Los que estuvieron junto a Cristina Kirchner y Mariano Cabral dicen que este último jamás la tutea en público. “Señora” o “doctora” son las formas que usa su secretario de mayor confianza para referirse a la ex presidenta. En privado, sin embargo, es uno de los pocos que está autorizado a tratarla con familiaridad. Ahí son Cristina y Mariano, el hombre que es su sombra desde 2014, que la acompaña a todos sus viajes, el que está en el día a día de la senadora y en los momentos más delicados.
Mariano es, también, el abogado que con frecuencia ayuda a Carlos Beraldi, el defensor oficial de CFK, y hasta, en más de una ocasión, fue a los tribunales de Comodoro Py para declarar ante los jueces y defender a su jefa. “Marianito”, como llaman al joven de 33 años, es un convencido del proyecto y de su trabajo, al que en el último año se le agregó el de darle una mano a Cristina para su nuevo libro.
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Pingüino. Las versiones varían según a quién se le pregunte. Desde La Cámpora juran que CFK se sentó ante una computadora y escribió durante meses las 600 páginas de “Sinceramente”, y, una vez editada, lo trabajó junto a María Seoane, ex directora de Radio Nacional. Pero las fuentes cristinistas bien informadas son menos protocolares: aseguran que fue su secretario con quien ella “peloteó” el libro, el hombre que tomaba notas, la escuchaba, sugería ideas y, según una fuente con frecuente acceso al mundo cristinista, a veces se animaba a alguna pregunta. Un ghoswriter informal.
El relato tiene lógica: desde 2014 el hombre que llegó por recomendación de Oscar Parrilli está al lado de CFK en cada momento importante. Fue el último que abandonó la Quinta de Olivos junto a ella el 9 de diciembre de 2015, a las 23.30. Fue también Mariano quien la condujo, ese mismo día, hasta la casa de Florencia K en Monserrat, donde ella se aprestaba a pasar su primera noche como ex presidenta. Fue Mariano a la primera persona a la que llamó Cristina cuando vio en la televisión que Jorge Bergoglio se acababa de convertir en el nuevo Papa. Hace días nomás, Cabral la acompañó, como había hecho en mitad de marzo, hasta Cuba, a donde CFK fue a ver a su hija. Siempre y en todos lados está él.
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Biografía. Cabral es neuquino, como su descubridor Parrilli. Luego de la depuración de los secretarios que CFK había heredado de Néstor, Parrilli recomendó a Cabral a la entonces presidenta: conocía al padrastro de Cabral, el “Turco”, un músico muy conocido en aquella provincia. Cabral, por ese entonces, encontraba tiempo para estudiar derecho en la sala de los secretarios de Olivos.
Así lo recuerdan muchos: un hombre de extremo perfil bajo -su rostro no había trascendido hasta esta nota-, muy amable y servicial, y, al no pertenecer a La Cámpora ni a ninguna agrupación, alguien alejado de la rosca política que caracterizaba a otros secretarios K, como Daniel Muñoz. Con ese perfil se ganó a Cristina, y también a toda su familia, en especial a Máximo. “Hoy muchos quieren llegar a Mariano para llegar a Cristina. Es quien te abre la puerta”, dicen desde ese entorno. Cabral, quien en su última declaración jurada pública, en 2015, presentó un patrimonio de $ 2.444.781 y una deuda de $ 1.167.931, tiene otra pasión: es percusionista en la banda de cumbia “Carniceros del amor”.
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