TRES ESTRELLAS
La famosa franquicia creada por el productor discográfico inglés Simon Cowell, el juez más exigente y virulento del certamen de canto estadounidense “American Idol”, apareció en 2007 en Reino Unido y de allí se expandió a otros países con notable repercusión. En estas tierras desembarcó al año siguiente, con un título tal vez más certero: “Talento argentino”. En tres exitosas ediciones sucesivas, que llegaron a marcar más de treinta y seis puntos de rating, fue conducido por Mariano Peluffo, con un jurado compuesto por el bailarín y coreógrafo Maximiliano Guerra, la actriz venezolana Catherine Fulop y el músico Kike Teruel.
Ahora, trece años después, el promocionado regreso de “Got Talent” (“Tiene talento”, literalmente traducido del inglés,), a la pantalla de Telefe, tuvo de todo un poco a lo largo de su semana inicial porque en el fondo, se trata de un show televisivo, más allá de la loable búsqueda y premiación de aptitudes artísticas.
Como en esos espectáculos de variedades que buscan entretener a toda costa, presenciamos, por ejemplo, los sollozos exacerbados, más bien sensibleros de la actriz Florencia Peña y la rapera “La Joaqui”, ante algunas presentaciones que restaban protagonismo a los postulantes. Hasta la cara seria, impaciente o entusiasta del cantante Abel Pintos, que aún no logró definir el rol de juez severo o inflexible que quiere adoptar o le piden ocupar. Pasando por el terrible golpe que se dio la conductora Lizy Tagliani, al sinsentido de querer imitar la compleja performance acrobática de una participante. O las caras de estratégica sorpresa, justo cuando la cámara lo enfoca, del bailarín uruguayo, de ascendía libanesa, Emir Abdul, cuarto miembro del inquisidor tribunal que juzga la idoneidad de los participantes.
El reality tiene una gran producción y presenta ignotos postulantes solistas, a dúo, o en grupo, en variadas disciplinas y distintos tipos de actos, sin importar la destreza y sin límite de edad, para ser evaluados y decidir quiénes merecen continuar. Luego, el público, mediante voto telefónico elige a sus favoritos y en la final alguien se coronará como ganador de quince millones de pesos.
Los primeros días hubo un imitador de Chayanne, que provocó previsible hilaridad por su notoria torpeza. También Luciano, un buen pianista quinceañero, proveniente de Mendoza que ejecutó en un diminuto teclado electrónico una pieza de música clásica, y el pequeño Aythan, de cuatro años que demostró saber cómo se tocan los timbales. Por cierto, ¿alguien recuerda a los tres primeros ganadores de la versión local?
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