Friday 26 de April, 2024

PERSONAJES | 09-02-2023 15:26

Costa: “Pagás la fama con tu persona”

Hace temporada en Buenos Aires con “Costa Presidenta”. Conquistas y pendientes. Lengua filosa, religión, peso y popularidad.

Llegó la hora de sacarla del corset de “lo trans”. Después de varios años de ponerle el cuerpo y el alma a la tele, a la radio y al teatro; tras decenas de notas en las que argumentó por qué no le interesa cambiarse el nombre y cómo la cirugía bariátrica le permitió recortar su estómago y la herencia de obesidad, y refundar su apellido; llegó la hora. Tal vez el corolario fue el año pasado, cuando compró su casa y pudo firmar una escritura con una fórmula hecha a medida: “Señora Gonzalo Costa”. Y ya, no se diga más. 

Ahora protagoniza “Costa Presidenta” (Teatro Premier) y el poder y los poderosos se cuelan en su biografía: cuenta que el nacimiento de su abuela fue producto de una violación, que un señor de mucha plata sometió a su bisabuela. ¿Cómo se enteró de lo que podría haber sido un secreto guardado bajo siete llaves? Porque cuando le preguntaban a alguien de la familia en qué barco habían venido sus antepasados, la respuesta era: “De ningún barco, de una bisabuela violada”. La suya es como una genética del conflicto, de bancar los trapos, de provocar y conmover (una palabra muy usada por ella cuando dice que como artista, quiere conmover). Y qué es conmover sino zarandear, sacudir. “Me hace reír la gente cuando dice que alguien es malo porque sufrió mucho. Yo también sufrí mucho y soy buena, eso es una elección”, sostiene.

Aquella niña nacida del abuso creció y conoció a un tal Felipe Costa en una kermesse itinerante que llegó a Río Tercero, Córdoba. Como allí se había instalado la Fábrica Militar, al hombre le ofrecieron techo y trabajo y se quedó. Entonces se casaron, sin que ella estuviera enamorada, y tuvieron un hijo (años más tarde, el papá de Costa). Pero, en una fiesta del pueblo, la mujer se cruzó con alguien muy guapo, un comisario con el que se empezó a cartear y con quien terminó yéndose a vivir a la ciudad de Córdoba. Dejó al chico en la casa familiar y lo visitaba los sábados. Hasta que un día lo fue a buscar con su pareja, el comisario, y no se lo dejaron ver. “Mi abuela terminó robándose a su propio hijo y huyó, pero a los pocos kilómetros los paró la policía porque mi abuelo había hecho la denuncia. Como estaba huyendo con un comisario, los oficiales terminaron pidiéndoles disculpas”, cuenta. El poder, otra vez.

Noticias: ¿Le faltan conquistar espacios a nivel profesional?
Gonzalo Costa: A lo mejor me falta transitar el camino de la popularidad popular, popular. Hay mucha gente a la que le parezco demasiado complicada. Para algunos es “¡qué aburrida esa gorda!”. Pero yo no puedo ir en contra mío, a mí no me da lo mismo, no puedo. Siempre me parece que contando historias podés enriquecer y contar otras y bueno, por eso hay gente a la que le parezco insoportable, porque opino de todo. Pero me pasó toda la vida eso. Siempre me decían: “Ay, qué complicada, ¿por qué pensás tanto?”. Y yo decía: “¿Qué hago si no pienso?”.

Noticias: Sus primeras incursiones en el escenario fueron en medio del mutismo.
Costa: Claro, el TikTok es eso que yo hacía, es alguien haciendo la voz de otro, el TikTok es un invento de los transformistas. Eran siempre personajes mudos. Cuando empecé a laburar, no cualquiera agarraba el micrófono. Yo todavía temblaba antes de subirme al escenario y los compañeros te hacían sentir ese miedo. El under es siempre un lugar ingrato para laburar porque te maltratan y ganás poca guita, es como el derecho de piso, pagabas tu derecho de piso. Pero se usaba, yo no lo veía como un abuso. Sí me ocupé de nunca hacérselo a nadie. 

Noticias: En este mismo teatro en el que hoy protagoniza, fue asistente de vestuario y le subía el cierre a las estrellas.
Costa: Claro, y he visto a estrellas pegarle a la que la vestía. 

Noticias: Volvemos al poder. ¿Es difícil ocupar espacios y sostenerse sin extralimitarse?
Costa: Y bueno, eso sí es un laburo porque yo también tengo una lengua que soy un pozo de veneno. Yo sé decir cosas horrendas y cuando me encuentro en ese lugar… me pasó una vez con mi hermana. Yo tenía función en Ramallo y ese día teníamos que llevar a mi mamá al médico, en Lomas de Zamora, y de ahí volver a Belgrano e ir a Ramallo a hacer la función, manejando yo. Salimos tarde. Mi hermana me dice: “¿En qué te ayudo?” y yo le dije que cargara los bolsos. Cuando llegamos a Ramallo, ¡no estaba mi vestuario!… Entonces le dije cosas espantosas, y mientras se las estaba diciendo, le dije: “Perdoname, pero esta violencia reproduce todas nuestras violencias y es un idioma que yo manejo muy bien, perdoname pero me tengo que salir de esta escena”. Es un lugar en el que me siento muy cómoda y del cual tengo que huir, porque así como digo flores también digo sapos y culebras. 

Noticias: ¿Se cuida de que ese mecanismo no aparezca en su vida profesional?
Costa: No, caigo en eso muchas veces. A mí esta (señala su lengua) así como me da de comer también me ha dejado sin comer. 

Noticias: ¿La dejó en soledad?
Costa: ¡Sí, sí! Hay gente que no me quiere, y está perfecto, pero yo antes no dormía por eso y ahora entendí que pa´ gustos, los colores.

Noticias: ¿Cuándo lo entendió?
Costa: Un día en el que había mucha gente en un estreno y yo no estaba invitada y dije por qué, por qué, por qué. Después entendí que porque a lo mejor le caigo mal, por qué le tengo que caer bien a todo el mundo, por qué esa necesidad. Pero me pegó porque sentí la exclusión, lo que me pasó toda la vida, el sapo de otro pozo. 

Noticias: ¿Tuvo grandes amores o esa lengua también le jugó una mala pasada?
Costa: No, nunca me animé a vivir una historia de amor, es mi cobardía.

Noticias: ¿No se lo permitió o no encontró la posibilidad?
Costa: No, si siempre buscás hombres que están rotos para repararlos, lo común es que te salga mal. El tema es que yo soy sincera y lo digo, las demás personas dicen: “Ay, pobrecita de mí, qué mala suerte tengo”. Nunca me sentí amada por un hombre, a lo mejor me amaron pero yo nunca lo sentí.

Noticias: ¿Tiene que ver con la idealización?
Costa: Claro, es tan idealizado que es imposible. ¡Pero tampoco es que a las que no idealizan les ha ido tan bien!

Noticias: Pero entonces quizás lo que tiene es miedo. 
Costa: No, no sé si es miedo, yo creo que es no saber cómo. 

Y cuenta que tuvo un “romancete” con un actor mucho más joven, al que conocía desde chico porque había sido su vecino. Se reencontraron mientras cada uno hacía una obra en Microteatro. Él empezó a hablarle un día y ella se imaginó casada. Terminaban sus funciones, bajaban a cenar y Costa le daba de comer en la boca. Hasta que un domingo le presentó a la novia. “Yo dije: “¡Qué deshonesto este pibe!”, y después me di cuenta de que él tiene una relación con la chica en la que está todo bien, mi cabeza es la que no permite. Lo que pasa es que a los de mi generación, salir con una chica trans todavía les representa un drama, a los chicos más chicos, no”, asegura. Otra historia: hace poco fue al cine con otro joven, a ver una película que le gustaba a él, “Avatar 2”. Fue la primera vez que la abrazaron en el cine, así que no le importó la diferencia de edad ni no entender una jota de la película. “Pero salimos, llovía, me abraza y me dice: “¿Me das un beso?”. y yo le digo: “¿Acá?”, y me dice: “¿Y por qué no?”. Lo beso. Miro y había un hombre mirándome: ¡era el tío! ¡El tío del chico! ¿Podés tener tan mala suerte?”, recuerda. 

Noticias: ¿Cómo maneja el conocer a alguien siendo popular?
Costa: Vos pagás con tu persona. 

Noticias: ¿La fama se paga con la persona?
Costa: ¡Claro! La gente hace juicios de valor sobre vos, habla de tu moral, de tu economía. Es el precio que se paga.

Noticias: Es muy creyente, al punto de ir a misa con frecuencia. ¿Nunca se peleó con la institución?
Costa: Con la institución sí, pero está hecha por hombres y por mujeres que son imperfectos, como yo. Dios es Dios y Dios me ama, soy su creación. Después hay curas y monjas buenos y malos, gente perversa, pero es como en toda institución; en la Asociación Argentina de Actores hay gente buena y gente mala; hay periodistas buenos y periodistas malos; policías buenos y policías malos. Yo creo en un Dios amoroso, y que nos ama como somos y esto es lo difícil: amarme a mí con mis defectos, con mis oscuridades y con mis abismos. Dios me ama así, mi tarea es, tal vez, replicarlo en otro y amar a pesar de los abismos de los otros. 

Noticias: Ahora es “presidenta”, pero ¿qué evalúa cuando tiene que poner su voto?
Costa: Evaluás la historicidad, de dónde viene. Lo que pasa es que, como decía Pinti, elegimos entre la silla eléctrica y la horca. Acá viene uno y destruye lo que hizo el anterior, no inaugura el hospital porque tiene el nombre del otro y así, no hay políticas públicas… pero cuánta gente tiene ganas de hacer este análisis si a lo mejor ni comió.

Noticias: Después de la operación bariátrica que se hizo en 2017, una bisagra en su vida, ¿cómo se lleva hoy con la comida?
Costa: Mal, como toda la vida, es el “solo por hoy”, eso no cambió. Tengo mejores y peores momentos.

Noticias: ¿La frustra?
Costa: Claro que me frustra. Me frustra saberme tan lábil. Hace un año me operaron de la vesícula y bajé un montón de peso. Hoy veo fotos y digo: “¡Ay, qué bien que estaba, qué bronca!”, pero bueno, ya podré. O no. Me sigo cuidando todo lo que puedo pero es para siempre esto, una vez que lo tenés claro, ya no lo sufrís. 

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Valeria García Testa

Valeria García Testa

Periodista.

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