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SOCIEDAD | 04-05-2017 16:48

Las pruebas que incriminan a Potocar, el Jefe de la Policía de la Ciudad

Mails encriptados, el testimonio de un arrepentido y un misterioso cuaderno con las coimas. Internas policiales y Angelici, el padrino político.

"Me dirijo con uniforme y en el móvil policial al encuentro con Potocar, llevándole la suma de 1.500 pesos los cuales conté dentro del móvil, frente a mi chofer. El dinero se lo entregué en mano a Potocar en el interior de su oficina, estando solos…”. La denuncia la hizo el subcomisario Marcelo Stefanetti en su declaración como imputado en el expediente que investiga los hechos de corrupción en la comisaría 35. Y, para el fiscal José María Campagnoli, es la prueba fundamental por la que hoy está detenido el jefe de la Policía de la Ciudad, comisario general José Pedro Potocar.

Mientras los abogados del comisario se esfuerzan en desacreditar las sospechosas anotaciones manuscritas que encontró la Justicia en un cuaderno secuestrado de la dependencia investigada, en el que aparecen las siglas “DGC. 4” que para Campagnoli significaría un pago de 4.000 pesos a la Dirección General de Comisarías (DGC) –entonces a cargo de Potocar–, el juez Ricardo Farías les da entidad a las declaraciones de los policías arrepentidos, las que, según el fiscal, fueron corroboradas con pruebas. Por eso, negó el pedido de excarcelación que hicieron los letrados del jefe policial.

¿Cómo llegó a ser jefe de la Policía de la Ciudad cuando todo el arco político, incluido el PRO, pedía que fuera un civil? ¿Quién lo impulsó? ¿Por qué el Gobierno porteño sigue defendiéndolo? Es que Potocar llegó a su puesto gracias a un poderoso padrino político: Daniel Angelici.

La detención del jefe policial reavivó la conflictiva interna entre los efectivos que fueron sacados de la Policía Federal y pasados a la Ciudad en mayo del año pasado y sus actuales jefes políticos.

Sistema corrupto

Hasta hace unos días, la defensa de Potocar, integrada por los abogados Raúl Alcalde, Cristian Poletti, Gabriel Iezzi y Hernán Vega, estudiaban la posibilidad de recusar a Campagnoli, porque para ellos el fiscal estaba haciendo una “lectura selectiva de la prueba” y aseguraban que en la causa no aparecían el nombre de su defendido ni el de la comisario inspector Susana Aveni (imputada por ser la supuesta recaudadora). Ellos basaban sus dichos únicamente en las anotaciones del cuaderno secuestrado que, para la Justicia, pertenece al comisario prófugo Norberto Villarreal, quien estaba a cargo de la cuestionada comisaría 35. Stefanetti era su segundo. Él relató en primera persona cómo era el sistema de recaudación, explicó que las planillas de servicio previsional (deportivos, eventos u otros adicionales) eran adaptadas a las directivas enviadas desde la dirección, que comandaba Potocar, por medio de mails encriptados.

“Jefe, no se preocupe, esto está todo manejado. Las planillas son meramente papeles para que los pueda ver la circunscripción. El tema es el mail con el programa encriptado que yo mando a la Dirección General de Comisarías, donde el inspector Carlini se ocupa de juntar el dinero y de entregárselo al director (Potocar)”, declaró Stefanetti ante el fiscal al relatar lo que habría sido la respuesta que le dio el cabo primero Pablo Rabela cuando él quedó a cargo de la comisaría, debido a la licencia de su superior. De esta manera, según consta en la causa, Villarreal declaraba horas previsionales de su personal que no existían. Continúa Stefanetti, “el dinero se cobraba por cajero.

Depositaban lo que correspondía al día previsional a ‘x’ persona (..). Y la persona lo cobraba y le hacía entrega al inspector mencionado, y este (se lo daba) al director general José Pedro Potocar”. “Nadie lo va a decir, pero lo hacían todos los jefes”, agregó Stefanetti.

Plata sucia

El imputado clave también hizo una detallada descripción sobre cómo era del sistema de recaudación que llegaba hasta la cúpula policial. “Aveni había implementado un sistema, quería que elevemos de forma diaria en planilla original del servicio externo, siendo que era una manera de obligarnos a estar en la calle todo el tiempo y, además, había implementado el sistema Telegram (chat encriptado) y por cualquier movimiento debían mandarle una foto a ella (…). Si uno no mandaba las fotos, ella lo tomaba como que no estaba en su lugar”, relató Stefanetti. Así, la encargada de recaudar y controlar a los efectivos rebeldes habría mantenido el control de todo lo que sucedía en la jurisdicción de la 35, los barrios de Núñez y Belgrano. En concreto, los cobros a los trapitos, quienes pagaban entre 400 y 500 pesos para poder trabajar sin ser molestados, y a los comercios, los que abonaban entre 2.300 y 3.000 pesos a cambio de protección para no ser asaltados, según figura en la causa.

Según el relato de Stefanetti, Potocar le había hecho saber por medio de Villarreal que lo “iba a echar por entrometerse en los negocios que generaban el dinero negro”, cuando el subcomisario quedó al frente de la comisaría. Enojo que habría logrado revertir. “Los primeros días de la licencia de Villarreal quedé a cargo de la comisaría, me llamó el secretario de Potocar, el inspector Larribel, y me dijo que al director se le había roto el auto (…)”, relató Stefanetti. El auto del jefe policial tenía una cubierta rota que según el declarante habría arreglado pagando de su propio bolsillo. Eso habría hecho que, agradecido, Potocar lo cite a su despacho. En esa oportunidad, Stefanetti contó cómo llevó dinero de la caja negra y se la entregó en mano al ahora detenido jefe policial. En su relato judicial también aseguró que Potocar se llevaba alrededor de 40.000 pesos mensuales de la recaudación negra de la comisaría.

Los hechos contados en la declaración del arrepentido fueron, según Campagnoli, corroborados por todas las personas nombradas por el imputado. En un cuaderno secuestrado aparece el supuesto pago en negro de 4.000 pesos a la DGC. En ese manuscrito también aparece la sigla “SSM. 5”, que podría significar un pago a la Secretaría de Seguridad Metropolitana, la jefatura policial antes del traspaso de la Federal, donde estaba a la cabeza el comisario general Guillermo Calvinio, quien fue denunciado por corrupción por la aliada de Cambiemos, Elisa Carrió.

La investigación comenzó en abril del 2016. Según explicó Campagnoli, se habían acumulado en su fiscalía una serie de denuncias de vecinos que aseguraban vivir en una zona liberada por la comisaría 35. “El disparador fue el robo a una financiera, en abril del año pasado, donde habían tomado rehenes y descubrimos que los policías dejaron escapar primero a los campanas de la banda y luego a los que cometieron el robo. Por ese caso, el juez Hernán López procesó a varios efectivos por ‘incumplimiento de sus deberes’. Ahí empezamos a indagar y nos encontramos con una sucesión de hechos de corrupción que desembocaron en lo que es la causa de la comisaría 35 hoy”, relató el fiscal en diálogo con A24.

La defensa de Potocar insiste en que su representado está detenido injustamente. Por eso acaba de apelar ante la Cámara, el rechazo del juez Farías al pedido de excarcelación que habían hecho. Sin dudas, para el magistrado, las pruebas hasta ahora recabadas serían tan contundentes como lo son para el fiscal Campagnoli, quién asegura: “Entendemos que (Potocar) es el jefe de la organización”.

Un elegido político

Cuando la Legislatura porteña aprobó la ley con la que se creó la Policía de la Ciudad, en noviembre del año pasado, todo el arco político coincidió en que el jefe de la nueva fuerza debería ser un civil. Hasta el propio jefe de Gobierno de la Ciudad, Horacio Rodríguez Larreta, lo dijo en los medios. Pero apareció Daniel Angelici, el alfil del presidente Mauricio Macri, y pidió que nombraran a Potocar como jefe de la nueva fuerza policial. Y este terminó asumiendo en diciembre del año pasado.

“Con este tipo (Potocar) vamos a tener un lío porque está muy sucio”, dijo un integrante de la mesa chica de Larreta durante la reunión en la que se decidió poner al hombre sugerido por Angelici al frente de la policía local. Lo que no esperaban era que el escándalo saltara en tan poco tiempo.

Igualmente, desde el Gobierno aún apoyan a Potocar. Sin ir más lejos, sigue siendo el jefe de la Policía de la Ciudad, sólo fue suspendido de sus funciones hasta que aclare sus problemas judiciales. “Esperamos que solucione pronto todo para volver a ser el jefe de la fuerza”, dijo el ministro de Justicia y Seguridad porteño, Martín Ocampo.

Es cierto que, formalmente, Potocar tiene un legajo colmado de reconocimientos internacionales. Pero su llegada, lo que en realidad hizo, fue apaciguar la feroz interna que existe desde que un número importante de policías de la Federal fue trasladado a la Ciudad (ver recuadro).

En su declaración, Stefanetti nombra al menos 15 veces a Potocar o a la DGC, la cartera que el detenido manejaba antes de ser jefe de la policía porteña. El comisario, por su parte, denuncia estar amenazado y temer por su familia. Para el fiscal y el juez no hay dudas sobre la participación de Potocar en los hechos de corrupción, e insisten en que es clave lograr la detención del aún prófugo comisario Norberto Villarreal y, sobre todo, su declaración.

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