Nació en el seno de una familia muy humilde, donde abundaban las carencias y faltaban las oportunidades. Hasta los 7 años creyó que sus abuelos eran sus padres pero descubrió que, quien creía su hermana, era en realidad su mamá. Abel Ayala no pudo crear vínculos con su familia biológica pero sí pudo dar vuelta su destino y hoy es papá de dos nenas y brilla en “El Marginal 3”, todos los martes por la TV Pública.
A los 9 años se fue de su casa y luego de estar un tiempo en la calle, vivió en Moreno, en el Hogar El Arca. A los 12 años, Juan Carlos Desanzo lo eligió para protagonizar “El polaquito” y ahí empezó a cambiar su historia. Cuenta que le cuesta estar en pareja porque siempre buscó la libertad. Y que practica el naturismo porque sufre una enfermedad crónica que no tiene cura.
Noticias: Ustedes un claro ejemplo de que se puede dar vuelta el destino y buscar un futuro mejor. ¿Es consciente de eso?
Abel Ayala: Los cambios ocurridos en mi vida, desde los 25 para atrás, fueron producto de la misma vida y no de decisiones que tomé. Pero a los 25 abrí los ojos y empecé a elegir conscientemente. Ya era papá, había vivido en España, había trabajado bastante. Pero siempre perdido. A los 17 años me fui del Hogar y estuve desorientado mucho tiempo. Otra vez me encontré con ese pibe que era antes de entrar al Hogar: estaba solo. Estaba muy perdido pero siempre caminaba. Nunca paré, afortunadamente, y creo que eso me salvó la vida. Hoy doy charlas y cuento cosas de mi vida en cárceles, escuelas, Hogares, y siempre me preguntan cómo hice. Y la verdad es que se dio así, pero creo que lo importante es que siempre accioné. Cuando estaba en la calle no paraba: subía a un tren, después a otro. Lo que determina cómo es la vida de uno es lo que haces, más allá de lo que pensás.
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Noticias: ¿Por qué los 25 años fueron tan importantes en su vida?
Ayala: No sé si pasó algo determinante. A los 20 hice una película con Ricardo Darín, “El baile de la Victoria”, dirigido por Fernando Trueba. Y tenía una depresión tremenda, me quería morir. No tenía ganas de vivir porque estaba en Europa y al principio quedé fascinado, pero después sentí un vacío tremendo porque no quería estar solo. Pero es la soledad de los pibes del Hogar, porque me encontré con un montón de compañeros que compartían la misma realidad. Si bien en el Hogar son como una especie de familia, no son tu familia y la realidad es que hacen un trabajo. Para los pibes de la calle es difícil ser amorosos y abrir el corazón porque no lo ejercitaron. El haber salido de tu familia y ser un pibe de la calle hace que te vuelvas más rígido, más temeroso, más acomplejado.
Noticias: ¿Hoy tiene vínculo con su familia de sangre?
Ayala: Sí, tengo contacto pero no tengo lazos fuertes con ellos ni con nadie. Me fui de la casa de mi abuela, en el bajo de Berazategui, porque quise. No me echó la pobreza, ni el hambre ni el maltrato. Me gustaba la calle. A los 7 ya salía a cartonear y volvía todos los días. De a poco empecé a volver menos hasta que un día no volví más. Vivía en un asentamiento y quienes están ahí quedaron desplazados, y viven en un desorden de todo tipo. Ya de chiquito ves violencia, estás en la calle con frío, con hambre.
Noticias: Alguna vez contó que su mamá era quien creía su hermana. ¿Pudo armar una relación con ella?
Ayala: Ella murió de cáncer de mama a los 43 años. La verdad que no armé un vínculo. Alguna vez la encontré y algo hablamos, pero siempre fue muy difícil. Mis abuelos viven y los veo poco. Cuesta porque en ese vínculo faltan cosas. Algo que estoy empezando a trabajar ahora es construir vínculos afectivos fuertes; quiero abrir un poco más el corazón. A veces pienso que me salvé de casualidad. Muchas cosas salieron bien pero podría estar muerto porque en la calle está en juego tu vida. Nunca estuve preso porque no robé ni un caramelo.
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Noticias: Nunca habla de su padre, ¿lo conoce?
Ayala: No sé quién es mi padre. Mi familia algo me dijo una vez pero nada concreto. Lo busqué durante mucho tiempo pero ya desistí. Necesito saber quién soy pero en mi familia nunca colaboraron para saber la verdad.
Noticias: ¿Qué recuerdos tiene del día que lo eligieron para filmar “El polaquito”?
Ayala: Increíble. La película fue a festivales, tuvo críticas buenísimas y hoy es un clásico de nuestro cine. El trabajo de actor fue hermoso, venía a buscarme un chofer, me cuidaban, comía bien. Me sentía una estrella pero volvía al Hogar y era uno más. Y estaba bien que me bajaran. Siempre tuve manager y una cosa fue llevando a la otra. Nunca paré de trabajar. Me daba terror mostrarme en los medios. Durante mucho tiempo me construí una historia: que tenía mamá, papá, una casa, hermanos. Me daba terror decir que vivía en un Hogar, porque ya te sentís diez escalones abajo. Todo es un proceso, y una vez me animé a contar la verdad. Hoy estoy con mis hijas, Paloma (6) y Amanda (4), que viven mitad de semana con la mamá y mitad conmigo.
Noticias: ¿Fantasea con una familia tipo? Papá, mamá, hijitas.
Ayala: Quiero que mis hijas tengan identidad, y hago énfasis en eso. Las escucho mucho, las respeto, a veces de forma exagerada. Quiero que no tengan miedo, que sepan que no están solas, que se expresen, que estén bien firmes. Pero no quiero estar en pareja. No porque haya tenido mala experiencia, al contrario. Pero siempre he luchado por la libertad. Tomé la decisión de irme de mi casa ya de chico. Yo muero por mis hijas, las amo con toda mi alma y no me importa nada. Me imagino viajando con ellas, mostrándoles el mundo.
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Noticias: ¿Qué le dieron las tres temporadas de “El Marginal”?
Ayala: Nunca me imaginé que iba a estar en tantos festivales, a ganar premios. Nadie lo imaginaba, me parece. Estoy feliz. “El marginal” se hizo carne en mí pero ya es momento de tomar un poco de distancia. Se habla de una cuarta temporada, pero en esa creo que no voy a estar porque se cumplió el ciclo. Con la comodidad te salen hongos, te pudrís. Atravesar las cosas es duro y difícil pero cuando pasas, es un gran placer. Ahora estoy en plena pre producción de mi próximo proyecto y es un unipersonal en el que hago 12 personajes. Se llama “Un chico en el circo” y el libro es de Gastón Cerana y la dirección de Gonzalo Castagnino. Es la historia de un pibe que es vendedor ambulante en la puerta de un circo, y una mujer lo culpa de un robo que no cometió. Es un proyecto personal muy groso. De alguna manera es el niño que fui yo, pero con otra historia. Me gusta mostrar que, a veces, lo que uno piensa no es. También tengo, en sociedad, una productora que trabaja para jugadores de fútbol y hacemos contenido digital con un personaje que se llama “El Guachín” y nació en “Sos mi hombre”, la novela de eltrece. Hago eventos y me río mucho con ese personaje.
Noticias: ¿Qué ve y qué siente cuando mira hacia atrás?
Ayala: Trato de no mirar para atrás, no me interesa. No quiero nunca más mirar para atrás y ponerme melancólico. Quiero mirar hacia adelante, estoy enfocado hacia donde quiero ir. Y quiero ser un actor de la concha de la lora, quiero triunfar, ser exitoso, que me vaya bien.
Noticias: Prefiere despedirse de ese chico que fue.
Ayala: No, porque ese chico soy yo. Lo que no quiero es quedarme enganchado con eso. En el Hogar descubrieron que tengo una enfermedad reumatológica, hereditaria, degenerativa, crónica y que no tiene cura: Espondilitis anquilosante. En el Hogar me cuidaban pero cuando lo dejé, a los 17 años, ya no fui más al médico y empecé a buscar maneras alternativas de tratamiento y encontré un camino en el naturismo. Practico ayunos, baños de agua fría, tengo las ventanas de mi casa abiertas en todas las estaciones para que corra aire fresco. Tengo cama pero duermo en el piso, en suelo de parquet. Con el naturismo aprendí a estar alineado con las leyes de la naturaleza. Porque según el naturismo, el cuerpo se enferma por salirse del orden natural. Hoy tengo la enfermedad controlada.
Noticias: ¿También es disciplinado con la alimentación?
Ayala: Eso me cuesta más. Soy indisciplinado en las comidas pero si como carne, por ejemplo, enseguida me pongo ojeroso, me deshidrato. Las harinas me matan, aunque no soy celiáco. Desayuno poco y me voy a entrenar casi todos los días. Conozco mi cuerpo, los síntomas y lo voy llevando. Es importante para mí trabajar la disciplina. Siempre digo que soy un viejo de 30 años.
Liliana Podestá
@lilianapodesta
Fotos: Marcelo Escayola.
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