Milei todo el tiempo chicanea con esta frase, que dijo el consultor Catterberg en el 2021. En sus redes subió una patente de EEUU que tenía su eslogan.
Javier Milei estaba obsesionado con conocer a Donald Trump. Es un modelo a seguir para él y le gusta verse en su espejo: alguien que no venía del mundo de la política y que terminó de presidente, luego de un paso mediático que lo convirtió en un fenómeno popular. Quizá sea, simplemente, un cholulismo puro y duro. Lo cierto es que el libertario, felicitado por Trump el día en que ganó las elecciones, había intentado de varias maneras concretar esa reunión.
En su visita a Estados Unidos en noviembre del año pasado, ya como Presidente electo, Milei se había puesto pesado con el tema: quería aprovechar el viaje para hablar con su referente, e incluso hubo sondeos para estudiar la logística de ese ansiado encuentro. A su equipo le costó mucho convencerlo de que era una muy mala idea visitar al ex mandatario -que sigue sin reconocer la derrota electoral del 2020- ante las narices de Joe Biden, y que eso podría complicar la relación bilateral.
Pero ahora el libertario concretó su sueño. En el backstage de la Conferencia de la Acción Política Conservadora, Milei finalmente conoció a Trump. “Mister President”, lo saludó, en un inglés rústico, mientras intentaba abrazarlo, en lo que pareció ser un incómodo momento. Pero aunque en Argentina lo que rebotó fue esa imagen, la CPAC está muy lejos de ser un hecho superficial. Es el think tank de la nueva derecha mundial.
¿Viva la libertad? “Cuando Milei y Villarruel eran personajes más ‘de los márgenes’ en Argentina, estas estructuras organizacionales como CPAC les dieron un sentido de pertenencia y participación a nivel internacional”, explica el sociólogo Ariel Goldstein. “La pertenencia a estas organizaciones brinda una visión de mundo, no es sólo una cuestión formal. Hay que destacar que Milei ya participó en el 2022 en la CPAC de México. La característica es que CPAC, que nació en Estados Unidos, se ha ido exportando a otros países recientemente como Japón, Israel y Brasil, a tono con el crecimiento de las derechas radicales”, dice el autor de “La reconquista autoritaria” y de “Bolsonaro, la democracia de Brasil en peligro”.
Es que la CPAC siempre tuvo como gran objetivo el de imponer agendas, hacer lobby o influir en la mente de líderes influenciables, como podría ser Milei. La Unión Conservadora Estadounidense creó el foro en 1964 con ese fin. Desde entonces vienen promoviendo temas como la libre portación de armas, el rechazo a la inmigración y al aborto, y la defensa de los “valores tradicionales”, mientras tienden puentes a todas las ramas del círculo rojo, desde dirigentes hasta empresarios y periodistas.
La aparición de Trump en el 2016, sin embargo, le cambió un poco la cara al evento, que desde entonces gira alrededor de él. Y de su discurso, cada vez más radicalizado. “Bienvenidos al fin de la democracia, estamos aquí para derrocarla por completo”, dijo Jack Posobiec, portavoz de un espacio político alineado a Trump, en la conferencia. No fue la única presencia extrema del evento: en esta edición se le dio un stand a la John Birch Society, una agrupación de extrema derecha que había estado prohibida en CPAC durante 12 años por sus polémicas posiciones, como la defensa de la discriminación racial. Se ve que los tiempos están cambiando.
Pero no se quedó ahí. Steve Bannon, el monje negro de Trump -que en diálogo con el periodista Juan Elman dijo que Milei “es fantástico” y que “lo amaban”- dio un encendido discurso en el que negó la legitimidad de las elecciones en las que ganó Biden y aseguró que era Trump el que “había ganado”. En el foro también hablaron Nayib Bukele -que tuvo un mano a mano fugaz con Patricia Bullrich-, Santiago Abascal de Vox -que criticó al aborto, la eutanasia, la inmigración, el ecologismo, la agenda 2030 y, sobre todo, al socialismo- y el propio Trump, que atacó, entre otros blancos, a los medios, a George Soros y a la inmigración. Estos son los amigos de Milei.
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