El gobierno de Javier Milei presentó un rediseño integral de los sellos o “logos” de los ministerios nacionales como parte —según la Casa Rosada— de un relanzamiento comunicacional al cumplir dos años de gestión. Las nuevas insignias fueron difundidas por las cuentas oficiales de las carteras y acompañadas por explicaciones sobre los símbolos elegidos para representar cada función ministerial.
La polémica estalló, sin embargo, cuando en redes sociales varios usuarios y medios advirtieron que el nuevo sello del Ministerio de Relaciones Exteriores presentaba un planisferio del país en el que no aparecen ni las Islas Malvinas ni la Antártida argentina. Varios artículos señalaron que la omisión fue notoria y que el logo llegó a ser retirado o sacado de circulación tras las críticas. La ausencia de las islas fue interpretada por críticos como un desdén institucional hacia un reclamo de soberanía que históricamente es un tema sensible en la agenda pública y política argentina.

Además de la eliminación de las Malvinas del mapa, expertos señalaron que algunos de los nuevos diseños incorporan imaginería con claras referencias externas —por ejemplo un águila calva asociado históricamente a Estados Unidos o una antorcha similar a la Estatua de la Libertad— lo que alimentó críticas políticas sobre un rebranding con tintes extranjeros y culturalmente polémicos. Varios dirigentes opositores coincidieron en que esto no es mero diseño: es una comunicación de Estado que transmite valores y prioridades.
La controversia se mezcló con el historial público del propio canciller Pablo Quirno. Medios rescataron tuits y posteos antiguos del funcionario en los que relativizaba o hacía ironías respecto del reclamo argentino sobre Malvinas, lo que tensó aún más la reacción social y política ante la omisión en el sello. Parlamentarios de la oposición y referentes de organizaciones vinculadas al reclamo soberano exigieron explicaciones formales y cuestionaron tanto la selección gráfica como la sensibilidad diplomática de la cartera.

En el frente oficial, desde la Jefatura de Gabinete y las carteras se describió el cambio como parte de una “nueva identidad visual” para reforzar la misión de cada ministerio en la segunda etapa de gestión; las publicaciones fueron acompañadas por textos explicativos sobre el significado de cada emblema, sin que en muchos casos mediara una explicación pública detallada sobre la omisión de Malvinas en el logo de Cancillería. Esa falta de respuesta clara contribuyó a la sensación de improvisación comunicacional.
El desliz ha provocado críticas de la oposición y referentes políticos. Entre los más duros, el diputado nacional por Unión por la Patria, Carlos Castagneto, —en un posteo público en X— cuestionó al presidente: “Señor presidente @JMilei se olvidó en el escudo, poner a las Islas Malvinas. Espero que lo corrija inmediatamente. ¡Vergüenza Nacional!”.

La polémica revive debates previos: en 2024 ya hubo un episodio en que se proyectó un mapa de Argentina sin las Islas Malvinas —lo que generó fuertes cuestionamientos. Unas horas después de la primera comunicación desde el Ejecutivo tomaron nota e incluyeron a las Malvinas en el nuevo sello.
Más allá de la controversia, las siguientes carteras ejecutivas fueron las afectadas a la propuesta de la renovación de imagen oficiales: Ministerio de Economía, Ministerio de Seguridad Nacional, Ministerio de Defensa, Ministerio del Interior, Ministerio de Desregulación del Estado, Ministerio de Capital Humano, Ministerio de Justicia, Ministerio de Salud y la Vocería Presidencial.
El Escudo Nacional es un emblema central de la Argentina, asociado a la historia, la soberanía y la representación de la Nación. Su diseño tiene estatus normativo y no admite modificaciones. La difusión de una versión alterada en documentos oficiales ocurre, además, en un momento de debates sobre identidad nacional y reclamos históricos como el de las Islas Malvinas, lo que refuerza la sensibilidad alrededor de su uso correcto.















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