El conflicto se potenció con el último anuncio que los dos compartieron en la Quinta de Olivos, con Horacio Rodríguez Larreta sentado a la derecha del Presidente y Axel Kicillof a su izquierda (igual que en términos políticos). Con Alberto Fernández oficiando de biombo entre ambos, las diferencias quedaron expuestas. El alcalde porteño proponía una mayor apertura de la cuarentena y hasta hablaba de salidas para los chicos. El gobernador bonaerense, en cambio, se mostraba más cauto: la flexibilización del aislamiento debía ser gradual, y en cuanto a los niños, por el momento debían contentarse con acompañar a los padres a hacer las compras. Fue una solución de apuro, no muy meditada, porque lo cierto es que Kicillof se sintió "madrugado" por el anuncio de Larreta sobre los chicos y no quería ser menos que él.
Desde entonces, la relación entre ellos solo siguió empeorando. Por estas horas, el gobernador dijo que no estaba preocupado por la situación de las villas de la provincia porque él y sus colaboradores habían empezado a testear a tiempo sobre la presencia del coronavirus. Un palazo para su par porteño, que sufre con el desmadre de la Villa 31 y otras similares donde los contagios se multiplican sin control.
Otra mojada de oreja de Kicillof fue hacer trascender que estudiaba endurecer los controles sobre aquellos habitantes de la ciudad que se trasladaran a la provincia. El que no tenga el permiso de movilidad correspondiente será multado sin contemplaciones.
Desde el larretismo también se ensañan con Axel y repiten por lo bajo que su idea de los chicos acompañando a los padres al supermercado es dudosa. De esa forma, dicen, estarán mucho más expuestos a un contagio que en un simple paseo.
Para entender el fondo de esta pelea basta con revisar el alineamiento político de cada uno. Kicillof es el mimado de Cristina Kirchner, quien lo impuso como su candidato en la provincia y hasta lo considera un posible heredero. Rodríguez Larreta, en cambio, está cada vez más cerca de Alberto, el jeje de Estado que se consolida en las encuestas con su discurso anti grieta y permite que sus émulos, como el alcalde, también lo hagan. Hasta Mauricio Macri, el antiguo jefe de Larreta, mira con desconfianza esa buena relación.
Entonces, si Axel es Cristina y Larreta comulga con Alberto... ¿ya adivinan cuál es la pelea de fondo?
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