El viernes 8, en la avenida Antártida Argentina 2085, empezaron a trabajar sobre el diseño. Era sólo una posibilidad que nació ahí, en la Casa de Moneda, pero apenas llegó a la Quinta de Olivos la idea les gustó a todos, incluyendo el Presidente. “En este contexto pandémico vino como anillo al dedo”, cuenta un íntimo colaborador de Alberto Fernández. Entonces dieron luz verde a la imagen con el rostro del doctor Ramón Carrillo, el primer ministro de Salud de la historia local, para que protagonice el billete de $5000. Detrás estaría la fachada del Instituto Malbrán, ese laboratorio que el mandatario visitó en abril y que hoy es clave en la lucha contra el Coronavirus. Aunque todavía el billete no saldrá en circulación, y de hecho buscarán aplazar su impresión todo lo que se pueda, el diseño ya tiene el visto bueno presidencial y va a llegar, en algún futuro inflacionario, al bolsillo de los argentinos. La oportuna ocurrencia que tuvo la Casa de Moneda no es su único aporte al Gobierno: hoy esa empresa pública donde se imprimen todos los billetes del país es clave para sostener la delicada economía argentina abrazada a la emisión de pesos.
La vida es una moneda. Desde que la pandemia llegó al país la economía y la recaudación se desplomaron, una realidad que también le pegó a todas las empresas –grandes y pequeñas- del país. Para paliar esa crisis el Gobierno se amparó, sobre todo, en un recurso: una impresionante emisión para sostener la caída y para hacerle llegar alguna asistencia a la sociedad, en forma de pago de una parte de los salarios privados o por el IFE, entre otras medidas. Según el último informe del Banco Central su asistencia al Tesoro Nacional fue, entre febrero y abril, de $310 mil millones, más del doble, por ejemplo, del presupuesto que proyectó Tucumán para todo este año. Aunque no todo es dinero físico, el crecimiento de la circulación monetaria sí lo demuestra: en mayo fue de $1.420.556 millones, casi 100 millones más que el mes anterior y cerca del doble de ese mismo mes pero del 2019.
La Casa de Papel. Cada uno de esos billetes fue impreso en la Casa de Moneda, que tiene, además de la fábrica de Retiro de donde salió la idea de Carrillo, una en Don Torcuato. Esa sede, que cuenta con las mejores máquinas, era “Ciccone Calcográfica” hasta que el kirchnerismo la expropió en el 2012, un escándalo que culminó con la condena del ex vicepresidente Amado Boudou.
Esa empresa pública, que tiene más de 1100 empleados y un presupuesto de más de cuatro mil millones de pesos, está en pleno proceso de cambio. Como si fuera una postal del delicado equilibrio entre las distintas fuerzas del Frente de Todos, la Casa de Moneda mantuvo a las autoridades que había designado el macrismo hasta hace pocos días. Aunque tanto Fernando Pereyro, José Luis Lacoste y Augusto Ardiles Díaz habían presentado sus renuncias el 10 de diciembre -por ley no puede quedar vacante el directorio de una empresa pública-, recién el jueves 7 de abril se conoció al nuevo presidente: es Rodolfo Gabrielli, ex gobernador de Mendoza que llegó al cargo luego de haber apoyado la candidatura a gobernadora de aquella provincia de la ahora senadora Anabel Fernández Sagasti, delfina de CFK. El cuyano conoce al Presidente de la época en que uno era jefe de Gabinete y el otro titular de Arsat. Cerca de Gabrielli cuentan que Alberto Fernández mismo lo llamó para ofrecerle el puesto.
Mientras tanto, sólo Pereyro dejó su cargo, mientras que todavía no están designados los reemplazos del vicepresidente, Lacoste, ni del director, Ardiles Díaz, y por lo tanto no están formalmente renunciados. Quizás no sea fácil: los directores son nombrados, respectivamente, por orden del Banco Central, por Hacienda y por el ministerio de Defensa -como imprimir un billete es un acto soberano, uno de los puestos lo decide esa cartera-.
No es lo único llamativo ocurriendo en aquellos pasillos. A contramano de la creencia popular que se extendió en estos meses, las máquinas de impresión estuvieron casi frenadas: las primeras tres semanas hubo un parate -y el proceso para que un billete esté listo tarda casi un mes y medio-, y recién después de eso se retomó la producción pero con una capacidad reducida por la pandemia.
El personal viene golpeado desde el 2016, según denuncian los trabajadores: desde entonces hubo casi 500 despidos, y recién con la llegada de la nueva gestión, asegura una de sus delegadas, Victoria Hassanie, tuvieron un primer encuentro formal con las autoridades para evaluar una posible solución. El crecimiento de la circulación, de hecho, se hizo usando el stock que tenían las bóvedas del Banco Central y de la Casa. No es el único drama que pasa en aquellos pasillos: a fines de la semana pasada detectaron un caso positivo de Coronavirus en uno de los trabajadores, de la sede de Retiro. A otros siete empleados del lugar los aislaron e hicieron el hisopado, que dio negativo. Sin embargo, en la sede quedó el estrés: “No están actuando bien, hubo por lo menos 15 personas más que tuvieron en contacto con el que le salió positivo y siguen yendo a trabajar”, cuentan en aquellos pasillos. Desde la Casa lo desmienten: "En esa área hicimos 31 hisopados: 27 dieron negativos, 1 confirmado y el resto sospechoso. Todos asintomáticos. Hicimos tres comunicados al personal, que pegamos por todo el edificio, y enviado también a sus correos, para que estén informados. Es más, en todas las entradas hay un aparato que mide oxígeno y ritmo cardíaco más la pistola para la temperatura. O sea, aplicamos el protocolo de Salud y con los asintomáticos estamos en contacto desde Recursos Humanos, y no pueden volver hasta que no tengan el alta médica".
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