Carlos Schuster trabaja cuando otros se divierten. O mejor dicho: su trabajo consiste en que otros se diviertan, la pasen bien, coman rico y tengan momentos inolvidables. Puede ser una fiesta de 15, un casamiento, un mitin político, un evento corporativo o cualquier otro tipo de celebración. Y no se queja, esa es su vida y le encanta, desde que heredó la empresa de catering que su padre Alfredo comenzó casi por casualidad luego de emigrar a la Argentina desde Alemania. Schuster Catering hoy es una fábrica gigante: tiene la capacidad para hacer 10.000 cubiertos por día y elabora el 95 por ciento de los productos que ofrece, desde los helados hasta los panes y las pastas. Además, tienen una división kosher y un coqueto local a la calle en Belgrano.
Noticias: Llegaron a hacer hasta 24 fiestas por fin de semana, ¿cómo era esa época?
Carlos Schuster: Sí, antes de la época de (Carlos) Menem, en los ochenta. Y durante el menemismo también. Con mi papá nos repartíamos las zonas: él tomaba zona norte y yo, la capital. Si me faltaban mozos en una fiesta, los movía de otra.
(Te puede interesar: Fernando Vidal Buzzi, maestro del periodismo gastronómico)
Noticias: La empresa la comenzó su papá.
Schuster: Estoy terminando de escribir la historia y voy a publicar un libro. Mi papá se vino de Alemania y llegó a la Argentina sin nada. Y hoy todos nos sentimos orgullosos de tener su apellido. Siempre digo que el 85 por ciento de la gente que compra en Schuster, compra confianza. Es un negocio de confianza.
Noticias: ¿Su padre se dedicó por azar al catering?
Schuster: Después de dejar Alemania, vivió cinco años en Bolivia, en Tarija, y luego vino para acá. Cuando llegó a Buenos Aires, empezó a trabajar de tapicero hasta que le ofrecieron la portería en el templo Lamroth Hakol, ahí vivimos once años. El orgullo es que después de ser el hijo de portero, este año voy a ser el presidente de esta institución. Cuando contaba la historia de mi padre, todos me decían que la tenía que escribir. Es una historia de esfuerzo. Un día le preguntaron si se animaba a hacer un evento. Para mi papá la palabra “no” no existía, y cuando se encontraba con una puerta que decía “Prohibido pasar”, él la abría para ver lo que había del otro lado. Era un busca. Los primeros 20 años en Buenos Aires nunca se tomó vacaciones.
Noticias: ¿Murió hace poco?
Schuster: Sí, a los 94 años. Vio el crecimiento de Schuster de la nada. Se fue tranquilo. La empresa y el templo eran su vida.
(Te puede interesar: Recetas para cocinar con vino: sugerencias del chef)
Noticias: ¿Cuándo arrancó usted?
Schuster: Yo nací en una olla de sopa. Siempre me gustó la gastronomía. Hoy Schuster es una empresa familiar: la comenzaron mi papá y mi mamá, Gertrudis, que es una luchadora. Después me sumé yo y mi hermana Haydée. Mi esposa, Viviana, maneja los números. Y mis dos hijas, Stefanie y Jacqueline son la tercera generación de Schuster.
Noticias: ¿Qué le quitó la empresa, después de tantos años de trabajo?
Schuster: Creo que voy a descansar de verdad el día que deje de trabajar. Nosotros vendemos responsabilidad. No puedo decir, como a veces hace un arquitecto: “Te voy a entregar la obra en febrero” y te la termina entregando en abril. El evento es miércoles a las 9 de la mañana y yo tengo que estar dos o tres horas antes del evento. La responsabilidad en este trabajo se escribe con mayúscula.
Noticias: ¿Fantasea con el retiro?
Schuster: No sé si quiero dejar de trabajar, pero sí trabajar menos. Por eso ya está la tercera generación y ya estoy pensando en la cuarta. Que sean ellos los que continúen la empresa. No tengo duda de que la Argentina va a tener futuro y nuestra empresa también, si seguimos haciendo bien las cosas.
Noticias: ¿Cuáles son los clientes más difíciles?
Schuster: No hay clientes difíciles, hay gente que tiene otra mentalidad. Cuando hacés un evento de 200 o 300 personas, el que lo compró es uno, pero el resto opina. Cuando la marca va a la calle, no puede fallar.
(Te puede interesar: Patricia Ramos: “El ambiente de la cocina es machista”)
Noticias: ¿Fiestas inolvidables?
Schuster: El casamiento de Valeria Mazza, el campeonato mundial de golf en 2000, cuando vino Lady Di a la Argentina, la presencia de (Nelson) Mandela en Ushuaia, el G20, (Donald) Trump y muchas. La verdad, todas. Me acuerdo de fiestas que hice y las recuerdo porque son todas importantes. Trabajo de lunes a lunes. Sé lo que pasa en cada evento y cuando viajo, llamo todos los días por teléfono. Por eso te digo que trabajo 365 días por año.
Noticias: ¿Alguna fiesta que haya salido mal?
Schuster: Me ha pasado que se me pudrió un plato y tuvimos que correr para solucionarlo. O que se cayó una bandeja de algo o chocó el camión. Pero para eso hay que tener logística. Siempre tenemos que solucionar los imprevistos. Vamos por toda la Argentina, hicimos eventos en Villa La Angostura y llevamos tres camiones.
Noticias: ¿Los famosos piden mucho canje?
Schuster: No, no, no. Valeria (Mazza) pagó. Y no, la verdad es que no. Aparte tampoco podemos hacerle canje a todo el mundo porque estaríamos fundidos. Otra fiesta inolvidable: el casamiento de (Marcelo) Gallardo, los cien años de los Bianchi: 50 años de Margarita y 50 años de Carlos. A Mercedes Sosa le hice muchos eventos. La “Negra” me quería mucho, cada vez que iba a su casa me quedaba charlando horas.
Noticias: ¿Qué platos pasaron de moda?
Schuster: Cuando empecé a trabajar con mi papá, un plato fundamental era la copa primavera con palmitos, melón y camarones. De segundo plato, crêpe de champiñones. Plato principal: pollo con salsa de castañas. A la gente le encantaba. Y el postre era una torta helada con salsa caliente de frambuesas, flambeada. Salían todos los mozos de la cocina con el fuego. De los canapés y calentitos nos fuimos a los appetizers, después a los finger food y más tarde, a las tapas. El menú al principio era canapés y calentitos, buffet froid –que era la mesa fría– tres platos, postre, mesa dulce, torta de bodas y final de fiesta. ¡Mirá todo lo que se servía antes! Hoy vienen los novios y te dicen: “Appetizer, un plato, ¿hace falta postre? ¿Mesa dulce para qué?”.
Noticias: ¿Se come menos?
Schuster: No sé si se come menos, se pide menos. Comer, cuando les servís, comen. Pero cuando se pide menos, tenés que tener mucho cuidado. Nosotros no podemos quemarnos. La gente no puede volver de un evento y parar en un local de comida rápida, eso no puede pasar.
Noticias: ¿Cuál es el plato que piden todos?
Schuster: Las cocciones largas, de cuatro o cinco horas. Antes hacíamos mucho lomo, pero el lomo es difícil por el tema de la cocción. Con los braseados no hay quejas sobre la cocción. La cocina peruana también. Hace veinte años nada hablaba de ceviche o tiraditos, pero hoy sí.
Noticias: Fuera del trabajo, ¿con qué se divierte?
Schuster: Soy muy deportista, ya hice dos Iron Man enteros. Hice cinco medios Iron Man, corrí muchos maratones. Entreno todos los días muy temprano.
Noticias: Tiene puesta una pulsera roja. ¿Sintió la envidia?
Schuster: Sí, existe. La mala onda de mucha gente, cuando te va bien o cuando te va mal. Cuando hiciste algo en la vida, que no es solamente plata, te dicen que es suerte; y cuando te va mal, te dicen que sos un boludo. Y no es así. Te puede ir mal por muchas otras circunstancias. La envidia es una parte del ser humano que es fea. Los argentinos nos tendríamos que unir y patear todos para el mismo lado.
Noticias: ¿Cuántas fiestas hacen por fin de semana ahora?
Schuster: Cuatro o cinco.
Noticias: ¿Por qué?
Schuster: Hoy la juventud “se junta”, la gente se casa menos, cambiaron las costumbres. Antes los que manejaban las fiestas eran los padres. Hoy cuando viene la juventud a charlar a la oficina, los padres ni aparecen. Cambió la manera de pensar de la juventud, que prefiere convivir, y si se casan, no hacen los eventos que se hacían antes. Se casan menos y con otra mentalidad.
Noticias: ¿Cuál es su lema?
Schuster: Nunca quedarse, mirar para adelante. Mejorar y no creérsela. Tengo fotos de cuando era chiquito, vestido de mozo, con el pantaloncito blanco. La palabra metas es fundamental en mi vida. La meta es trabajar lo máximo posible.
Comentarios