La polémica figura mediática que hoy ocupa un escaño en la Cámara de Diputados, Virginia Gallardo, volvió a acaparar titulares al calificar con dureza —y con su sello de sinceridad sin filtros— su primera experiencia en el recinto: “El Congreso es peor que el Bailando”.
En una entrevista televisiva tras asumir su banca por la provincia de Corrientes, Gallardo relató con tono relajado pero contundente lo que vivió en su debut como legisladora. Dijo que ingresó con actitud seria y comprometida, dispuesta a adaptarse a la solemnidad de la jura, pero lo que encontró fue un clima de caos: “grito acá, grito allá, volaban cosas”, describió.
Lejos de sentirse afuera de lugar por su pasado mediático, la diputada sostuvo que, irónicamente, terminó encajando mejor de lo esperado. “Pensé que iba a desentonar, pero resultó que estaba 'regia y espléndida'”, bromeó, subrayando su sorpresa por la vorágine del recinto.
Gallardo caracterizó la sesión como una “fiesta”, un humor negro con el que contrastó el glamour televisivo del programa Bailando por un sueño con el descontrol que, según ella, dominó el Legislativo. Su frase resonó: para ella, “el Congreso es peor que el Bailando”.
La declaración no solo revela su particular mirada de recién llegada al poder: también pone en evidencia el contraste entre las expectativas institucionales y la realidad del funcionamiento parlamentario. Con su estilo frontal, Gallardo expuso un malestar compartido por muchos nuevos legisladores: la confusión, la tensión y el desorden que, en su opinión, terminan siendo menos contenidos que una pista de baile mediática.
Queda por ver si, más allá del impacto mediático, su denuncia —o su anécdota— impulsa alguna reflexión seria sobre la limpieza del debate político o si todo quedará como un “fuerte opening” digno de TV.














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