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SOCIEDAD | 04-09-2023 09:57

El prontuario de Aníbal Lotocki

El cirujano fue condenado a cuatro años por lesiones agravadas. Pero la muerte de Silvina Luna podría agravar la pena. Una década de malapraxis.

Era el cirujano de las famosas, hasta que hace una década comenzaron a lloverle denuncias mediáticas que luego llegaron la Justicia. Anibal Lotocki fue condenado hace un año por el Tribunal Oral a 4 años de prisión y 5 años de inhabilitación para ejercer la medicina, acusado de lesiones graves. El fiscal había pedido 7 años y 9 meses por considerar que había incurrido en el mismo procedimiento reiteradas veces. Además de Silvina Luna, lo acusaron Stefanía Xipolitakis, Pamela Sosa y Gabriela Trenchi, entre otras.

Un prontuario de malapraxis que NOTICIAS investigó por primera vez hace una década, en 2014, donde se detallaban los cuestionado procedimientos de Aníbal Lotocki. Entonces, cuando Diego Lowenstein –médico de cabecera de Silvina Luna– vio el PET que ordenó para su paciente (un análisis tomográfico usado para hacer diagnósticos por imágenes), no pudo contener el asombro.

La cirugía de glúteos de Luna mostró consecuencias inesperadas. En el 2011, el médico esteticista Aníbal Lotocki –responsable de los pechos de Vicky Xipolitakis, la cola de Oriana “Oggi” Junco y la lipoaspiración postparto de Verónica Ojeda, entre otras operaciones polémicas– la rellenó, según él mismo, con 500 centímetros cúbicos de grasa de la propia Luna más un pequeño porcentaje de polimetilmetacrilato, un químico empleado en cirugía estética y odontología aprobado por la ANMAT para ser usado en pequeñas cantidades, pero rechazado por una parte de la comunidad médica.

Luna, la  ex Gran Hermano, era hace una década admitida por primera vez en el Hospital Italiano. “Cólicos renales”, fue la primera causa que trascendió. Un día después, Luna habló al aire en “Intrusos” desde su cama de hospital. Se negaba a mencionar a Lotocki, al principio, para terminar diciendo su nombre. Deslizó una posible “mala praxis”, habló de “limpiar mi cuerpo” de “ciertas sustancias tóxicas” y de “la negligencia de quien me operó”.

El problema fue más grave de lo que parecía: Luna recibió el alta el jueves 31 de junio de 2014. Sus riñones habían sido sin duda el problema. A través de varios análisis, Lowenstein pudo determinar un aumento de calcio en la sangre de la modelo, lo que llevó a cálculos renales.

También, le detectó varios granulomas en el proceso. Luna había empezado a quejarse de eso un año y medio atrás, cuando fue a ver a Lowenstein por una serie de dolores. El parte médico del Italiano tras el alta reflejó una “insuficiencia renal”, “hipercalcemia” y “litiasis ureteral bilateral”. Esto generó la pregunta: ¿qué tenía que ver la operación a base de metacrilato, un químico poco conocido, con laserie de piedras en el riñón?

En la oficina en su centro médico en Belgrano, Full Esthetic, Lotocki –el médico que acaparó el mercado de famosas en la farándula argentina– no tiembló mientras habla con NOTICIAS. Se lo veía confiado al extremo, con una pila de siliconas en su escritorio. Contaba que llevaba más de doce años de operar colas, que además de Silvina Luna tenía en su haber más de mil glúteos aumentados, muchos de ellos con este procedimiento de mezclar grasa humana con un poco de metacrilato.

Aseguraba que la sustancia era legal, que el ANMAT la aprueba, hasta mostraba literatura médica impresa en Brasil que la avalaba, y folletos del distribuidor europeo de la sustancia. “Fui a congresos sobre el tema en Brasil, un médico ahí tuvo más de 400 operaciones de glúteos con metacrilato y ningún inconveniente en siete años. Complicaciones siempre hay, pero nunca tuve un problema de este tipo”, admitió. Pero otros estudios médicos sugerían algo distinto.

Casos testigos

En el 2012, un grupo de nefrólogos del Hospital Italiano presentó un trabajo en el Congreso Nacional de su especialidad. “Hipercalcemia secundaria a enfermedad granulomatosa causada por inyección de metacrilato” era el título, con dos casos testigo analizados. En junio de este año, un grupo de nefrólogos también argentinos, de instituciones como el Hospital Fernández y el Hospital Alemán, publicó en un jornal estadounidense –para luego ser integrado a la US National Library of Medicine– un trabajo del mismo título, con otros cuatro casos.

En ellos, se sugería una posible relación entre metacrilato y problemas renales. Lotocki no conocía estos textos hasta antes de explotar el escándalo: los leyó días después. Sin embargo, defendió sin pestañear a la sustancia que lo llevó a un nuevo juicio público: “Yo respeto a quienes no quieran usarlo. ¡Y los que no quieran usarlp que me respeten a mí! No está probado que afecte”, afirmó.

Varios cirujanos plásticos le tiraron con munición gruesa. El doctor Cristian Pérez Latorre se convirtió en uno de sus enemigos acérrimos. “Ningún cirujano plástico reconocido va a colocar este tipo de productos. Todo lo contrario. Lo único que se puede colocar en el glúteo es la prótesis glútea propiamente dicha. De lo contrario, buscás una solución estética y te llevás una enfermedad de por vida, en este caso, la hipercalcemia”, aseguró Pérez Latorre.

Mónica Milito, al frente de la clínica que lleva su nombre, miembro de la Asociación Médica Argentina y con estudios en Harvard Medical School, afirmó: “La sustancia está aprobada en una fórmula de micropartículas suspendidas en gel, que se usa en muy pequeñas cantidades en odontología y en cirugía estética para pequeños defectos, como arrugas. No lo uso, no me gusta, es un cuerpo extraño y puede generar complicaciones. Que esté aprobado por el ANMAT no quiere decir que sea bueno y seguro. Conozco muchísimas complicaciones”.

Amigo doctor

Hay algo peculiar en esta historia. A pesar de todas sus cirugías célebres, Lotocki no es un cirujano plástico especializado. “Nunca me presenté así”, se atajaba. Las credenciales que esgrimía para su trabajo, con las vidas de sus pacientes en la línea, eran más peculiares todavía: “Yo soy médico cirujano por la Universidad Nacional del Nordeste, con título de grado, lo cual me habilita a operar, siempre lo he dicho. Hice una especialidad de cirugía cosmética, concurrencias, prácticas. Rendí examen en la International Academy of Cosmetic Surgery. Es un título que si bien está homologado en ciertos lugares de Europa, Estados Unidos, en Argentina no lo está”.

Lotocki ya había enfrentado otra muerte entonces: en 2007 murió una de sus pacientes, Romina Vega, de 21 años, poco después de una liposucción. “Fui sobreseído, no había elemento que indicase mala praxis”, se defendió. Hoy una década después, su prontuario es innegable. 

por R.N.

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