Por más que Joe Biden haya argumentado que su decisión de indultar a su hijo Hunter está motivada por un sentido de justicia, el impacto político y ético de esta medida es innegable. Hunter Biden, acusado en dos casos federales, recibió un indulto completo y sin condiciones, lo que inevitablemente alimenta el discurso repetitivo de Donald Trump sobre un sistema judicial corrupto y politizado.
La narrativa de Trump es superficial y demagógica, pero el contexto actual convierte esta acción en una jugada peligrosa. Biden, quien prometió no interferir en las decisiones del Departamento de Justicia, incumple su palabra con este gesto. Hace apenas seis semanas, aseguraba que no usaría su poder de indulto para ayudar a su hijo. Ahora, no solo rompe esa promesa, sino que entrega al Partido Republicano un arma discursiva que justifica indultos de naturaleza aún más controvertida, como el de los responsables del asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021.
Más allá del oportunismo político que esta acción desata, hay un componente ético inquietante. Las cárceles estadounidenses están llenas de personas que merecen un indulto más que Hunter Biden. Inocentes en el corredor de la muerte, personas encarceladas injustamente por delitos menores no violentos, en su mayoría afroamericanos e hispanos, o aquellos atrapados en un sistema judicial desproporcionadamente severo para ciertos grupos. En este contexto, que Biden priorice a su hijo resulta difícil de justificar.
En su comunicado oficial, Biden afirmó que Hunter fue víctima de una “injusticia” y que las acusaciones en su contra obedecían a su condición de “hijo del presidente”. Es cierto que el caso de Hunter tiene características atípicas: rara vez se imputan cargos por posesión ilegal de armas mientras se está bajo el efecto de sustancias, salvo que exista un crimen violento relacionado. Asimismo, muchas personas con problemas fiscales resuelven sus deudas en tribunales civiles.
Sin embargo, incluso si se trató de una “caza de brujas”, la decisión de Biden luce como un claro ejemplo de favoritismo. Mientras miles de personas languidecen en prisiones federales por delitos similares o menores, el gesto hacia su hijo plantea una imagen devastadora: la justicia parece beneficiar a los privilegiados y abandonar a los más vulnerables.
El contexto político hace que este indulto sea aún más problemático. Trump ha prometido endurecer las deportaciones, reanudar ejecuciones federales e incluso revertir la liberación de miles de personas que obtuvieron arresto domiciliario durante la pandemia. Frente a estas amenazas, la falta de acción de Biden en cuestiones judiciales resulta particularmente vergonzosa. Mientras Hunter recibe el perdón presidencial, estas políticas regresivas avanzan sin oposición sustantiva.
El uso de los indultos presidenciales como un regalo político no es nuevo. Bill Clinton indultó a su medio hermano por cargos de drogas; Trump, a Charles Kushner, padre de su yerno, acusado de evasión fiscal. Trump también utilizó este poder para liberar a sus aliados políticos, incluidos Steve Bannon, Michael Flynn y Paul Manafort.
Ahora, con el indulto a Hunter Biden, el escenario se vuelve más oscuro. Trump ya está capitalizando la decisión, utilizándola como excusa para justificar futuros indultos a sus propios aliados. Desde su plataforma Truth Social, escribió: “¿Incluye este perdón a los rehenes del 6 de enero que llevan años encarcelados? ¡Qué abuso e injusticia!”.
El caso Hunter Biden expone las grietas en la política estadounidense y en el ejercicio del poder. Mientras Trump se prepara para regresar al poder con una lista de indultos para sus amigos y aliados, Biden, al usar esta herramienta para proteger a su propio hijo, debilita su posición como defensor de la integridad institucional. El próximo mes, Trump será el primer expresidente condenado que regrese al cargo. En su historial ya figura el abuso del poder de indulto, pero ahora tiene un escudo perfecto: cualquier crítica a su uso de este poder podrá ser respondida con el ejemplo de Hunter Biden.
Lo que Biden quizás buscó como un acto de justicia hacia su hijo se transforma en un acto de injusticia hacia los miles de estadounidenses que necesitan un presidente que use su poder para servir al bien común. En lugar de reforzar la confianza en el sistema, Biden ha entregado a Trump y a los republicanos más municiones para justificar el abuso del poder presidencial. Y eso, para un país que ya enfrenta divisiones profundas, es un costo demasiado alto.
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