Friday 22 de November, 2024

POLíTICA | 07-12-2018 11:23

Cristina Kirchner y el mito de la yegua herbívora

Marketing 2019: decidió asumir el insulto como virtud y enviar un mensaje al establishment: no habrá venganza. Los guiños con Massa y el peligro del default.

El 15 de noviembre a la madrugada, mientras se debatía el presupuesto 2019 en el Senado de la Nación, Cristina Kirchner lanzó una frase que resume la última estrategia electoral de su espacio político: se autodefinió como una “yegua herbívora”. La frase exacta fue: “El otro gran problema que hay –que tiene la Argentina, seguramente– es la inflación; y algunos creen que la inflación es por el déficit fiscal o por emisión; bueno, veamos qué decía Perón, el león herbívoro, el que vino después de los 18 años de exilio, el que venía descarnado, según sus propias palabras... Un león herbívoro, como se definía. Y, hablando de animales, quiero recordar que las yeguas también son herbívoras”.

Cuando Perón lanzó aquella frase, su intención era reflejar de manera gráfica la idea de que no tenía interés de buscar presas, cazarlas y comerlas. La imagen de un león herbívoro lo mostraba conciliador y sin ánimos de venganza por haber sido condenado al exilio durante casi dos décadas. Cristina, al invocar la metáfora de Perón y apropiársela con la referencia de que “las yeguas son herbívoras”, busca generar el mismo efecto. En el mundo animal, los herbívoros son menos peligrosos que los carnívoros, por lo tanto se puede estar cerca de ellos.

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Intenciones. La estrategia electoral de CFK busca reforzar lo que las encuestas vienen reflejando en los últimos años sobre la escena política argentina: Cristina Kirchner es la única contracara de Mauricio Macri. El problema es que todavía no garantiza la victoria porque asusta a propios y extraños. La ex presidenta es consciente de eso, por lo cual aclara que es “herbívora”. Al macrismo lo preocupa CFK porque el límite entre ganar y perder es muy ajustado. Al peronismo también le quita el sueño, porque es la dirigente que más mide y acercarse a ella es ir a discutir en desventaja.

Por eso, dentro del espectro peronista especulan con que, como Cristina todavía no exteriorizó sus ambiciones electorales, las alianzas que busca sólo tienen como finalidad robustecer su imagen en el marco de la interna del peronismo. Hasta ahora, la candidatura de CFK es un mito. Un relato que funciona también para que su entorno, La Cámpora y otros actores puedan seguir moviéndose con respaldo en el mundo de la política.

Hoy Cristina crece en las encuestas por dos factores: el desgaste de la economía y el desgaste del Gobierno. Pero, ¿quiere ser presidenta otra vez? ¿Para qué? Una potencial tercera presidencia de Cristina Kirchner se encontraría con el enorme desafío de una economía debilitada y comprometida por el nivel de endeudamiento de los últimos años. El presidente del período 2019-2023 deberá pagar más de 120 mil millones de dólares sólo en concepto de deuda. En este contexto, CFK representa una amenaza para aquellos que compraron bonos argentinos.

Los mercados consideran que si ella fuese presidenta no dudaría un minuto en ir al default y culpar al gobierno de Macri por la irresponsable toma de deuda. Aunque habría que preguntarse si un posible default sólo se daría con Cristina, porque también Sergio Massa les dijo a los enviados del FMI que “en un nuevo gobierno” el acuerdo con el Fondo habría que “renegociarlo”, algo que molestó al senador Miguel Ángel Pichetto, que lo califica de “irresponsable”.

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Esta diferencia entre Pichetto y Massa no es lo único que genera un cortocircuito. El constante coqueteo entre Massa y el cristinismo también preocupa. Máximo Kirchner y Eduardo “Wado” De Pedro son los encargados de mantener esa relación e incluso coronarla con un encuentro entre CFK y su ex jefe de Gabinete. Esto rompería el eje Pichetto-Massa, uno de los planes de una supuesta “yegua herbívora”, pero con hambre.

Cristina intenta tranquilizar a los inversores. Axel Kicillof, su economista estrella, contó en una entrevista con el portal La Política Online que se está reuniendo con fondos de inversión. “Trascendió que yo y mi equipo hablamos con inversores extranjeros y es verdad. Lo hacemos todo el tiempo y lo que veo es que hay espacio para decir algo lógico: Macri llevó la deuda externa a un 90 por ciento del PBI, que puede ser 110 por ciento. La zona de riesgo empieza en el 60 por ciento, y se vuelve grave en el 80 por ciento”. Los números que publica el Ministerio de Hacienda dicen que la deuda contraída ronda el 77% del PBI. Pero mirar este número por sí solo no explica la magnitud del problema. El punto es: ¿para qué se endeudan los países? ¿Para desarrollarse o para pagar más deuda? Argentina no termina de resolver esto.

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Empresas. Kicillof, en el mismo reportaje afirmó: “Nosotros no podemos matarle la rentabilidad al 95 por ciento de las empresas, como hizo este gobierno”. La declaración llamó la atención porque en el mundo empresarial, el kirchnerismo durante los últimos años se había vuelto mala palabra. El cepo al dólar y las DJAI (Declaraciones Juradas Anticipadas de Importación) se habían vuelto grandes trabas para las empresas. Pero esta idea de enviar señales positivas al sector productivo del país es otro de los rasgos de esta “yegua herbívora” en la que busca convertirse CFK. El caballito de batalla es la empresa Arcor, de Luis Pagani. En su discurso en el Congreso, Cristina sacó un cuadro y mostró la rentabilidad de la empresa.

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“Miremos cómo funcionó esta importante empresa multinacional. Acá está hecho desde 2004 a 2017. Mire: el promedio de ganancias, de rentabilidad de la empresa de 2004 a 2015 fue de 178 millones de dólares anuales. Pero, si tomamos el tan denostado período de gobierno de 2011 a 2015, la ganancia operativa promedio se va a 265,5 millones de dólares, siendo en 2016 y 2017 de 201 millones de dólares”, explicó.

Resaltar la rentabilidad de Arcor durante su gobierno tiene implícito una idea que buscará ser el eje de campaña para el 2019: “con nosotros estaban mejor”. Este concepto podría convertirse en un valor simbólico que busca el panperonismo para retornar al poder. Así como Macri representó un cambio en el 2015, Cristina buscaría representar el bienestar. Para esto, en el Instituto Patria ya tienen armado un punteo con políticas que buscaron ayudar a las empresas:

- Se incentivó el consumo en todos los sectores.

- Cuando hubo crisis se trabajó con las empresas y los trabajadores para sortearla. Un ejemplo fueron los REPRO, con los cuales el Estado paga parte del sueldo de los empleados de compañías en crisis.

- Se incentivó la sustitución de importaciones.

- Las tarifas de las empresas estaban subsidiadas.

- Cada vez que surgía algún conflicto, había un Estado presente para solucionarlo. Por ejemplo: se le dio un crédito a General Motors para que la empresa siga produciendo.

- Para darle solución a la inflación se creó Precios Cuidados, con el objetivo de ayudar a los consumidores y a la vez potenciar la cadena de valor, integrada tanto por productores como distribuidores (supermercados).

Algunos puntos podrían ser rebatibles, debido a que muchos de estos problemas fueron producto de la inflación que se fue acumulando con los años. El kirchnerismo debutó en el 2003 con 3,7 puntos de inflación anual y se despidió en el 2015 con 30. El acumulado en ese período fue de 1.300 por ciento, según estimaciones basadas en datos del Indec hasta el 2006 y luego con consultoras privadas.

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Establishment. NOTICIAS hizo un sondeo con algunos empresarios que, como siempre, prefirieron permanecer en el anonimato por temor a posibles represalias. No sea cosa que el fantasma de la vuelta sea verdad. “Si gana Cristina, me voy a vivir a Estados Unidos. No quiero revivir el populismo”, confesó un emblemático empresario del sector servicios, quien aprovechó para criticar también al actual Presidente. “Hay una mayoría que esperaba otra cosa de Macri. No manejó bien la devaluación, la recesión, la pobreza”, cuestionó y agregó: “Los fondos de inversión de Nueva York me dicen que no vendrá ninguna inversión hasta después de las elecciones, se pregunta de dónde va a sacar plata la Argentina para pagar la deuda en el 2020, por eso sigue alto el riesgo-país”.

Un alto ejecutivo de uno de los principales grupos empresariales de Argentina dijo: “No hay contacto de grandes empresarios con Cristina, pero me llamó la atención que Gustavo Grobocopatel dijera que el problema no es que vuelva a ser presidenta sino con qué gente se va a rodear”.

La frase de Grobocopatel fue refutada por el presidente de la Sociedad Rural, Daniel Pelegrina, en Twitter: “Sería un retroceso que volviera”. En el entorno de la Rural recuerdan que Grobocopatel mantuvo distancia del paro del campo del 2008 e hizo negocios con los K vendiendo el know how de la soja a Venezuela. A CFK no la quieren ni ver entre los grandes ganaderos.

Otro alto ejecutivo del sector servicios opina: “Me llamó la atención la tapa de Forbes con Kicillof diciendo que no es antiempresa. Es lógico que bancos estén reuniéndose con él. El próximo gobierno va a tener problemas serios, hay un mundo áspero con Argentina, que ha hecho todas las cosas mal. Si baja la tasa, se te van los pesos al dólar, es sumamente complejo”.

El dueño de una de las constructoras más importantes del país reflexionó: “No creo que Cristina se reúna con nuestro sector. Si es candidata a ganar, muchas empresas van a hacer lo imposible para rajarse. No es que van a cerrar la planta ni venderla porque no será fácil vender con la perspectiva de un triunfo de Cristina, pero van a sacar la plata del país. Las inversiones están suspendidas”.

El sentimiento empresarial es generalizado: hay resistencia a Cristina, pero también decepción con Macri. Esto se vio reflejado en la encuesta anual que hace el diario El Cronista con empresarios y CEOs. Allí se vio que los hombres y mujeres de negocios de Argentina consideran que Cristina está en el top five de influyentes, aunque no primera ni segunda: la ubican en el cuarto lugar. En la edición 2017, estaba en el séptimo puesto. En ese mismo sondeo también se arma el ranking del “funcionario del año”. En ediciones anteriores de esta gestión se ha elegido a María Eugenia Vidal y Alfonso Prat-Gay. Este año, al tope de la lista está la respuesta “no sé”. Es decir que el enojo de los empresarios no es solo con Mauricio Macri, sino que se extiende a toda la administración Cambiemos.

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En este contexto, Cristina busca conseguir una ventaja y tratar de juntar todas las voluntades posibles. En la conferencia del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso), conocida como “Contracumbre” del G20, CFK buscó enviar un mensaje conciliador. “No es una contracumbre. Nosotros, como espacio progresista, debemos acostumbrarnos a no presentarnos como la contra de nada, sino como un espacio político de ideas y perspectiva económica y social”, afirmó en tono edulcorado. Y propuso “un frente social, cívico y patriótico en el cual se agrupen todos los sectores que son agredidos por las políticas del neoliberalismo”.

“La división no puede ser entre los que rezan y los que no rezan, esa división es un lujo que no podemos permitirnos porque en nuestro espacio hay pañuelos verdes, pero también pañuelos celestes, y tenemos que aprender a aceptar eso”, destacó. La frase resonó en el estadio de Ferro y sobre todo fue un guiño para el sector de la Iglesia que está encolumnado detrás de Juan Grabois, quien le garantiza un buen vínculo con Jorge Bergoglio, el papa Francisco.

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La ensayista Beatriz Sarlo analizó el discurso de CFK en su columna del diario Perfil. “Es posible acordar con mucho de lo que dijo. Lo nuevo es que se ha olvidado de Ernesto Laclau. Cristina ya no parte en dos la sociedad, como se le había enseñado. Ahora ha comenzado a preocuparse por la construcción de plurales y transversales ‘subjetividades políticas, diversos portadores de nuevos sentidos comunes’”, describió, y agregó que “Cristina dio el discurso que necesita su militancia para confirmar que ella será la prenda de unidad del peronismo, porque así lo dicen las encuestas y las temerosas ambiciones de quienes van por la reelección. Fue funcional a sí misma y a todos los que antes la tenían como límite y ahora la aceptan como clave de bóveda”.

Zombies. Esta versión “herbívora” de CFK ya va encontrando aliados que hasta hace unos años estaban en la vereda de enfrente. Felipe Solá y Hugo Moyano son algunos ejemplos. También está el gobernador de La Pampa, Carlos Verna, con quien pasó peleada sus últimos cuatro años de gobierno. El problema con estos “compañeros” es que, hasta ahora, no le aportan el caudal de votos que necesita para ganar una elección. Es decir: lo que suma, no le suma. También se reunió con Guillermo Nielsen, que fue empleado del Grupo Macri, secretario de Finanzas de los dos primeros años de gobierno de Néstor Kirchner, embajador de ella en Alemania, pero después pasó al Frente Renovador. Sin embargo, Cristina y Nielsen mantuvieron un muy buen diálogo. Ella se mostró desprejuiciada, muy informada e interesada por la herencia que eventualmente recibiría.

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En su búsqueda de alianzas estratégicas hay señales confusas. En su discurso en la “Contracumbre” de Clacso criticó la división de poderes y a los medios de comunicación, un tic que no se le quita con nada. “Estos días hubo inundaciones de aquellas en la provincia de Buenos Aires. En agosto del año 2015 también había llovido mucho. Los periodistas de distintos medios se subieron a canoas y recorrían remando el Gran Buenos Aires. En esta oportunidad no se vio a ningún medio de comunicación militando la inundación como me la militaban a mí”, dijo. A pesar de esto, según pudo saber NOTICIAS, hay gestores informales que buscan acercarla de nuevo al Grupo Clarín, aunque ella ya tiene un interlocutor de lujo que volvió a subir su cotización dentro del entorno de CFK: Alberto Fernández. Habría que ver cómo gravita Alberto en la estima de Héctor Magnetto, ahora que frecuenta dos o tres veces por semana el Instituto Patria.

Al cierre de esta edición, la varias veces procesada Cristina Kirchner estaba en Santa Cruz visitando a sus nietos, los hijos de Máximo, y descansando entre Río Gallegos y El Calafate. Le hizo caso a Patricia Bullrich y abandonó la ciudad de Buenos Aires durante el G20 y se refugió en la tierra del cordero patagónico. Un desperdicio: ahora es herbívora.

por Rodis Recalt y Alejandro Rebossio

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