*** Aunque de impronta y factura cosmopolita, esta realización entre Viacom International Studios (VIS), The Mediapro Studio, Telecom y Olympusat, filmada en Bogotá (Colombia) y Buenos Aires, tiene una fuerte presencia nacional en sus rubros esenciales: libro, guiones, producción, equipo técnico y gran parte del elenco.
Por empezar, se basa en “La conexión Bogotá”, primera novela periodística del argentino Nahuel Gallota, que resultó finalista del premio Rodolfo Walsh en el marco de la Semana Negra de Gijón, en España. Luego, Cecilia Roth y Rafael Ferro están entre los protagonistas; Boy Olmi, Carlos Santamaría y Gustavo Garzón abordan roles secundarios, mientras que Soledad Silveyra, Juan Minujín, Nancy Dupláa y Laurita Fernández aparecen en breves participaciones.
La adaptación televisiva se aparta del relato original, acaecido realmente entre 2011 y 2012. En tono policial, sigue los pasos de una astuta banda criminal colombiana, durante nuestra profunda crisis política y económica de 2002. Su modus operandi es desvalijar, sin armas, a los adinerados porteños que ocultan sus bienes, tras el derrumbe financiero que dejó la fallida presidencia de De la Rúa. Sin embargo, el objetivo más importante para Fausto Montalbán, su mentor recién excarcelado (interpretado por Juan Pablo Shuk, conocido por “Pasión de gavilanes”, “Escobar, el patrón del mal” y “Narcos”) es vengar la muerte de un amigo, ocurrida una década atrás, por el disparo de Carlos Castillo (Ferro), agente de inteligencia vinculado a la fiscal Marta Costas (Roth), que ansía ocupar un lugar en la Corte Suprema Argentina.
La factura técnica, en todo sentido, es realmente impecable; sobre todo en la representación de los tugurios, barrios, reuniones afectivas o amistosas y los diferentes estratos y ambientes del poder expuestos, de sendos países. También son muy destacables las convincentes actuaciones de los intérpretes mencionados y el ascendente y sólido joven Sebastián Osorio, como Walter Bedoya, hijo del asesinado socio y amigo de Montalbán.
Lamentablemente, el principal reparo radica en los guiones y la construcción de la trama. Ante tantas líneas de tiempo, que van del pasado al presente, continuamente, y las diferentes vivencias de cada personaje, se dispersa la atención y los climas logrados se evaporan rápido.
Tras su estreno, la miniserie de ocho episodios de 45 minutos, ya puede verse de manera íntegra por Cablevisión Flow y seguir de manera lineal por Telefe, los miércoles, a las 23.15.
Galería de imágenes
Comentarios