Cocina ***
Servicio ****
Ambientación ****
Desde su inauguración en 2003, esta clásica casona del siglo XIX fue un refugio en medio del caos de Palermo Soho. Su patio, rodeado de pinos, palmeras y jazmines siempre fue un privilegio urbano, y ahora además habilitaron la terraza, con nueva propuesta gastronómica de opciones frescas y ligeras de almuerzo, tapeo y cena, disponible los fines de semana.
La carta fue diseñada por el chef de la casa, Néstor Contreras, asesorado por Ernesto Oldemburg (hoy a cargo del simpático 12 Servilletas, visita obligada en Lobos). Para empezar hay bruschetta en pan de centeno con salmón gravlax, brie apanado con chutney de peras, y ceviche de pesca blanca y frutos de mar.
Entre los principales, hay champignones rellenos con zucchini, tofu y ajos pisados sobre babaganoush (sabrosa opción vegana); mollejas a la plancha con reducción de naranja, lima y miel y pomelo vivo, que aporta un contrapunto de acidez; y medallones de lomo con puré de papas, almendras, albahaca y nuez, recomendable para los días frescos.
De postre, hay tres leches, tradicional postre mexicano que consiste en un bizcochuelo esponjoso embebido en leche con duraznos y anís; frutillas Terrasse (ganache de chocolate blanco con merengue y frutillas); y una ganache de chocolate.
El acceso a la terraza no es del todo cómodo -imposible para personas de movilidad reducida- pero el servicio es esmerado. Su reputada carta de vinos, con más de 200 etiquetas de vinos argentinos y del mundo, servidos en la temperatura y cristalería adecuada, completan la experiencia.
En el amplio salón de la planta baja y en el patio, sigue en pie su carta, que sus propietarios describen como de “típica comida de Buenos Aires (y no tanto)”. Carnes a la leña, chacinados artesanales como el chorizo Cabernet macerado en vino tinto, pastas artesanales, pescados frescos a las brasas, y postres tradicionales como la crème brûlée, el omelette Surprise, y el volcán de chocolate.
Esta pandemia eterna puso en valor patios y terrazas, y Cabernet tiene ambos. Un respiro para la locura de la cuidad.
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