Hace dos semanas el Ministerio de Salud emitió una nueva resolución creando la categoría de “Productos vegetales a base de cannabis y sus derivados destinados al uso en Medicina humana”. Y hace apenas 10 días el gobernador jujeño Gerardo Morales difundió fotos donde el mismo participaba de la primera cosecha local de 80.000 plantas de cannabis lo que -afirman en Jujuy- permitirá alcanzar una producción inicial de 1.000 kilos de ingrediente farmacéutico activo extractado de cannabinoides. Así se dieron los dos últimos pasos en el todavía lento sendero que Argentina intenta recorrer para contar con una industria propia del cannabis medicinal.
"Esta novedad ministerial es importante porque se crea una nueva especialidad que pone al cannabis en un lugar especial: no es ni un producto medicinal ni herbario, sino algo muy específico", le dijo a NOTICIAS Pablo Fazio, presidente de la Cámara Argentina del Cannabis (ArgenCann). Y agregó: "en principio lo vemos como algo positivo porque el uso de este tipo de productos fitoterápicos está creciendo en todo el mundo e -incluso- aunque hoy es una categoría pensada para cannabis, en un futuro cercano podría ampliarse a otros elementos (por ejemplo derivados de ciertos hongos) sobre los que ya hay indicios de que también pueden tener efecto terapéuticos en el tratamiento de ciertas afecciones".
En consonancia temporal el otro espaldarazo vino del otro lado del espectro político ya que la máxima autoridad política de Jujuy presenció la primera cosecha de plantas de cannabis que se realizó en el predio de la empresa provincial que lleva la delantera para convertirse en polo productor de estos preparados.
Para la neuróloga Andrea Micciulli, profesional del Hospital Eva Perón e integrante del colectivo CAMEDA (Cannabis Medicinal Argentina), la situación actual de los derivados medicinales del cannabis sigue siendo aún algo compleja y está todavía inmersa en una especie de "grieta" entre la fabricación casera de productores artesanales para consumo propio o para su venta en pequeñas cantidades y un sector de la industria farmacéutica que quiere involucrarse en esta producción y comercialización pero siguiendo las reglas de la industria en materia de control de calidad.
"Hay una discusión sobre el tema y es de compleja resolución", le dijo Micciulli a NOTICIAS. "Pero este problema se entiende mejor pensando en que el cannabis salió de la categoría de drogas peligrosas en Argentina hace apenas 18 meses". Lo que es seguro, afirmó esta especialista que da capacitaciones sobre terapéutica y cannabis, es que "tenemos que lograr que los pacientes puedan acceder a productos basados en esta planta que sean seguros y de calidad y esa es una de las cosas que asegura la industria con sus normas y controles". Por supuesto, que eso no necesariamente significa que deba ser producida por grandes laboratorios. "También puede ser un laboratorio estatal. Lo importante es que quien sintetice, fraccione y comercialice productos medicinales de cannabis cumpla las pautas de calidad que debe tener cualquier medicamento y que sean controlados por los organismos especializados".
La razón de esta visión es simple: los pacientes deben poder recibir fármacos cannabicos seguros y eficaces con continuidad temporal. Eso implica que cada partida contenga los principios activos que dice tener, que sean estables, contenidos en forma pura y sin contaminantes, para poder tomarlos en las dosis y concentraciones que indican los médicos. Esto es esencial también para que pacientes y profesionales puedan analizar si se generan interacciones farmacológicas o algún efecto adverso. "La nueva categoría que estableció ahora el Ministerio podría ayudar a regularizar esta situación y hacer que tengamos una producción controlada y segura", se esperanza la profesional.
Historia
Pese a que hay registros de usos de cannabis medicinal ya desde el apogeo del antiguo Egipto, Grecia y China, durante el pasado siglo en la mayoría de los países su uso fue siendo prohibido por una sucesión de leyes penales. Recién en los últimos tres lustros del XXI, se comenzaron a demostrar, en formato científico y con evidencia, algunos efectos positivos sobre la salud: por ejemplo, se comprobó su efectividad en el tratamiento de las convulsiones causadas por un tipo de epilepsia refractaria y su efectividad para calmar el dolor y la inflamación asociados a fibromialgia.
Estos resultados se dieron en todo el mundo. Por ejemplo, un estudio realizado por profesionales del Garrahan que incluyó a 49 adolescentes que sufrían epilepsia resistente a fármacos demostró claramente que el uso de aceite de Cannabis tuvo un 80 % de efectividad.
Tras los primeros resultados avalados en forma sólida se iniciaron -en casi todos los países- nuevos ensayos clínicos para probar otros efectos del cannabis. Y según Micciulli se fueron encontrando indicios de que -aparte de su uso comprobado en la epilepsia resistente a fármacos, "se está acumulando evidencia de que tiene mucho para aportar en el bienestar de pacientes oncológicos bajo tratamiento de quimioterapia; en terapia del dolor, especialmente en personas afectados por dolor neuropático; en espasticidad asociada a Esclerosis Múltiple y en personas con VIH que padecen anorexia. También se está encontrando buenas respuestas en casos de pacientes de autismo a quienes ayuda a mejorar la ansiedad y a controlar varios síntomas que hoy no tienen tratamiento, incluyendo la agresividad y los trastornos de sueño. Pero, aclara la experta, en Argentina todos estos usos son, por ahora, ‘off label’. Esto es, solo pueden tomarse con la indicación de un profesional y en acuerdo con cada paciente, ya que no hay una recomendación "oficial".
Dudas
Más allá de recibir la nueva reglamentación con optimismo ya que es un paso positivo, Fazio desde ArgenCann expresó que todavía mantiene ciertas dudas sobre como va a ser reglamentada la flamante resolución ya que la experiencia pasada muestra que las opiniones de las diversas agencias del estado, puede diferir. "No se cual será la mirada de ANMAT sobre esa resolución ministerial ya que históricamente es una Agencia que ha sido muy restrictiva en su mirada sobre la regulación del Cannabis", explicó. Y agregó: "habrá que ver la letra chica, cuanto principio activo puede contener o si es posible combinar otras moléculas cannabinoides". En resumen, en teoría la nueva categoría debería facilitar la comercialización de este tipo de productos pero el diablo está en los detalles.
Otro punto que también cruza este debate es el de los profesionales. Es que todavía hay muchos especialistas que rechazan sumar esta opción en materia de tratamientos, incluso cuando se la proponen sus propios pacientes. Para Micciulli "esto ocurre porque el uso de cannabis nos interpela a todos y también a nuestro lugar como especialistas en salud. Hasta hace pocos años, muchos profesionales solían sentirse los "dueños" de la verdad e imponían un tratamiento sin "acordar" ni dar muchas explicaciones. Esto está cambiando y los pacientes tienen acceso al conocimiento y pueden querer explorar otros formatos. "Yo creo que debería ser un tema a hablar entre el paciente y su médico y poder armar un plan terapéutico que sea fruto de un acuerdo", destacó. Y recordó un beneficio extra de este approach. "Ese acuerdo, entre otras cosas, tiene un efecto positivo extra: que el paciente sea cumplidor y resulte más adherente a su tratamiento".
250 millones de pesos para hacer investigación
A mediados de abril el Ministro de Ciencia Daniel Filmus presidió la presentación del “Programa de Investigación y Desarrollo en Cannabis”. Esta convocatoria ofrecerá $250 millones para financiar proyectos de investigación y desarrollo en cannabis, cáñamo y sus derivados. Y no sólo para usos medicinales, terapéuticos y paliativos sino también industriales, y los aspectos sociales y culturales asociados. Los proyectos podrán ser presentados por instituciones del sistema científico y tecnológico y tendrán un monto de subsidio máximo de $10 millones que financiará hasta el 70% del monto total del proyecto. El tema interesa porque implica mucho dinero. Según un informe elaborado en 2021 por el equipo de ArgenCann "para el año 2025 se estima que esta industria puede crear unos 10.000 puestos de trabajo en el país, un mercado interno de ventas por un monto de 500 millones de dólares anuales ya que hay cerca de 15 millones de posibles usuarios de estos medicamentos por diversas patologías comunes. Y, además, estiman poder sumar ventas al exterior por unos 50 millones de dólares al año.
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