En los últimos años, en Argentina, el 8M tuvo un fuerte significado en las proclamas de género y en el establecimiento de los derechos en las mujeres y las minorías sexuales. Desde el aspecto laboral, civil y penal hasta en lo referente a la coyuntura educativa y sanitaria; colectivos feministas, agrupaciones políticas y referentes del movimiento LGBTQ+ adhirieron a los distintos reclamos en diferentes puntos del país.
En la era Milei, los reclamos y las protestas concernientes a la fecha se proyectaron con mayor amplitud. En las semanas previas, se hicieron asambleas de las que participaron diversos sectores de la sociedad: organizaciones sociales, sindicales, colectivos feministas y partidos políticos, entre otros. En ese marco, la agrupación Ni Una Menos convocó a la concentración en la Plaza del Congreso el viernes pasado.
La eliminación del Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación, junto con el cierre del INADI, la prohibición del lenguaje inclusivo y la perspectiva de género dentro del Estado Nacional, se encontraron entre los primeros puntos de las protestas. Un hecho que se vincula en lo discursivo con los dichos del presidente en el Foro de Davos, donde habló sobre la “agenda del aborto”.
En segundo término, y vinculado al punto anterior, la movilización tuvo como eje el rechazo al mega DNU 231/2024 y la protección de los derechos adquiridos como el aborto legal y la Educación Sexual Integral. Algo que el mandatario reiteró el miércoles pasado en una visita al colegio Cardenal Copello, donde afirmó que el aborto es un “asesinato agravado por el vínculo”. Esto sumado a los ataques verbales y descalificaciones que el propio Javier Milei disparó contra celebridades comprometidas con estas causas, como la cantante Lali Esposito.
“El embate contra los feminismos es un punto fundamental desde el discurso de Davos para acá, es algo que ya hacía en campaña. Ha puesto como blanco de ataque a los movimientos feministas porque los identifica con justicia social y esa es una lectura correcta. Una característica de la ultraderecha global es tratar de ubicar a los feminismos como chivo expiatorio de las frustraciones que viene generando el neoliberalismo, la falta seguridad en la vida cotidiana y atribuir culpa a los feminismos por esa situación de inseguridad colectiva”, manifestó Verónica Gago, referente de Ni Una Menos, en una entrevista al Diario AR.
Otro de los tantos reclamos, se encuentra en la falta de alimentos en los comedores comunitarios. El desabastecimiento de productos en estos espacios, centrados en los barrios populares, condicionan el funcionamiento de los mismos y, en algunos casos, llevan al cierre definitivo. Las políticas de reparto del Ministerio de Capital Humano, a cargo de Sandra Pettovello, sumado al recorte del programa Potenciar Trabajo impide que estos lugares comunales puedan sostenerse en el tiempo.
Sumado a estos puntos, las agrupaciones sociales también destacaron el vaciamiento de políticas dedicadas a atender la violencia de género, el ajuste al costo de vida y la desregulación en los precios de los alimentos. Y distintos bloques sindicales sumaron su participación en la movilización. La CGT, la CTA Autónoma, la CTA de los Trabajadores y la UTEP, acompañaron la marcha del 8M.
En el mismo día, pero de la vereda opuesta, el gobierno nacional, a través de su vocero principal, Manuel Adorni, anunció que se le cambiaba el nombre al Salón de las Mujeres de Casa Rosada y para pasar a llamarse Salón de los Próceres. El comunicado gubernamental fue calificado, por las organizaciones involucradas con la marcha, como una provocación.
por R.N.
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