CUATRO ESTRELLAS
¡Albricias! Finalmente, nuestros ruegos fueron escuchados y el teatro Presidente Alvear, tras casi una década de estar
cerrado, reabrió sus puertas para ser reinaugurado con “Edmond”, la obra escrita y dirigida por el francés Alexis Michalik. Hubiera sido ideal que lo hiciera con una pieza de autor nacional, dirigida por alguien de aquí, pero como dice el
refrán: “A caballo regalado…”. Así que, no seamos descorteses y reconozcamos que se recuperó esta sala inaugurada en 1942 con la obra “Eclipse de sol” del rosarino Enrique García Belloso, fundada por Pascual Carcavallo, respetado empresario y gran difusor del teatro argentino.
Estrenada originalmente en 2016, en Paris, la propuesta conquistó cinco premios Molière y se trasladó al cine con el nombre de “Cartas a Roxane”, firmada por el mismo creador. Michalik tiene algo en común con Edmond Rostand (1868- 1918), el autor de “Cyrano de Bergerac” que protagoniza su historia. Ambos, de la noche a la mañana, se convirtieron en exitosos, ya que uno de sus trabajos iniciales, “Le Porteur d´histoire”, estuvo ocho años en cartel.
Sobre la trama, el propio Michalik confesó que tuvo la idea cuando vio la película “Shakespeare apasionado” y, más tarde, recordó las peripecias desarrolladas alrededor de la escritura de “Cyrano”, aquella célebre pieza sobre el poeta con nariz prominente, coetáneo de Molière, y todo un amante frustrado.
La acción se sitúa en 1897, cuando el dramaturgo Edmond (Felipe Colombo) casado y con dos hijos que mantener, parece haber perdido la inspiración y hace dos años que no escribe nada. Al borde de la desesperación, la diva
Sarah Bernhardt (Gaby Ferrero), le presenta al famoso actor Coquelin (Miguel Ángel Rodríguez) a quien le ofrece una comedia heroica en verso. Así, esquivando caprichos de las actrices, exigencias de los productores italianos, celos de su esposa y enredos amorosos de su amigo Léo (Nacho Pérez Cortés), escribe un texto basado en las peripecias del personaje real.
La ágil puesta de Michalik muestra cómo se desarrolla ese proceso creativo, al estilo del vodevil, con puertas que se abren y cierran, trastos que aparecen en escena y actuaciones casi desbordadas. El resultado produce una placentera
sensación que, en estos tiempos sombríos que nos toca vivir, se agradece mucho.
Admirables Colombo (casi omnipresente en escena) y Rodríguez, en una dupla que remeda a los grandes cómicos de otrora, y no menos destacables, por la multiplicidad de personajes que les toca interpretar, las intervenciones de Luis
Longhi, Abián Vainstein y Federico Lehmann.
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