desde 2017 se duplicó la cantidad de empresas que en sus encuestas globales afirman que la utilizan como base de sus negocios en algunas de sus áreas: pasó de 20% a oscilar entre 50% y 60% según los casos. La función en que resultó más útil fue el de la optimización de los servicios operativos y luego la de creación de nuevos productos basados en posibilidades que brinda la IA. Pero existen otras aplicaciones que ensanchan el apalancamiento de la inversión en la materia: funciones del marketing (segmentación de clientes, análisis de clientes o adquisición de clientes para la base comercial).

Una revolución que, a diferencia de las anteriores, implosiona el mercado por dentro.

 

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Tristán Rodríguez Loredo

Tristán Rodríguez Loredo

Editor de Economía.

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