★★★★ Está probado que cada reality competitivo hace que los espectadores se pregunten cómo abordarían ellos la misma experiencia. Quizás sea la causa por la que estos programas aún resultan tan atractivos. Pero eso nunca sucede con “Naked and afraid (Desnudos y asustados)”, tal la denominación original de “Supervivencia al desnudo”.
Para aquellos que nunca lo han visto antes, hace honor al título sajón y su traducción latina, porque se trata de la resistencia para sobrevivir en un territorio hostil. En cada episodio, concursantes que se acaban de conocer, deben subsistir durante varias semanas, a miles de kilómetros de donde viven, en lugares sin agua corriente ni luz eléctrica ni ninguna de nuestras comodidades modernas. Completamente desnudos, sin siquiera calzado, medias o ropa interior, sólo reciben una bolsa rústica (usada para proteger sus genitales del sol, llevar micrófonos inalámbricos y una cámara portátil) más un artículo esencial, generalmente un machete, y otro a su elección.
Después de reunirse en el ámbito asignado, deben encontrar y/o producir agua potable, alimentos, refugio e indumentaria dentro del terreno. La mitad del tiempo, los concursantes se quedan solos y cuando hay un camarógrafo cerca, se le indica que no interactúe con los participantes en ninguna circunstancia, incluso si un animal salvaje los acecha. Por supuesto, en caso de urgencia, son asistidos y en todo momento, pueden renunciar a continuar. Porque los entornos van desde los bosques montañosos del Himalaya y los áridos desiertos de Madagascar hasta los pantanos de Luisiana o la jungla de Nicaragua.
La novedad de esta octava temporada es la presencia de una persona trans, en dupla con un granjero sudafricano, así como una chica con Asperger que encuentra formas de superar retos que no creía posibles. También vemos a un guía turístico y a un ingeniero de software soportar el desierto de Botswana, hasta que, por la noche, su seguridad se ve amenazada por leones errantes. En tanto, un ex francotirador de la Marina y una ama de casa pretenden soportar las inclemencias de un pantano colombiano, asediados por la humedad extrema, los insectos y las infecciones. Por su parte, un veterinario y un granjero sudafricano se enfrentan a la selva mortal de Zambia, donde los elefantes territoriales, los babuinos y los cocodrilos amenazan cada uno de sus movimientos.
Sin duda, la audiencia debe sentir que observa el comportamiento de los hombres y las mujeres de las cavernas. Vale la pena verlo.
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