Esta tarde, Alberto Fernández tiene cita en Olivos con su mesa de asesores científicos en la lucha contra el Coronavirus. La idea es terminar de confirmar, con datos epidemiológicos actualizados y chequeados, la idea presidencial de prolongar la cuarentena obligatoria y general al menos hasta fin de mes. A pesar del intenso (y atendible) lobby de diferentes sectores, empresarios, sindicales y sociales, que reclaman un relajamiento del aislamiento social para resguardar la economía, el Gobierno ya decidió mantenerse en su postura de privilegiar el famoso “aplanamiento de la curva de contagios”.
Pero para ganar tiempo ante la creciente ansiedad social frente al encierro, el Presidente está apostando a un plan que parece inspirado en la famosa Paradoja de Zenón, el filósofo de la Antigua Grecia que imaginó una hipotética carrera del veloz Aquiles contra una tortuga, para demostrar la falsa ilusión del movimiento. Aunque su teoría fue refutada por la matémática y la física modernas, la fábula en la que Aquiles nunca termina de alcanzar a la tortuga sigue fascinando como relato filosófico. Y también sirve para pensar el arte del timing político en tiempos de Coronavirus.
El presidente argentino se está apoyando en este truco del viejo Zenón para manejar la percepción de la población sobre la dura cuarentena que queda por delante. El plan es hacer dos cosas contradictorias al mismo tiempo: reforzar la cuarentena mientras se la relaja. Para eso, una medida clave es ir extendiéndola pero de a tramos cada vez más cortos, como en la carrera de la tortuga griega, monitoreando la curva de propagación y víctimas del virus, hasta que el peligro de catástrofe humanitaria se haya finalmente disipado.
El proceso puede llevar meses, salvo que en el camino aparezca un protocolo de medicación seguro y de alta eficacia contra el Covid-19. Pero es imposible mantener la disciplina ciudadana y el apoyo de los actores económicos durante meses de más encierro y recesión, sin una estrategia de manipulación de expectativas, que dosifique la cuarentena larguísima en cuotas de pequeños tramos renovables. Y para reforzar esa ilusión de que las cosas cambian sin moverse demasiado, en cada nuevo tramo, se soltarán algunas restricciones aunque se reforzarán otras, en función del mapa argentino de la pandemia. Se trata simplemente de ganar tiempo de manera creativa y paciente, un arte que ya se convirtió en la única carta que Alberto Fernández siempre saca de su manga para gobernar.
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