Horacio Rodríguez Larreta está dejando atrás su look Steve Jobs de camisetas negras y jeans. En las últimas semanas se lo vio usando traje más veces de lo habitual. La cena de la Fundación Libertad y el evento de Clarín de la semana pasada en el Malba son dos ejemplos, pero también ya había optado por un look más formal en una visita que hizo a la Feria del Libro, en un evento de la Cámara de Comercio de los Estados Unidos en Argentina y también en una conferencia de prensa que dio con la ministra de Educación de la Ciudad, Soledad Acuña.
El cambio estético está atado a su necesidad de transformarse, de una vez por todas, en un presidenciable con chances a los ojos del establishment.
Tensiones. Los que están apurados y ansiosos son los que están alrededor de Rodríguez Larreta, que se encuentra frente a una encrucijada: su entorno presiona para que “acelere los tiempos” por el cambio en el escenario opositor con la revalorización que Macri logró de su figura en los últimos dos meses. Ya no sirve la estrategia larretista de hacer la plancha y “refugiarse en la gestión”, como venían sosteniendo los suyos. El coqueteo de Macri con una eventual candidatura el próximo año puso nervioso a su círculo íntimo, que ve al jefe de Gobierno desdibujado. “Hay que cambiar la estrategia urgente”, resumió un funcionario con despacho en la calle Uspallata.
La última semana hubo reuniones por todos lados y el candidato comenzó a viajar más al interior del país. En las próximas semanas podrían reforzarse esas giras por el interior. Es lo que esperan los que quieren a Rodríguez Larreta más protagónico, con mayor liderazgo y rodeado por dirigentes con más envergadura política que muchos de los que ahora lo rodean. En esa línea, Larreta recibió de diferentes lugares del círculo rojo sugerencias para que incorpore a dos personas a su equipo. Una es el economista Carlos Melconian y la otra, Emilio Monzó.
Melconian estuvo participando del Foro del Hotel Llao Llao en Bariloche, donde dio su visión de hacia dónde debería ir la economía en un próximo gobierno. El economista dice que ese plan es “apolítico” y que cualquiera puede usarlo. Rodríguez Larreta tomó nota de la sugerencia y hasta retrucó que en un posible gobierno suyo, el ministro de Economía sería Melconian.
Emilio Monzó está embarcado en juntar a diferentes dirigentes de centro a los que ya reunió hace unas semanas en la casa de Juan Manuel Urtubey en San Isidro. Allí estuvieron Florencio Randazzo, Rogelio Frigerio, Juan Schiaretti, Gerardo Morales y Graciela Camaño, y ya está coordinando el segundo encuentro.
El diálogo entre Monzó y el larretismo es constante. Hace dos semanas almorzó una mozzarella burrata sobre tomates en el restaurante Selquet con Edgardo Cenzón, que está colaborando con el armado y financiamiento de la campaña Larreta Presidente. Tomaron Coca Cola Light y agua. Cenzón, que vive en Uruguay, viaja todos los meses a Buenos Aires para mantener reuniones con diferentes empresarios y dirigentes y tiene la misión de convencer a Monzó de dar el salto. Monzó dice que todavía no se sumó al larretismo y en el larretismo dicen que ya está trabajando para ellos, pero por afuera. Algo así como: “Está con nosotros, pero todavía no lo sabe”. Raro.
Prueba de fuego. En una cena que hubo hace dos semanas, Rodríguez Larreta recibió la bendición del establishment que le venía pidiendo más actitud como candidato y más dureza frente al oficialismo. Fue en la Fundación Libertad y las estrellas de la noche, además del alcalde porteño, fueron Mauricio Macri y el escritor peruano Mario Vargas Llosa, un duro crítico del peronismo.
El jefe de Gobierno porteño leyó un discurso firme y duro con el kirchnerismo, que fue bien recibido por los comensales y que el candidato presidencial apuró porque los organizadores le habían avisado en la previa que contaba con cinco minutos de exposición y no 15, como le habían prometido. “Parecía que leía en la versión acelerada de audio de WhatsApp”, bromeó uno de sus colaboradores, que salió apurado del salón junto al jefe, antes de que Macri lo felicitara por sus palabras frente a un auditorio exigente. “Estuviste muy bien”, le dijo el ex presidente a Larreta.
El ex mandatario se subió un par de días después a un avión rumbo a Estados Unidos, según trascendió, mucho menos elogioso con su sucesor en la Ciudad que lo que estuvo en esa cena. El vínculo entre ambos es inquietante.
La última movida comunicacional del larretismo es que los funcionarios del Gobierno porteño tengan más presencia en los medios. Uno de los que más entrevistas dio en el último mes fue el ministro de Seguridad, Marcelo D’Alessandro, quien hasta hace pocos meses casi no tenía presencia. A la lista de los que de aquí en adelante hablarán más se suman el jefe de Gabinete Felipe Miguel, la ministra de Educación Soledad Acuña y el ministro de Salud Fernán Quirós, de buena imagen.
El camino al 2023 será con obstáculos para Rodríguez Larreta. Tendrá que definir a quién pretende como sucesor para la Ciudad y también llegar lo mejor posicionado posible para ser competitivo en la elección presidencial, aunque eso implique hacer recálculos en su estrategia. Ya está dando las primeras señales: en las próximas semanas se lo verá más federal. Habrá que ver qué tan natural le sale o si queda muy impostado. Separar a Larreta de la Ciudad será un desafío difícil.
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