Friday 5 de December, 2025

ESPACIO NO EDITORIAL | 19-09-2025 09:20

Jesica Delgado

Consultora Psicológica - Coach Ontológico (ICF) - Abogada

El verdadero círculo del éxito, se cierra en la mente.

En esta era donde todos quieren triunfar, tener éxito, lujos, etc, el foco se encuentra en lo externo, en lo que se ve, en lo que los otros captan. Esta era en parte es solo una ilusión. Ocurre que muchas veces las personas dejan de lado lo más importante, aquello a lo que yo llamo “la fuente”. La fuente es nuestro estado mental y emocional. Es decir, nuestro Ser interior.

Con frecuencia converso en consulta con personas que parecieran haberlo logrado “todo”: éxito laboral, profesional, la casa, el matrimonio, los hijos y el perro. Aun así, la sensación de vacío existe. ¿Por qué? ¿Cuánto más existe por alcanzar o por comprar? ¿Qué precio tiene la felicidad? Pareciera ser que luego que la dopamina hace lo suyo en el cerebro, ese estado de placer y bienestar cortoplacista, viene el famoso ¿y ahora qué? y de nuevo se reactiva la rueda del hámster.

En primer lugar, quiero decirle al lector que no hay nada más fabuloso que sentirse pleno, sentir que hemos logrado aquello que nos hemos propuesto y por lo que seguramente mucho hemos trabajado. Sin embargo, a veces eso no es suficiente. Resulta que en el “camino a la cima” vamos desensibilizando (si se me permite el término) los procesos, los vínculos, los aprendizajes. Caemos en el círculo del exitismo, caemos en el famoso nunca es suficiente y quiero siempre más.

Vamos dejando de lado los momentos compartidos, el estar presentes, pero presentes con todos los sentidos, corremos detrás de relojes, agendas, todos ajenos. Nos perdemos en estadísticas, y en un sin fin de etcéteras.

Si nos vamos de viaje estamos pendientes del celular, si disfrutamos de un lugar enseguida hay que postearlo, el algoritmo no espera. Y es así como poco a poco, somos números y estadísticas. Y no es que eso este mal, sino que, en lo personal, debo confesar que son las historias que más me impactan. Ver y escuchar a diario a personas que financieramente están resueltas, cuyas redes son un portfolio de viajes y “éxitos” presumibles, son el perfil de muchos de los que en una consulta persona a persona confiesan, “me siento vacío”, “me siento solo”.

Será que tan fácil nos hemos olvidado de saborear un café, de sentir un abrazo, de escuchar a alguien sin leer a otros. El multitasking, los algoritmos, todo nos embebe en un mundo de fantasías donde prima más la virtualidad que la realidad.

Para mi sorpresa en esta última década he conocido a mucha gente exitosa virtualmente, pero sumamente incompleta y desorientada en la vida real. Esos valientes, que no son pocos, llegan a consulta buscando algun tipo de ayuda, un sentido, un propósito y allí es donde comienza lo mejor.

Todos los éxitos materiales, profesionales y dignos de ser mostrables permanecen. Deseo tranquilizar con esto al lector. Pero ocurre que en cada proceso quién cambia es la persona. Ya dejan de ser urgentes los mensajes externos, ya no hay prisa por escuchar un audio por dos, ya se saborea mejor el café y se disfruta más de un evento que, aunque no fue multitudinario ni hubiera decenas de fotos, fue genuino y real. Esa gente que llega a mi consulta comienza a resignificar su vida, sus logros, siguen siendo exitosos, e incluso aún más. ¿Por qué? Porque comenzaron el maravilloso viaje a su interior a lo genuino, aquello con lo que nacemos y que es sin dudas el placer por lo simple, lo indispensable, que suele ser poco y por sobre todo, nos ayuda a cimentar sobre los vínculos de la manera más genuina. No necesitamos tener miles de seguidores, ni decenas de amigos, necesitamos solo aquellos que nutran nuestra vida, aquellos que nos inspiren, nos amen y nos ayuden a ser nuestra mejor versión.

Invito al lector a reconocer que es posible vivir a nuestro ritmo, respetando solo nuestros relojes y nuestra agenda interna. Vivir una vida que nos pertenezca genuinamente y por completo.

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por CONTENTNOTICIAS

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