¿Cómo se le explicaría a un extranjero, desconocedor por completo de la realidad argentina, lo que sucedió el lunes en el Movistar Arena?
Teniendo en cuenta que Javier Milei cerró su campaña en ese estadio agradeciéndole a “la parte de la familia que le da contención” y a sus “hijitos de cuatro patas”, la conversación debería arrancar con una aclaración necesaria: cuando el economista habla de ellos se refiere a Conan, su perro, y a su prole. Este es un mastín inglés pero también es mucho más que eso. Es su “primer, gran y verdadero amor”, al que le guarda una devoción sólo comparable a la que siente hacia su hermana, Karina.
Hasta ahí uno puede imaginar la charla con el turista, que seguramente para esta altura se empezaría a mostrar algo sorprendido. Alguna lógica tendría. Ni en Argentina ni en otras partes del globo es muy frecuente ver a un candidato presidencial finalizando la campaña con la que aspira llegar al poder hablando de una mascota.
Sin embargo, al extranjero todavía lo esperaría un giro aún mayor en la trama. Es que Conan, al que Milei le dedicó su encendido discurso ante más de ocho mil personas, ni siquiera está vivo.
Conan murió a fines de 2017. Fue luego de una larga enfermedad durante la cual su “padre”, en sus términos, lo acompañó con todo el amor del mundo. Entonces, en términos estrictos, lo que hizo el diputado no fue dedicarle el discurso a su perro. La oración correcta, habría que decirle al recién llegado a Argentina, sería: el diputado le dedicó su discurso a su perro muerto.
Es sólo una palabra de diferencia pero entre ambas hay un abismo. Lo hay por motivos obvios, pero también por otros que, llamativamente, parecen no estar tan claros. Es que luego de la muerte del perro/hijo Milei cambió para siempre. Comenzó a hablar con el fallecido can a través de una médium que lo comunicaba con el más allá, un camino místico que iría profundizándose con el tiempo. Sería luego el propio economista el que comenzaría a mantener diálogos con seres muertos -como la filósofa Ayn Rand o el fundador del libertarianismo Murray Rothbard- e incluso con Dios, que le terminaría revelando que tenía para él “una misión”. Ese mandato divino tuvo mucho que ver con el salto del libertario a la política. Hay un camino que une la muerte de Conan, el perro que funcionó como una barrera contra la soledad con la que Milei batalló a lo largo de su muy difícil vida -que incluyó violencia física en su infancia, entre otros tormentos-, con el nacimiento de La Libertad Avanza y el acto en el Movistar Arena.
Aunque la profundidad del desequilibro emocional del libertario no deja de ser impactante, hay algo que llama mucho más la atención: la tenaz insistencia de una parte de sus seguidores y del grueso de los dirigentes de su espacio de hacer oídos sordos ante la realidad.
Acá es donde la charla con el extranjero alcanzaría el clímax de lo insólito. Es que este costado esotérico y místico de Milei no sólo se expusieron con detalle en el libro “El Loco”, la biografía no autorizada sobre él y su frente que acaba de publicar Planeta, sino que también ocurrió algo mucho más elemental, que raya lo insólito.
Una pequeña digresión. En lo que va desde que se publicó “El Loco” seguí con cierto regocijo -y en algunos casos, algo de pudor- las críticas de algunos seguidores del “león” al libro, en especial esas que venían de algunos de los referentes supuestamente calificados de esta nueva derecha. Aunque con distintos grados de respeto en la devolución -no tuvieron la misma altura los comentarios de los escritores Agustín Laje y de Nicolás Márquez, de Santiago Oría, el publicista de Milei, o las del economista José Francisco Cuevas que las de los influyentes influencers liberales “Los herederos de Alberdi” o las del padre Javier Olivera Ravasi, por citar unos ejemplos-, el fondo de los reproches era el mismo: negaban la veracidad del relato.
El discurso en el Movistar Arena, y la charla ficcionalizada con el extranjero, entonces, le dan al autor de esta nota y de ese libro la excusa para hacer algo que rompe con todos los manuales del periodismo, que en los papeles va contra toda la ética de este oficio.
Voy a develar la gran fuente de “El Loco”.
Y sé que esto puede causar conmoción, pero ahí va.
La persona que le dio sostén a las 240 páginas del libro, la que una y otra vez se encargó de darme información detallada, la que sembró las pistas, fue nada más y nada menos que… Javier Milei.
En este punto vuelvo al extranjero y lo imagino con los ojos bien abiertos y la cabeza llena de preguntas. ¿Cómo es posible que el propio liberal, que bloqueó a este periodista y dejó de hablar con cualquier colega de la revista Noticias y de todo el grupo Perfil -luego de que este medio expusiera los flagrantes plagios que hizo en su libro/robo Pandenomics- estuviera dispuesto a contarle sus secretos más íntimos? ¿Cómo es que un candidato presidencial, a poco tiempo de una elección tan trascendental, se expusiera a revelar su costado esotérico, que incluye charlas con perros y humanos muertos y con el propio Dios?
Para esas preguntas no tengo una respuesta. Pero sí puedo insistir con el mismo punto: fue el propio Javier Milei el que confesó los misterios de Javier Milei.
Vamos a las pruebas, de atrás para adelante, el mismo camino que hizo el libro a la hora de ser escrito.
Prueba número 1. Javier Milei contó en una decena de entrevistas -y también en su autobiografía, “El camino del libertario”, que curiosamente también contiene plagios- que a Conan lo adoptó en el 2004. Eso deja sólo dos alternativas. O con casi 20 años el perro del economista es un prodigio de la naturaleza -los mastines ingleses tienen una expectativa de vida de seis a doce años- o está muerto.
Prueba número 2. 13 de mayo de 2019, Radio Mitre. Marina Calabró cuenta al aire una charla con Milei, en la que él le explicó como fue el proceso en el que clonó a Conan en Estados Unidos, mediante el cual llegaron sus “nietos”. Ya me imaginó acá la respuesta de muchos seguidores del economista: otra operación mediática más. Bueno, en este link pueden escuchar los audios del propio libertario revelando el secreto. “Primero tenés que ponerte en contacto con una empresa que se llama Perpetuated. Ellos te dan las indicaciones para las tomas de muestras. Una vez que las tenés, la enviás. Ellos generan un conjunto de células, lo congelan y lo usan cuando vos des la orden. La empresa está en Texas, es de biotecnología y hace las clonaciones”, dice entre otras cosas. Calabró, en base a la charla que tuvo con Milei más allá de los audios que puso al aire, contó que ese proceso costó “unos 50 mil dólares”. Jorge Lanata, el conductor, se mostró sorprendido por lo que escuchaba, y le repreguntó a la periodista sobre si eso era algo que Milei efectivamente pensaba hacer. “Ya lo hizo”, le contestó Calabró.
Prueba número 3. 2018, Radio El Mundo. Otra vez habla Milei. “Muchos liberales tienen, en la percepción objetivista, digamos, o sea, no tendrían pruebas para creer en Dios. En mi caso yo sí creo en Dios. O sea, y digamos, o sea… y desde mi punto de vista digamos he tenido pruebas de que existe. O sea, con lo cual, digamos, o sea, y es más, o sea, digamos, con lo cual… es lo que yo creo, es problema mío, ¡es mi creencia!”. En el 2022 le dijo algo parecido al periodista Luis Novaresio, cuando le aseguró que “el uno”, como llama a Dios, “existía”. “¿Cómo un tipo tan pragmático como vos cree en algo incomprobable?”, le retrucó el periodista. “Eso en tu caso. A mí me han pasado cosas muy fuertes, que exceden a toda explicación científica”. En 2015, también fue el propio Milei el que le agradeció a su mascota en la introducción a uno de sus artículos. “Mi gran fuente de inspiración es Conan, que me empujó a descubrir los límites de lo posible aventurándome en lo imposible. Y más allá también”.
Prueba número 4. Milei y Celia Melamed, la médium que lo comunicaba con el can muerto y que luego entrenó en el arte de la “comunicación interespecies” a Karina. Es una relación que se puede comprobar, primero, viendo las redes sociales de Javier pero, en especial, de su hermana. Ella, tanto en su Facebook como en su Instagram, tiene poco más de 200 contactos agregados como amigos, cuentas que tiene cerradas al público. Es de inferir que los que integren esa selecta lista son estrechos conocidos suyos. Una es Melamed, con la que Karina suele intercambiar interacciones (la telépata tiene, en cambio, su cuenta abierta al público). Está bien, esto podría no ser un elemento contundente. Pero fue también la propia Medium quien reveló su conexión con Milei. Lo contó en una entrevista en Radio MDZ, en la que también revela que puede hablar no sólo con perros muertos sino también con arañas, mosquitos -dice tener un “trato” por el cual no la pican- e incluso con el Covid 19. De hecho, desde que salió “El Loco”, decenas de colegas quisieron hablar con la telépata. La respuesta de ella siempre fue la misma: “No quiero que me usen para burlarse de Javier”.
Prueba número 5. Fue el propio Milei el que le contó a una decena de personas sobre su relación con Melamed. A varios de ellos, que estaban atravesando procesos difíciles con sus propias mascotas, les pagó la primera sesión con la telépata a modo de cortesía. Así lo contó, en varias entrevistas, el abogado Marcelo D’Alessandro.
Repasando. El propio Milei admitió que clonó al perro antes de que muera. El propio Milei admitió que tiene las “pruebas” de que Dios existe, y de que hay cosas que “le pasaron” que “exceden” a cualquier explicación científica. El propio Milei, como contó ante una decena de personas y como confirma el relato de Melamed y las redes sociales de Karina, dejó de manifiesto que tenía a una telépata que lo conectaba con el perro muerto.
Fue el propio Milei también el que, luego de que se publicó “El Loco”, respondió en dos entrevistas de manera llamativa. Es que cuando Martín Sivak, para El País, y Nicolás Lucca, para Radio Rivadavia, le preguntaron sobre su costado esotérico Milei dijo: “Lo que hago con mi vida espiritual y en mi casa es tema mío, si Conan me asesora en política significa que es el mejor consultor de la humanidad”. El diario Clarín, replicando la entrevista de Lucca, dijo “Milei no negó el relato del libro”.
La lista podría seguir y seguir, y en “El Loco” está detallada con todavía más detalle. Está de más aclarar, pero el libro también se nutrió de fuentes que tuvieron distintos grados de afinidad con el candidato presidencial. Sin embargo, el gran relato del libro lo proveyó el propio Milei, el que cerró su campaña agradeciéndole a un perro que, según él mismo puso en evidencia, ya no está en este plano celestial.
Si el extranjero hubiera soportado el relato hasta este punto seguramente tendría varias cosas para comentar. Sin embargo, llegado a este momento, las últimas preguntas las haría yo. ¿Quién tiene el mayor problema? ¿El sordo? ¿O el que no quiere oír?
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