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EN LA MIRA DE NOTICIAS | 24-05-2019 11:48

El 25 de mayo y la devaluación permanente del contrato social

Macrismo, cristinismo y peronismo del medio alimentan la confusión como estrategia impotente. La maldición histórica de “el pueblo quiere saber de qué se trata”.

Ya pasaron 209 años desde aquel lluvioso 25 de mayo frente al Cabildo porteño, y el pueblo sigue sin saber de qué se trata. La dirigencia política tampoco ayuda a esclarecer demasiado, a decir verdad.

En este fin de semana patrio, los referentes de la UCR todavía intentan decidir, antes de la convención nacional partidaria agendada para el lunes 27 en Parque Norte, si continúan dentro de Cambiemos, si la coalición que integran debería ampliar sus fronteras, si el candidato presidencial es el correcto, si el lugar del vice debe ser radical o peronista federal o Vidal, si el radicalismo se parte o no, si Lavagna es correligionario o justicialista moderado o un economista más con delirios de grandeza inconducentes…

Demasiados interrogantes para despejar en un solo fin de semana, con sábado feriado. En todo caso, la pregunta que resume tantas alternativas votables podría inspirarse en las deliberaciones de la Conferencia General de Pesos y Medidas que se puso de acuerdo en redefinir qué es hoy un kilogramo; en Parque Norte, el lunes los representantes partidarios deberían ponerse de acuerdo al menos en un tema clave para el mes de cierre de listas: ¿cuánto pesa un radical?

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Tampoco el Poder Ejecutivo muestra demasiada convicción frente al deliberacionismo radical. Mientras el jefe de Gabinete se deshace en confirmaciones de la candidatura de Mauricio Macri a la reelección, el ministro del Interior juega a las adivinanzas con declaraciones que dejan abierta la puerta a reformulaciones sorpresivas de la oferta electoral. El Presidente, por su parte, sigue abrazando opositores para el álbum de fotos que pretende sostener la ficción de un acuerdo de estabilidad en marcha. La confusión parece ser la mejor estrategia de campaña para todos los bandos.

En la avenida del medio acaparada por la moderación federal, el tiempo es de plastilina, como los relojes blandos que pintaba Dalí. Lavagna quiere y no quiere, no se sabe bien qué. Schiaretti ejerce de supuesto ordenador de un desorden permanente, convocando a Tinelli para resucitar la hipótesis del conductor-candidato, y Marcelo se lo cree y corre a visitar a Uñac, uno de los gobernadores hipnotizado por la espectacular martingala Fernández-Fernández.

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Otro obnubilado por el show electoral que puso en marcha Cristina es Daniel Scioli, quien pivotea entre el peronismo K y el no K con la fantasía de recuperar algo del espacio perdido desde su cénit del 2015. Igual hechizo captura a Massa, que una vez más se tienta con la chance ilusoria de quedarse con todo, corriendo el riesgo de volver a conseguir casi nada.

Entre tanta opacidad, solo queda la transparencia del kirchnerismo, que cada vez que aclara, oscurece. Alberto Fernández vino a dialogar, pero se la pasa amenazando jueces y llamando “estúpidos” a los que le desconfían. El sábado 25 de mayo encabezará su primer acto compartido con CFK, y allí empezará a ensayar el paso de comedia de un jefe que obedece a su subordinada: no hace falta que sea verdadero su empoderamiento -la audiencia kirchnerista no pide tanto-, pero sí verosímil, para que la fórmula tenga chances de romper el techo K.

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También tiene problemas de verosimilitud la otra performance de Cristina, en el escenario de Comodoro Py. Es muy difícil compartir banquillo con dos vecinos santacruceños tan conocidos para ella como Báez y De Vido, y fingir que casi no los conoce: escandaliza la falta de pronunciamiento claro sobre la inocencia o no de dos figuras tan cercanas a la familia Kirchner desde los orígenes del pingüinismo. Por las dudas, Cristina ya solicita al tribunal no ir a las próximas audiencias. El silencio inestable de De Vido es tan amenazante para la performance electoral de la boleta Fernández-Fernández como la volatilidad del dólar para el macrismo.

Otro refresh de credibilidad tendrá que lanzar buena parte del periodismo militante K, pronunciándose “sinceramente” sobre las operaciones de prensa armadas contra Alberto Fernández (así lo calificó él, no este columnista) cuando dejó la jefatura de gabinete. ¿Era información auténtica? ¿Fue suministrada por los servicios de inteligencia del oficialismo nac&pop? No sabe, no contesta, no informa: convendría rediscutir durante la campaña si el periodismo militante tendrá fueros que lo protejan del archivo, especialmente aquellos que cobren del Estado.

Mañana es 25 de mayo, con más de dos siglos de historia patria a cuestas. Y “el pueblo quiere saber de qué se trata” sigue siendo una frase de dudoso origen, eternizada por el título de un óleo de Ceferino Carnacini pintado en 1938, que ilustra esa confusa jornada fundacional ante el Cabildo con varias imprecisiones históricas, exagerando la cantidad de vecinos que se acercaron, entre otras licencias pictóricas. Aquella ilustración de una revolución que no fue tal quedó grabada en la memoria colectiva al haber sido elegida por el Banco Central como imagen de dos emisiones de billetes: el de cinco pesos moneda nacional y, años de inflación mediante, el de un millón (¡!) de pesos ley. El mejor símbolo de un contrato social que no para de devaluarse.

*Editor ejecutivo de NOTICIAS.

por Silvio Santamarina*

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