La sociedad contemporánea destina alrededor del 90% de su tiempo al interior de diversos espacios construidos. Viviendas, oficinas, edificios administrativos, locales comerciales, o cualquier recinto destinado a la satisfacción de las necesidades humanas, se han vuelto nuestros refugios durante gran parte de nuestras vidas.
Toda construcción presenta múltiples materializaciones posibles que trascienden al hecho meramente material, convirtiéndose en un complejo compuesto por materia, percepciones e imaginarios propios de quienes lo vivencian. No obstante, dichos imaginarios están en constante transformación dependiendo del contexto, las individualidades y las propias eventualidades de la vida cotidiana.
La pandemia de COVID-19 junto a las medidas de confinamiento prolongadas, han evidenciado cómo la arquitectura constituye un factor determinante de nuestra salud y bienestar. Este cambio de paradigma ha dado lugar a un nuevo enfoque denominado ‘arquitectura de bienestar’, en busca de edificios y entornos urbanos que promuevan estilos de vida más saludables y equilibrados.
Proyectar arquitectura incorporando la noción de ‘wellness’ no sólo significa pensar espacios desde un punto de vista del bienestar físico, sino también considerar lo emocional, lo espiritual, lo ambiental y lo social; concibiendo cada ambiente como un entorno saludable que aporta positivamente a la calidad de vida de sus habitantes y su desarrollo personal.
Es preciso incorporar a cada proyecto las premisas de los estándares WELL con el objetivo de proyectar arquitectura centrada en los aspectos multidimensionales del bienestar y la salud. De esta manera, el individuo se vuelve protagonista y ocupa un lugar central durante todo el proceso; entendiéndolo como una persona con deseos y aspiraciones, pero también con el anhelo de compartir aspectos de su vida con familiares, amigos y allegados.
Combinar materialidad, tectónica y diseño para impactar positivamente sobre la calidad de vida supone crear espacios únicos e irrepetibles, donde las experiencias humanas adquieran profundidad; donde sus historias se entrelacen y sus identidades se exacerben. Las construcciones deben dejar de ser consideradas meros contenedores inertes para convertirse en medios animados e idóneos para un desarrollo integral; abandonando aquellas búsquedas limitadas únicamente a la estética y la funcionalidad, para abarcar una responsabilidad social con quienes la habitan y fomentar la relajación, creatividad, armonía y vitalidad.
Iluminación natural, calidad del aire, diseño biofílico, desarrollo de nuevas tectónicas, atención a cada detalle; son algunos de los elementos y criterios que fundamentan nuestras prácticas.
La mente y el cuerpo coexisten en un mundo sensorialmente activo, por lo cual, al expandir los interiores hacia el exterior - o viceversa -, entrando en contacto con la vida urbana y la naturaleza, se estimulan las funciones cognitivas. Proyectar ambientes con grandes aventamientos a modo de lienzos luminosos, o incorporar vacíos al interior de las composiciones como pozos de luz, es una manera de regresar hacia los orígenes de la sociedad, hacia aquel rol del fuego como elemento central. Así como el calor de una fogata reunía a las personas, resignificar la luz natural como elemento que eleva las cualidades espaciales significa contribuir a reducir los niveles de estrés y respetar los ciclos biológicos del ser humano.
Al pasar gran parte de nuestros días en ambientes cerrados, estamos constantemente expuestos a luces artificiales intensas que alteran nuestros ritmos circadianos. No obstante, al optimizar los niveles de luz y regular su impacto en la espacialidad de los recintos, es posible mejorar las condiciones de confort diario y los ciclos del sueño.
A su vez, el contacto con el entorno posibilita la ventilación natural, mejorando la calidad del aire interior y regulando la temperatura tanto en inverno como en verano. Diversos estudios han demostrado que elevados niveles de concentración de contaminantes como el dióxido de carbono - CO2 - pueden afectar las funciones cognitivas y la capacidad de rendimiento de las personas; razón por la cual, al incorporar ventilación cruzada a nuestros diseños contribuimos a la renovación del aire, al mismo tiempo que buscamos recrear esa agradable sensación de relajación que se experimenta al sentir una suave brisa.
Recuperar la sinergia entre la arquitectura, la naturaleza y nuestra humanidad es un componente fundamental, es un modo de dialogar con aquellos momentos más preciados. Incorporar espacios destinados a la vegetación, diseñar áreas verdes en las terrazas y seleccionar el lugar más adecuado para plantar un árbol, equivale a crear escenarios donde la naturaleza pueda ser integrada escultóricamente, tal vez como telón de fondo o quizás como punto focal de una composición. Reunir en un mismo plano naturaleza y arquitectura, despliega un amplio abanico de situaciones, intencionalidades y sensaciones, que se verán reflejadas en la percepción y estados de ánimo de quienes vivencien nuestros proyectos.
Pensar en quienes van a habitar nuestras obras implica diseñar ambientes amplios, integrados y versátiles; proponiendo experiencias de vida singulares. Indagar sobre el habitar y comprender la relación entre lo construido y el sujeto, nos ha permitido reflexionar sobre la importancia de contar con cerramientos móviles que aporten flexibilidad a cada una de las propuestas. Los individuos son seres sociales que necesitan vivir en comunidad, pero también es preciso comprender la relevancia de los momentos de privacidad; proyectar ambientes versátiles asegura la metamorfosis de nuestras obras según las necesidades y anhelos de cada habitante.
OdA Wellness, arquitectura para tu bienestar, es la práctica que incluye estos estándares WELL, trascendiendo la mera funcionalidad y estética, para acercarse a una visión más holística y centrada en el bienestar humano; una arquitectura concebida desde el habitar y consciente de la esencia de cada individuo.
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OdA - Oficina de Arquitectura
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por CEDOC
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