Con la mentalidad de un CEO, Carlos, el heredero de la difunta reina Isabel II, ha sido consciente durante mucho tiempo -y con más claridad desde la muerte de su ex esposa Diana Spencer-, que el apoyo del gobierno a su familia es ampliamente impopular. “¿No sería mejor sentarse y examinar cuántos miembros de la familia se necesitan para cumplir los objetivos de la monarquía?”, preguntó retóricamente en 1992, según su biógrafo Jonathan Dimbleby, antes de sugerir que trajeran un equipo de consultores para pensar sobre el tema.
Hoy, Carlos ya ha seleccionado el equipo real para su reinado, y ninguno de los primos está en él. “Él dijo hace algunos años que quería los royals fueran Camilla, William y Kate. Harry y Meghan ya están fuera de escena", contó el biógrafo del príncipe, Anthony Holden. Cuando Carlos se convierta en rey (su madre tiene ya 96 años y esta semana ya le confirió el poder de dar inicio a las sesiones parlamentarias), de los ocho nietos de Isabel II, solo su primogénito y sucesor, y su familia, serán beneficiarios del heraldo público. Su visión de CEO llevará a la aristocracia el mandato de ser autosuficiente.
Carlos se define a su círculo como un rey de transición con la misión de eliminar los pasivos del balance general para dejar a su propio sucesor con la menor cantidad posible de dolores de cabeza.
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Con su oficina financiada por los contribuyentes, William, el futuro rey, es el único nieto de Isabel II que quedará en el presupuesto del palacio: la partida de Harry a Los Ángeles en 2020 facilitó el recorte de Carlos tras años viviendo en el limbo: “no era lo suficientemente importante como para convertirse en un tomador de decisiones central en la familia”, explica Dimbleby.
“Meghan Markle quería que ella y su esposo manejaran una fundación real que administrara obras caritativas, pero tras la negativa de Isabel II, se irritaron con los límites que el palacio impone a la realeza menor, especialmente los financieros”, agrega. Y allí se selló la ruptura. Para el resto de los nietos de la reina, la planificación para su salida comenzó mucho antes.
El sistema británico fue diseñado para brindar apoyo financiero automático a un monarca y su heredero, a través de la riqueza privada, pero la familia extensa ha recibido financiamiento a discreción del gobierno desde el siglo XVIII. Durante generaciones, los miembros de la realeza menores jugaron un papel importante en la familia y el futuro del país, porque los hermanos de un heredero funcionaron un poco como moneda de cambio diplomático cuando se casaron con otras familias reales de todo el continente.
Pero fueron despedidos cuando las dinastías de Europa cayeron en el siglo XX. Y en la década de 1920, se animó a los niños reales a casarse con aristócratas británicos en lugar de realeza extranjera. Los miembros menores de la realeza, como los primos de la reina, el duque de Kent y la princesa Alexandra, se convirtieron en patrocinadores de organizaciones benéficas, y personas que podían aparecer en los días de la independencia o en las ceremonias de la iglesia en nombre de la reina.
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Pero el propósito de la realeza menor ha menguado tanto que el recorte durante el reinado de Carlos no será tan drástico como si hubiese heredado hace dos décadas. Cuando la princesa Ana (71 años, hermana de Carlos) se casó con su primer marido, el capitán Mark Phillips, él se negó a aceptar un título de cortesía.
Y cuando nació su primer hijo Peter, se convirtió en el primer nieto plebeyo legítimo de un monarca en más de 500 años. En 2003, el príncipe Eduardo (58) y Sofía de Wessex tuvieron a su primera hija, Luisa (18), y anunciaron que detentaría el título de condesa, aunque tenía derecho a ser princesa. Y cuando nació Jacobo (14), se convirtió en vizconde de Severn, uno de los títulos subsidiarios de Edward, en lugar del príncipe James.
El príncipe Andrés (62), favorito de la reina durante mucho tiempo y principal adversario de Carlos en el debate sobre los títulos y el tamaño de la familia real, ha caído en desgracia por sus conexiones con Jeffrey Epstein. Y por extensión sus hijas con su ex esposa Sarah Ferguson, Beatriz (33) y Eugenia (32), “princesas de sangre”. Andrés se molestó cuando el palacio cortó la seguridad que se brindaba a sus hijas, y cuando excluyó a Beatriz y Eugenia de actos oficiales desde 2021.
Menos realeza es el equivalente a una menor probabilidad de escándalos, y aunque la lista cada vez más reducida de royals podrían plantear una pregunta obvia sobre la necesidad de cualquier monarquía, las encuestas marcan que no hay mucha prisa en Gran Bretaña por cambiar el sistema de gobierno por una república (aunque resuena la idea de dictar una constitución). Carlos entiende que en tiempos de ajuste en los hogares británicos un ajuste del gasto de la realeza será bienvenido.
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