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SOCIEDAD | 11-08-2021 16:00

La caída de Tinelli ante el triunfo de la tv amigable

Ante una audiencia cansada de la grieta, los canales se ajustan a la demanda. Los desafíos del formato del éxito.

Entretenimiento suave y afable. “Buenaondismo” y debate anti grieta. La apuesta más exitosa de la TV se ubica al tope de rating de todos los canales de aire, y en Telefé se cristaliza con los grandes éxitos de Masterchef y La Voz Argentina. El canal de las pelotitas lleva 43 meses de liderazgo ininterrumpido, tras haber logrado un récord este año del 44% de share acumulado. La espalda que brinda ViacomCBS es uno de los motivos, pero en todas las emisoras la tendencia es cada vez más hacia el entretenimiento “blando”, en detrimento de formatos de tertulia, monólogo y sobre todo panel. Esto “es un hecho, está ocurriendo y está pensado, no surge de casualidad”, asegura a NOTICIAS el gerente de contenidos de El Nueve, Diego Toni. El productor advierte que en los últimos años quedó claro el “agotamiento” de algunos formatos y la apertura hacia otros más rendidores. Los motivos del viraje son múltiples y recién están comenzando a analizarse en el mundo académico de la comunicación.

“El panelismo hasta hace pocos años estaba vinculado a programas de espectáculo y fútbol. A partir de una mutación con Intratables, que le dio el mismo formato a la discusión política, el fenómeno no paró de expandirse”, advierte Gastón Cingolani, doctor en Lingüística de la UBA. El investigador integra un equipo que estudia los programas de panel, y cuenta que a mitad de camino -en particular durante el 2020- se chocaron con la realidad de que “la gente está podrida de eso, es lo que sale a flor de piel en todas las entrevistas. Consume otras cosas, y en los jóvenes la TV es un medio relativo, ni siquiera es el más importante. El panelismo llegó antes que la grieta a la discusión política, pero ayudó mucho a consolidarla como formato. Eso es interesante. Pero la gente va a la tele para consumir algo que la saque de su trabajo o rutina, es un gesto detectado hace ya 70 años, un estado de fantasía o descompresión. Si en lugar de eso lo que hacen es retroalimentar las broncas cotidianas, para mucha gente es difícil de soportar, no lo puede contrarrestar con nada. Y la pandemia ayudó a que el agotamiento del formato se termine de producir”, señala el especialista.

En off, un periodista y productor con vasta experiencia asegura que “siempre hay gente que quiere ver esto, y lo elige más allá de lo que los medios quieran reflejar (o no). La tv amigable es más poderosa, existe desde hace mucho antes y sencillamente no se nombraba… y lo que no se nombra no existe”, plantea. Aun así, critica que este tipo de producciones no suelen ser premiadas y solo se destacan cuando nacen figuras frescas y novedosas en el ambiente.

Para el productor y showrunner Marcos Gorban, que llevó adelante éxitos como Gran Hermano y Operación Triunfo y se destaca en los game-shows de tv, asegura que este panorama es, en parte, figurita repetida. “Siento que la tele y lo que la gente mayormente consume, en su mayor medida es cíclico. Hay épocas en las que hay más reality, otras donde los programas ‘blancos’ son los que funcionan bien. Y que en este momento esté funcionando la ‘buena onda’ tiene que ver también con nuestro estado de ánimo. Estamos a dos años de pandemia, una crisis económica infernal. Lo último que tenés ganas de ver son políticos discutiendo o gente diciéndote qué es lo que pasa. Tenés ganas de un respiro mental”.

Calidad. La salida de Jorge Rial del espectáculo y la sistemática caída del rating en programas históricos como Showmatch dan cuenta del cuadro crítico de la situación. Tal es así que no solo los programas de farándula, sino también de debate político, tuvieron que readaptarse y salir en busca de nuevos rumbos. Como contrapunto, los envíos de entretenimiento inocente -algunos incluso de corte ‘empatizante’ y emocional- crecen en audiencia. Pero, tal como advierte la docente, investigadora y analista de medios Adriana Amado, “no hay que pensar solo en el género, porque hay otras propuestas de entretenimiento y no tienen el mismo éxito. Es una combinación de entretenimiento con altísima calidad. La tv abierta es en un 70% entretenimiento, y es cierto que a estos programas les va mejor, pero tienen que ser buenos. Hay un factor que estamos subestimando y es que cada vez más cualquier persona accede más a programas de cualquier parte del mundo. Ya no se banca una mesa, un fondo pintado y gente conversando. Si vos podés estar viendo un reality show en Netflix todo armadito que lo ves cuando querés, ¿por qué estarías viendo un reality berreta de Argentina?”, se pregunta. Y alerta que “cuando el rating era una cuestión de zapping, había un momento de la noche en que la rueda volvía a pasar por el mismo programa. Cuando el rating depende del click, puede que la audiencia no vuelva más. Lo devastador de esto no es que la audiencia se queda con lo mejor, sino que descarta impiadosamente lo peor. Si se subestima a la audiencia, pierde la tv”, afirma.

Lo cierto es que, con la ficción cada vez más concentrada en las plataformas de streaming -y una cuota siempre rendidora de enlatados en los canales de aire- la industria debe llevar su vara de calidad más contenidos cada vez más alto. “Hemos renegado de la inserción en el mundo”, alerta Amado, “y lo que estamos viendo es que la inserción en el mundo, lejos de ser una amenaza, es una oportunidad para los actores y los técnicos argentinos, que empiezan a competir en grandes ligas. De pronto Telefé, que forma parte de un consorcio internacional, tiene acceso a licencias, parámetros de calidad, producción y contactos. La pregunta es si en un mundo globalizado, donde el parámetro de calidad se eleva cada vez más, tu propuesta local va a ser algo que te lo inventaste o lo armaste con escarbadientes, o vos mismo tenés que ser parte de estos equipos que producen entretenimiento de calidad. Creo que ese es el debate que tenemos que dar”.

Gorban coincide, y asegura que Telefé “está jugando a otra cosa, en la inversión, los talentos que pone al aire, los jugadores. Tiene otro modelo de producción y se ve al aire. Lo que la gente ve también es la calidad y la inversión que se hace. Y dentro de este fenómeno, también se está empezando a valorar y descubrir lo que serían los autores de la no ficción: no es lo mismo este programa hecho por fulano que por mengano”. El productor plantea además que “cuando se discute tv hay muchas analogías con la política. Y tenés la diferencia entre quienes ante la crisis recortan, y quienes por el contrario, invierten. En otros países los canales te preguntan cómo vas a crecer para el año que viene, a nosotros, cómo vas a hacer lo mismo con 10% menos de presupuesto”, ironiza. “Es la diferencia entre crecer y acortar, entre invertir y ajustar”.

De afuera. El doctor en filosofía y comunicador Tomás Balmaceda explica a NOTICIAS que existe actualmente “una pantalla exitosa que busca la no confrontación, y que encontró la vuelta para tener programación popular con relativamente baja inversión. Las ficciones son carísimas, y los programas de entretenimiento (incluso con formatos extranjeros) son más económicos, y además están probados en otros países”. La apuesta, después de todo, no deja de ser a lo seguro. Los adeptos de la grieta, por su parte, tienen una alta variedad de canales informativos (y visiblemente partidizados) para consumir.

Para Balmaceda la pandemia vino a mostrar que “la tv de aire revivió. Primero muy potente con las noticias, y luego Telefé fue consolidando el camino de productos cada vez más específicos de reality, con esta idea del ‘sentirnos bien’. Feel good television, una tv que me deja satisfecho, me da una historia y te deja irte a dormir con una sonrisa”. Puntualmente, el reality es un formato ideal para las lógicas del siglo XXI, ya que “se presta a crear comunidad en las redes, antagonismos y fanatismos, a darnos me gusta y devolvernos memes”, señala Balmaceda. En esa línea, asegura Toni, los formatos “extranjeros” -siempre con su impronta local- “son aceptables y válidos, aunque siempre está la crítica hacia esto. Desde su nacimiento hace más de 70 años, la tv siempre ha tenido un equilibrio entre producción local, periodística, y producción extranjera. En la medida que no sea abusivo, es una herramienta válida y la defiendo”.

Amado se pregunta qué pasaría con los programas informativos o de tertulias si se llevaran adelante con la inversión y la calidad de los grandes, como por ejemplo Oprah Winfrey. “Dicen ‘la gente quiere entretenimiento’ como si fuera una cosa menor. O ‘la gente quiere liviandad’. Ojo, lo que quiere es buena calidad. Estamos olvidando ese parámetro y estamos subestimando la demanda de la audiencia, que confirma que es mucho más entrenada que la de muchos productores”. Gorban, quien además es secretario de la Cámara Argentina de Productores Audiovisuales (CAPA), plantea que la tv está “en continua transformación” y a nivel mundial en crisis, por las nuevas tecnologías y plataformas”. Sin embargo dentro de ese proceso “hay cosas nuevas, y lo que está haciendo Viacom lo es. Ni siquiera hablo de la calidad de los programas o de la gente que lo hace, sino de modelos de producción, de cómo invertir en el negocio. Quizá es eso lo que haga falta reconvertir”.

Jey Mammón

 

Los programas del éxito

La Voz: Con canto y sana competencia, el talent show conducido por Marley promedia los 21 puntos.

Masterchef: También de formato importado, el reality de famosos y cocina fue el hito que socavó a Showmatch.

Dr. Milagro: La novela turca de alta producción enganchó a la audiencia con un formato muchas veces menospreciado.

Los 8 escalones del millón: Guido Kaczka rinde bien en El Trece con su trivia, que mide de L a V casi lo mismo que PPT (domingos).

 

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Mariana Sidoti Gigli

Mariana Sidoti Gigli

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