Tras tres años de gestiones, Alberto Fernández consiguió la pretendida foto en la Casa Blanca con su par estadounidense Joe Biden, esa que nunca pudo sacarse la vicepresidenta Cristina Kirchner con Barack Obama (de quien Biden era vice) en el Salón Oval cuando era mandataria. Un triunfo en la interna que reivindica la relación con el mundo del presidente, una que sin embargo está plagada de baches en la gestión de la Cancillería.
Probablemente, ningún otro ministro recibió tantos pedidos de interpelación como Santiago Cafiero. El último, a mediados de marzo, a raíz de la fuga de una ex ministra ecuatoriana que estaba asilada en la embajada argentina de Quito. Es que en este año y medio que el funcionario más cercano a Alberto Fernández lleva como canciller, sucedió de todo. Le abrieron “la puerta de Latinoamérica” a Putin semanas antes de la invasión rusa a Ucrania, participaron de un acto con un iraní prófugo de la Justicia argentina y hasta se equivocaron de bandera en la visita de un embajador.
Tensión
La crisis diplomática entre Ecuador y la Argentina escaló tan rápido que Alberto Fernández decidió interceder: buscó llevar calma hablando por teléfono con funcionarios del presidente Guillermo Lasso, pero no lo consiguió. Todo comenzó cuando Cafiero avisó a su par en Quito, Juan Carlos Holguín, que la ex ministra de Transporte de Rafael Correa, María de los Ángeles Duarte -condenada por corrupción-, había dejado la embajada argentina donde se encontraba asilada. Poco después se supo que estaba en Venezuela.
Nadie puede responder cómo consiguió Duarte salir del país, pero en el gobierno ecuatoriano sospechan de la colaboración de la embajada argentina. “En el peor de los casos hubo complicidad”, dijo Holguín, quien declaró “persona no grata” al embajador argentino Gabriel Fuks y dio por terminada su misión. Si bien desde Argentina intentaron bajar la tensión con las palabras de la portavoz Gabriela Cerruti, quien dijo que hay “relaciones de cercanía y hermandad con Ecuador”, Cancillería debió reaccionar en espejo. Cafiero debió expulsar al embajador ecuatoriano en Buenos Aires, Xavier Alfonso.
Por ese cúmulo de desprolijidades, la oposición volvió a pedir la interpelación del canciller en la Cámara de Diputados. El bloque del PRO denunció “una grave negligencia o incluso complicidad de las autoridades argentinas con el hecho, desatando un grave conflicto diplomático entre ambos países”.
Errores
Tras observar una serie de yerros, en Juntos por el Cambio calificaron de “improvisado” a Cafiero. “Nunca le interesó la política exterior”, agregó el ex canciller de Mauricio Macri, Jorge Faurie. Es que el escándalo político de Ecuador viene precedido por una serie de errores de la gestión en política exterior. Como cuando Alberto Fernández se reunió en Moscú con Vladimir Putin. Apenas empezaba febrero del 2022 cuando el Presidente le ofreció a su anfitrión que Argentina sea su “puerta de entrada” a Latinoamérica. El mundo ya hablaba de una posible invasión rusa a Ucrania, que sucedería apenas 20 días después.
Un mes antes, el ministerio de Relaciones Exteriores había cometido otro grave error. El embajador argentino en Nicaragua, Daniel Capitanich, participó de la jura del presidente Daniel Ortega, sin reparar en la presencia en el acto de Mohsen Rezai, un acusado del ataque a la AMIA. Otra vez, la oposición puso a la oficina de Cafiero contra las cuerdas. Y el Gobierno debió reaccionar: “Rezai es objeto de reclamo por parte de la Justicia argentina por haber tenido una participación clave en la toma de decisión y en la planificación del atentado cometido el 18 de julio de 1994”, dice la condena que redactaron tardíamente.
El 2022 estuvo repleto de polémicas para el canciller. En marzo de ese año volvió a estar en los principales titulares luego de dar un discurso en la Feria Internacional Expo Dubai. Mostró un nivel de inglés deslucido e incluso exhibió unas filminas en las que aparecieron palabras mal escritas. La discusión lo llevó al barro. A su regreso le contestó al periodista Jorge Lanata: “Yo creo que es un estúpido”, dijo. Y luego lo insultó en inglés: “Dickhead”.
Meses después, el Ministerio de Relaciones Exteriores volvería a ser noticia por un blooper. Es que recibieron al embajador de Suiza, Hans-Ruedi Bortis, pero le pusieron la bandera de Dinamarca. Cafiero se enteró del error de su cartera en Paraguay, donde se preparaba para participar de la Cumbre del Mercosur, pero igual fue el blanco de las críticas.
Pero las disputas del canciller no son sólo con la oposición. Incluso Felipe Solá, el ex ministro a quien él reemplazo, se animó a corregirlo públicamente. Fue luego de que el funcionario dijera que le parecía “nocivo” que durante la presidencia de Mauricio Macri no hubiera embajador argentino en Venezuela. “Argentina se privó de tener información de primera mano, de tener un vínculo con argentinos que están viviendo allí, y con empresarios argentinos que desarrollan negocios”, aseguró entonces Cafiero. Solá lo puso en evidencia: “El país nunca rompió relaciones con Venezuela.
Tiene un encargado de Negocios que siempre nos mantuvo bien informados. Es increíble que usted no esté enterado siendo canciller”, lo cruzó. En el Palacio San Martín miran con indiferencia la gestión de Cafiero. El último episodio de entrecasa fue porque los aires acondicionados no funcionaron en medio de la ola de calor y eso hizo estallar la bronca entre el personal. El hombre de confianza del Presidente sólo acumula reproches
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