Friday 29 de March, 2024

POLíTICA | 18-10-2022 07:55

Facundo Manes: el opositor que incomoda a todos

Sus críticas a los aliados hacen temblar a Juntos por el Cambio. ¿Ego o estrategia? El rol de su hermano y la tensión con Mauricio Macri y Gerardo Morales.

Apenas habían pasado unas horas desde las salvajes críticas de Facundo Manes a Mauricio Macri en televisión y el escándalo ya tenía grandes dimensiones. Por eso, algunos de los dirigentes más encumbrados del radicalismo se fueron comunicando entre sí para decidir qué hacer.

Muchos militantes del PRO pedían excluir al neurocientífico de Juntos Por el Cambio y el silencio del partido centenario no ayudaba a calmar las aguas: “A riesgo de que Facundo pudiese sentirse aislado, hubo que hacer una declaración partidaria”, revela a NOTICIAS uno de los armadores del radicalismo.

“El Comité Nacional trabaja cotidianamente para fortalecer Juntos, que es la única herramienta para terminar con el kirchnerismo”, dice el comunicado que publicaron el martes 4 por la mañana.

Luego vendrían las repercusiones internas: Gerardo Morales, presidente de la UCR y posible candidato a la presidencia -lugar que se disputa con Manes-, no habló con el diputado bonaerense, pero sí lo hicieron las segundas líneas.

“La idea del Comité Nacional fue dejarle en claro a Facundo que la tensión entre los partidos de la coalición las maneja el Comité, no los precandidatos. Lo que él opina es a nivel personal, no puede quedar involucrado el espacio”, contó uno de los dirigentes que sirvió de nexo dentro del radicalismo. Cerca de Manes lo defienden: “Ese comunicado lo hicieron entre poquitos dirigentes. Además, el comité bonaerense lo bancó a Facundo”. Por un momento, los cortocircuitos también hicieron saltar el disyuntor del centenario partido.

No es la primera vez que el neurocientífico provoca un cimbronazo en la oposición. Dispuesto a confrontar con el PRO para que el radicalismo deje de ser furgón de cola de la coalición, le apunta a Macri, a Horacio Rodríguez Larreta o a Patricia Bullrich sin distinción. Apenas lleva dos años en política, pero a los codazos ya logró instalarse entre los presidenciables.

Bomba. “Hubo operadores que manejaban la Justicia y también evidencia que deja en claro que espió a gente de su propio Gobierno”, disparó Manes contra Macri. En una entrevista en LN+, el diputado indicó que el ex presidente tenía “que reflexionar”, porque en su gobierno hubo “populismo institucional”. Suficiente para garantizar la polémica.

La lluvia de respuestas de dirigentes del PRO se festejó hasta en la Casa Rosada. Es que mientras el oficialismo se ordena a pesar de la crisis, la oposición cruje. “El episodio de Manes es desopilante, es para un médico psiquiátrico”, celebró el diputado del Frente de Todos Leandro Santoro.

Larreta, Bullrich y María Eugenia Vidal salieron en tándem a contestarle. Pero también el presidente de la UCR: “Ha sido un exceso”, sostuvo Morales. Los halcones de la coalición se hicieron un festín: “El que trajo al neurocoso que se lo lleve”, publicó en Twitter Fernando Iglesias, parafraseando a Sergio Berni.

“Facundo intenta ampliar el espacio. Y en ese afán, dice cosas que no termina de medir”, lo justifica uno de sus armadores. En el macrismo descreen de esa posición: “No es inocente: entiende mucho de política, y si lo dijo es porque quería”, protestan.

De todas maneras, Macri cree haberle sacado buen rédito a lo sucedido. Según le confesó a su círculo íntimo, estaba contento por la defensa corporativa que tuvo de la dirigencia de la coalición. Le hicieron notar un dato que le causó gracia: durante dos días, el irrespetuoso hashtag #ManesPelotudo había sido tendencia. Y volvió a repetir una frase que usa a menudo para definir al neurocientífico: “¿Cómo puede ser que una persona que estudia el cerebro no pueda controlar el propio?”, le escribió a algunos de sus contactos.

La mesa chica de Manes asegura que el neurocientífico no quiere dañar la coalición, pero entiende que hay discusiones que se tienen que dar si el radicalismo quiere imponer a su candidato. “Parece que no se puede criticar a Macri”, repiten en cada café cuando les reprochan la actitud de Manes. Y completan: “Macri dijo que el radicalismo es populista, Carrió cruzó a Frigerio, Ritondo le tiró a Lilita que es ‘tóxica’, Lousteau dijo que Larreta compra todo lo que puede comprar. Y contra el único que hacen un comunicado es contra Facundo. Explicámela”.

Lo de Manes en política es atípico. En Juntos Por el Cambio, la mayoría de los dirigentes aseguran que tienen buena relación personal con él, más allá de que públicamente lo critiquen. Salvo Macri, con el cual no tiene contacto, los demás precandidatos hablan con frecuencia con el radical.

En medio del tembladeral, hubo una nota de color que resaltan cerca del neurocientífico: algunos dirigentes que públicamente lo fustigaron, halcones incluidos, le escribieron previamente a su celular para avisarle que se sentían obligados a cruzarlo. Cosas de la política: el que avisa no traiciona.

En carrera. Manes se volcó a la política con una sola intención: ser presidente. Como se decidió durante las elecciones de medio término, tuvo que ingresar por el Congreso, pero una banca no lo completa. En su cabeza no hay otro sillón que no sea el de Rivadavia. Cree que tiene las herramientas necesarias para hacer una buena gestión, saltando la grieta.

Además, al menos por ahora, considera que el rumbo es el adecuado. “La única explicación que hay de tanto ruido alrededor de Facundo es que está creciendo en las encuestas. Por eso lo quieren adoctrinar. Y como no viene de la política, él no tiene compromiso. Es disruptivo”, analizan con grandilocuencia a su alrededor.

El neurocientífico arrastra los pergaminos de una carrera privada exitosa. Analistas del PRO lo estudiaron en profundidad y rescatan dos cuestiones: la gente le cree, pero todavía tiene un alto nivel de desconocimiento como candidato.

Es que dentro de la Cámara de Diputados no tuvo muchas chances de mostrarse. En un Congreso virtualmente paralizado, su trabajo no fue el más profuso: es firmante de 18 proyectos de ley y ocho resoluciones, según consta en su apartado digital.

Curiosamente, en Diputados tuvo más repercusión por una inacción que por una acción. Fue el único de los legisladores del bloque de Juntos Por el Cambio que no estampó su rúbrica en el pedido de juicio político a Alberto Fernández, luego de que el Presidente comparara al fiscal Diego Luciani con Alberto Nisman. Él argumentó su decisión en redes: “Lo que dijo el Presidente es bochornoso, pero el pedido de juicio político es una medida extrema”.

En su despacho van más allá: “Era algo muy serio para hacerlo de forma tan liviana. El Presidente hizo una declaración en TN un miércoles a la noche y el jueves por la mañana ya daba vueltas el proyecto que habían traído del PRO”, explican. Y completan: “No nos dejaron debatirlo, charlarlo, agregarle una coma. Había que firmarlo sin leer. Y Facundo no hace así las cosas”.

No fue la primera polémica. El 1° de marzo, durante el inicio de sesiones ordinarias, ya se había diferenciado de su bloque. Apenas el Presidente empezó a dar su discurso, los legisladores de la oposición se levantaron. Él fue el único que quedó sentado y esa imagen se viralizó: “Ya probamos con no escucharnos y así estamos”, sentenció él.

Fuera de la Cámara, Manes ya empezó una recorrida nacional. En septiembre terminó la primera etapa de 70 ciudades en una caravana de Fiat 500 ploteados con su nuevo eslogan, Empatía. En cada parada realizó al menos dos actividades: pasar por el comité radical del lugar y dar una charla en la plaza principal. La primera para juntarse con sus correligionarios y la segunda para hablarle al público en general, muchas veces no politizado.

En octubre comenzó la nueva parte de su carrera al 2023. “Hasta ahora queríamos exponer que se puede saltar la grieta. Ahora Facundo va a desarrollar su plan económico y de desarrollo”. La primera semana, al menos, el plan fracasó. Manes y su equipo se la pasaron explicando sus declaraciones televisivas y recibiendo reprimendas de sus compañeros de espacio.

Pero las tensiones no pueden durar tanto tiempo. Antes de fin de año, en la UCR quieren dirimir quién será su candidato, entre Morales y Manes, para no llegar debilitados a la pelea con el PRO, el rival interno a vencer.

Eso alarma al espacio que creó Macri, acostumbrado a liderar la oposición. Mientras algunos creen que no habrá problemas en imponer sus candidatos, otros consideran que llegar con una danza de nombres dividirá sus votos, mientras que el radicalismo irá unificado. El resultado podría poner a un dirigente del centenario partido a disputar la presidencia contra el Frente de Todos.

La decisión. Dos veces había coqueteado Manes con la política antes de confirmar su candidatura, esa que lo llevó a la Cámara baja. En el 2017 fue tentado por primera vez por Cambiemos para ser parte de la lista a diputados, pero no aceptó. Y en el 2019 empezó a elaborar la teoría del candidato “no tradicional”.

Por aquel entonces, ya marcaba las diferencias que hoy lo hacen un candidato incómodo para la oposición. Es que no sólo señalaba al kirchnerismo. Decía que quería salir de la lógica River- Boca que planteaban Macri y Cristina. “Creo que la Argentina tiene un importante desafío, que es que los ciudadanos presionemos por un propósito en común”, repetía en sus charlas que se promocionaban como “la revolución del conocimiento”.

Finalmente llegó el día de la decisión. Fue el 3 de julio del 2021 cuando reveló que daría el salto, de la mano de la UCR. Faltaban tres semanas para el cierre de listas para las PASO: “No podemos permitir que el miedo nos paralice. Es tiempo de estar presentes”, dijo en un video que se difundió en sus redes.

No fue un aterrizaje suave en la política. Manes se peleó de entrada con los protagonistas de la oposición. “Espero que no se gasten los impuestos de los porteños en la campaña bonaerense”, le dijo a Horacio Rodríguez Larreta, quien impulsaba a Diego Santilli en la provincia. Hasta el radical Luis Brandoni lo reprendió: “Manes cometió una imprudencia, le falta práctica política”, sostuvo. Hubo una escalada de tensión que sólo bajó cuando se cruzaron de manera fortuita en el estacionamiento de un canal de televisión. Firmaron la paz para que la campaña pudiese seguir adelante.

Pero el mayor cortocircuito se produjo con Elisa Carrió. El neurocientífico dijo en un reportaje que ella le había ofrecido ser su candidato a vice en el 2015. Carrió lo negó: “No se admiten mitómanos en Juntos por el Cambio”, explotó en sus redes.

Su irrupción en la política estuvo marcada más por los ataques a los suyos que a los extraños. “Yo nunca fui parte de Cambiemos”, aclaraba en cada entrevista para diferenciarse de la gestión 2015- 2019.

En las primarias quedó detrás de Santilli, pero sacó más de 1.250.000 votos. Hay dos formas de presentar aquel resultado. El PRO usa la más lineal: perdió. Pero su equipo asegura que agregó los sufragios necesarios para que en las generales se diera el batacazo contra el Frente de Todos, nada más y nada menos que en la provincia de Buenos Aires.

Manes sigue en modo pelea para alcanzar su utopía presidecial. “No busca rivalizar, busca liderar”, argumentan en su mesa chica. Ni siquiera le importa que lo consideren funcional al kirchnerismo. Está haciendo lo que cree necesario para que el PRO no lo someta en las próximas elecciones: incluso si eso significa llevar a la oposición a la cornisa.

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