Se conmemora un nuevo aniversario del fallecimiento del Gral. San Martín y la figura del “Padre de la Patria” se engrandece con el paso de los años. En Boulogne Sur Mer, Francia, está su casa donde vivió los dos últimos años de vida, hoy Museo es custodiado por un argentino que le reveló a Noticias detalles de esos días, el “milagro” de la estatua del General y el reconocimiento a su figura: “aquí el ciudadano buloñes es una persona muy agradecida y orgullosa de que San Martín haya elegido esta villa para pasar los dos últimos años de su vida”.
Carlos Miguel Gómez, tiene 52 años, nació en Tucumán pero vive hace veinte en Puerto Iguazú- Misiones, es Sub Oficial Mayor del Ejército Argentino y desde octubre del 2019 tiene la responsabilidad de velar por la casa, la historia y la memoria del Gral. José Francisco de San Martín, allá en Francia: “Es una tarea de mucha responsabilidad estar acá pero con muchísima satisfacción, es lo mejor que me pudo pasar en la vida, poder venir y estar en esta casa”.
Antes de recorrer junto a su esposa los diez mil kilómetros desde Argentina hasta la región de Calais al norte de Francia junto al Canal de La Mancha, tuvo que prepararse para rendir un exámen durante una semana para un concurso que se denomina “Personal para ir al exterior” y comenta que “son exámenes completos porque más allá de la función histórica de la vida de San Martín, debes conocer de historia, de geografía, de economía, debes conocer de lugares turísticos, de arte, de pintura, de música de las regiones, por supuesto de historia argentina debes conocer bastante porque es lo que necesitas acá”
La casa que hoy es museo está situada en 113 Grande Rue, una calle empinada a pasos de la playa y cerca del mural “El Libertador” pintado por el argentino Antonio Seguí que “representa la venida de San Martín a Europa”. Esa casa que pertenecía al periodista Adolph Gerard fue alquilada para que viviera en el primer piso junto a su hija Mercedes, su yerno y sus ñietas María Mercedes y Josefa Dominga. Los muebles aún siguen con la misma distribución de aquellos años.
“El primer día que llegué acá, al abrir la puerta de la casa de San Martín fue una sensación muy fuerte, muy difícil de contar, son percepciones internas muy lindas de lo que hay en la casa y la primera vez que entre a la habitación del General por supuesto es lo máximo que te puede pasar, de ver la cama, de pisar el mismo piso que pisó él alguna vez, la habitación de él, de las ñietas y de Mercedes, los pisos son los originales de cuando ellos estuvieron acá”, relata Carlos Gómez.
Su responsabilidad allí es “la atención de la casa y del público, recibirlos, contarles la historia, acompañarlos, mostrarle la casa, charlar de todas las particularidades que se te ocurra sobre la vida de San Martín”, comenta intercambiando los roles al preguntar: “¿Saben cuál es la diferencia que yo veo entre el General San Martín que nosotros conocemos en Argentina y el General San Martín en Europa principalmente?”.
“En Argentina nosotros interpretamos a San Martin aquel hombre lejano, libertador, general, comandante de un ejército y acá ves el general San Martín padre, amigo, el abuelo que tanta relación y preocupación tuvo cuando vino con su pequeña hija en educarla, en formarla en darle los consejos que escribió, aquellas máximas que todos conocemos”, respondió Gómez.
De su relación con sus ñietas le comenta a Noticias, de ese San Martín abuelo, el que salía a pasear con ellas, que las cuidaba, el abuelo cómplice, el abuelo de la historia de la Medalla de Bailén, que la obtuvo en reconocimiento por su actuación muy destacada es esa batalla que fue la primer derrota del ejército de Napoleón en España, “algo muy importante para el Gral. San Martín que él la conservó mientras vivía en Europa”.
Esa anécdota de la medalla la relata Carlos: “el Gral. San Martín siente que sus ñietas lloran, le pregunta a Mercedes su hija ¿Por qué lloran las nenas? y Mercedes le dice que habían sacado para jugar la medalla de la Batalla de Bailén y que ella se la quitó para guardarla, por eso las nenas lloran y el Gral. San Martín le dice que “si esa medalla no sirve para calmar el llanto de sus ñietas tiene muy poco valor, que se la de para que jueguen” –continúa- “Ésta, sin duda son las cosas que muestran al San Martín abuelo, donde normalmente el ñieto tiene todo permitido”.
A metros de la casa, en la playa, se encuentra emplazada la estatua del Gral. San Martín que fue inaugurada el 24 de octubre de 1909, los boloñeses la bautizaron “la estatua milagrosa” porque durante la Segunda Guerra Mundial todo el puerto de Boulogne Sur Mer quedó destruido porque estaba la base de los alemanes y “lo único que quedó en pie fue la estatua del Gral. San Martín”.
“Se la cubrió con madera, a los bandos tanto a los alemanes como a los aliados se le hizo conocer que en ese lugar había algo importante que era la estatua del Gral. San Martín y tiene muy pocas esquirlas pero en comparación a una ciudad totalmente destruida, que respetaran ese lugar realmente fue un milagro que haya quedado en pie” revela Carlos.
Volviendo a la casa y su historia, Noticias le pregunta: ¿Puede ser que se hizo una colecta entre las escuelas allá por el 1900 para comprar la casa? Su repuesta no se hizo esperar: “Sí, el Estado argentino la compró en 1926 durante la presidencia de Marcelo Torcuato de Alvear, hubo un llamado a las escuelas principalmente, si bien fue simbólico, fue el modo que todo el pueblo argentino pudieran participar también en la compra de esta casa”.
“En el año 1928 después de acondicionarla durante dos años, comenzó a funcionar el Consulado Argentino en la casa, ya que en aquellos años el puerto de Boulogne Sur Mer era uno de los más importantes de Europa, para ir a Inglaterra lo debías hacer por aquí, por eso es que nace el Consulado acá, en la casa. Y el Museo Gral. San Martín se crea en el año 1934 durante la presidencia de Agustín Pedro Justo, consagrada a preservar la historia y la obra de San Martín que vivió y murió en esta casa”, finaliza Carlos.
Según registros históricos el Gral. San Martín pasaba sus mañanas entre el cuidado del jardín de esa casa y el taller de carpintería, le dedicaba mucho tiempo a sus ñietas y por las noches re leía a Rousseau y a Voltaire. Su reloj biológico se detuvo a las tres de la tarde del 17 de agosto de 1850, en la habitación de su amada hija Merceditas, como todos la conocen, a los 72 años. Esa casa que es el orgullo de los ciudadanos de Boulogne Sur Mer es custodiada cada dos años por un argentino, Carlos Miguel Gómez la mostró a través de esta charla, sus hijas lo esperan en Misiones, su esposa es quien lo acompaña en lo que para él es “la mejor experiencia de mi vida”.
*Alumna de la Escuela de Comunicación de Perfil.
por Karina Rocca*
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