Los números no mienten. A principios de diciembre en Pinamar había 60 casos activos de contagiados de coronavirus. Hoy, apenas transcurrida una semana del 2021, los casos están en 210 y subiendo. Por eso, y por las imágenes de fiestas descontroladas en las playas y en los bosques de la ciudad, es que desde la intendencia, con aval del gobierno bonaerense, están a punto de anunciar varias medidas drásticas para contener el avance de la segunda ola. La que destaca sobre el resto es la que se viene anunciando desde hace días desde los distintos oficialismos del país: un toque de queda nocturno. Pero no será la única medida.
El gobernador Axel Kicillof planea anunciar medidas restrictivas en breve. En Pinamar van a seguir ese camino. La primera decisión compleja que van a tomar es restringir la circulación entre las 12 de la noche y las seis de la mañana, aunque hay versiones que indican que podría ser desde las 23 horas. “Si es así, nos arruina la temporada”, se lamenta un empresario grastronómico de Cariló. Hay que entender la preocupación del sector privado: con la primera semana de enero ya terminada, la ocupación hotelera en la ciudad costera no llega al 50%. A esta altura del año pasado estaba arriba del 80%. Este verano será, en el mejor de los casos, una temporada “para empatar” para los empresarios locales, luego de un pésimo año a nivel económico. Las cuentas, si es que lo hacen, apenas cierran.
La decisión apunta, en especial, a contener las fiestas clandestinas que ya desbordaron Pinamar. Dos balnearios ya fueron clausurados y tuvieron que pagar multas de hasta $500.000, y la Policía Federal desbarató una fiesta de más de 600 personas en los primeros días del año. La intendencia que comanda Martín Yeza entiende que esta situación es insostenible. De hecho, ya está trazado el plan para que la policía empiece a controlar el acceso a los balnearios y playas, en una iniciativa que va a incluir la revisión de heladeras para contener la entrada de alcohol y de menores. En Año Nuevo la municipalidad destinó efectivos a restringir el acceso al sector más popular de la playa pública –en Bunge y Avenida del Mar-, y esas imágenes se viralizaron en las redes y causaron polémica. Habrá que ver qué ocurre ahora. "La preocupación que tenemos los hoteleros y gastronómicos con respecto a las restricciones horarios y al daño que generan todos estos rumores a la caída de las reservas es mucha", dice Pedro Marinovic, presidente de la Asociación Hotelera y Gastronómica de Pinamar. Hay un dato objetivo: desde el martes, día en que empezó a circular las versiones de posibles cierres, las reservas cayeron un 10% comparado a la semana anterior.
Otra medida, especialmente dolorosa para el sector privado, va a ser limitar el acceso a las partes cubiertas de bares y restaurants. La idea es volver al esquema que se había trazado a mediados del año pasado, cuando se empezaron a liberar ciertas actividades: permitir solo la atención al público en las áreas externas de los locales. Temporada difícil para Pinamar y para el país.
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