Dicen que para apreciar el vino hay que saber, pero la verdad es que simplemente hay que tomar, así es como se aprende. También es importante dejar de lado algunos mitos del tipo “el vino blanco me da dolor de cabeza”, algo que se soluciona rápidamente tomando un vaso de agua por cada copa de vino (ésta es una regla a seguir con cualquier vino).
No se prive de ese placer: los vinos blancos y rosados en Argentina son cada vez más ricos. La nueva ola de descontracturar el vino viene de la mano de propuestas como la de Winehaus, que acerca el vino al concepto de las
cervecerías. Ofrecen vinos por copa, tirados directamente del barril, sin marcas ni etiquetas, para simplemente disfrutar acompañado una de sus ricas tapas.
La casa prefiere reservarse el origen de sus vinos pero aquí le contamos el secreto. Son vinos salteños jóvenes, es decir, los vinos del año, con poco o nada de paso con madera, para que resalte bien la fruta. Tienen ocho varietales y algunos blends, descriptos en la carta de un modo claro y amigable, todos muy bebibles, perfectos para tomar sentado en las mesas del frente del local, debajo de su frondosa enredadera. Además de novedosa, la propuesta es 100% sustentable: los barriles van y vuelven de Salta, sin deshechos ni botellas.
Las tapas, originales y sabrosas, fueron ideadas por Nero, un proyecto culinario ambulante conformado por los cocineros Ramiro Keklikan y Joaquín Lege. Hay croquetas de osobuco con mayonesa de miso; mollejitas crocantes con puré de
estación; queso Halloumi con costra dorada, salsa de morrones asados, pickles y garrapiñada de castaña de cajú; una versión del katsu sando, de lomo jugoso rebozado en panko; y unos imperdibles “panchitos” con salchicha casera de pollo de campo y curry verde. El postre es único y memorable: un “shimmy” casero de dulce de leche que trae recuerdos de infancia.
El interior tiene una barra, un living para seis personas y mesas chicas, ideales para citas. Un brindis con torrontés bien frío en verano, es garantía de éxito.
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