Mientras TikTok y los videos de menos de un minuto ganan terreno en la forma en que consumimos contenido, el viejo y confiable newsletter parece caminar por una cornisa. Sin embargo, a contramano de los titulares apocalípticos que circulan desde hace años, el email marketing no solo sigue con vida: en muchos sectores, goza de buena salud. ¿Pero cuál es su rol hoy, en una web donde todo es más rápido, más efímero y más visual?
El newsletter como espacio de intimidad digital
A diferencia del bombardeo constante de redes sociales, donde los algoritmos priorizan lo viral por sobre lo valioso, el email ofrece algo que escasea en la vida digital: un canal directo, sin intermediarios, entre quien envía y quien recibe. En un buzón de entrada no hay "likes", no hay comentarios, ni viralización automática. Y eso, paradójicamente, es su mayor fortaleza.
Para periodistas, medios de comunicación, marcas personales y empresas, el boletín informativo por correo electrónico sigue siendo un espacio de construcción de comunidad. No se trata solo de vender o informar: se trata de conversar con un público que eligió estar ahí. Y esa elección, en tiempos de saturación informativa, tiene un valor enorme.
¿Quién sigue leyendo newsletters?
Aunque pueda parecer un formato envejecido, los newsletters viven una especie de segunda juventud. En sectores como el periodismo independiente, los contenidos de nicho o la educación, el mailing se convirtió en un canal privilegiado de distribución. Plataformas como Substack, Beehiiv o Revue florecieron en los últimos años con esta promesa: crear tu propio medio, sin necesidad de pasar por Facebook, Google o X.
Los datos acompañan esta percepción. Un informe de Statista muestra que en 2023 el 77% de los usuarios de internet en América Latina seguía leyendo correos promocionales o informativos al menos una vez por semana. Y aunque las tasas de apertura pueden variar según la industria, los boletines bien diseñados y bien segmentados siguen teniendo rendimientos sólidos.
Mailchimp, Substack.. ¿Y los medios tradicionales?
Muchos medios digitales combinaron suscripciones pagas con newsletters especializados, buscando reducir su dependencia de las redes sociales. Otros, más grandes, encontraron en los newsletters una forma de diversificar audiencias: por ejemplo, mandando boletines distintos según temas, regiones o intereses del lector.
En este contexto, herramientas profesionales como Mailrelay se convirtieron en aliadas estratégicas para quienes necesitan enviar grandes volúmenes de correos, con segmentación, estadísticas de apertura y personalización de contenidos, sin caer en lo genérico. Esta plataforma, además, permite automatizar procesos sin perder el tono humano que distingue a los mejores boletines.
El newsletter como antídoto a la hiperconexión
Tal vez una de las claves del resurgimiento del mailing tenga que ver con la necesidad de muchos usuarios de escapar de la hiperactividad de las redes. El newsletter permite pausar, leer, pensar, sin notificaciones ni estímulos constantes. Hay algo casi analógico en ese hábito de revisar el correo a la mañana, con el café, como quien hojea el diario.
Por supuesto, no todo es positivo. Muchos newsletters siguen cayendo en fórmulas gastadas, en asuntos clickbait o en contenidos vacíos. Pero los que entienden el canal como una forma de acompañar al lector, y no simplemente de interrumpirlo, logran una conexión más profunda y más duradera que cualquier posteo viral.
Entonces, ¿está muriendo?
No. Al contrario: el boletín de noticias se está redefiniendo. Ya no es solo una herramienta de marketing ni un anexo del contenido principal. Es, muchas veces, el contenido en sí. En un mundo cada vez más fragmentado, tener un canal propio, directo y personal puede ser la diferencia entre sobrevivir o desaparecer en el ruido digital.
El futuro del email marketing no está en competir con TikTok, sino en ofrecer lo que TikTok no puede: tiempo, profundidad, relación humana. Y en esa misión, el viejo newsletter tiene mucho por hacer todavía.















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