Alberto Fernández está convencido de que la nueva ronda de crisis financiera que se desató tras su triunfo electoral es asunto de Mauricio Macri. Aunque sus economistas admitían que el dólar iba a dispararse con una victoria contundente, el candidato del Frente de Todos ha rechazado por ahora el consejo de algunos de ellos de viajar pronto a EE.UU. a hablar con esos inversores financieros que leen que Financial Times lo tacha de “populista”, sin considerar sus críticas a lo que fue el cristinismo.
En el Frente de Todos, variopinta coalición de peronistas, kirchneristas, ex kirchneristas y progresistas, admiten que Fernández aún tiene contradicciones. Antes de las elecciones pregonaba un dólar más alto, pero a la vez una recomposición del consumo. Advierte que el Banco Central debe evitar el despilfarro de reservas, pero al mismo tiempo sus economistas sostienen que Macri y el jefe de la autoridad monetaria, Guido Sandleris, dejaron correr al dólar e intervinieron con demora para después responsabilizar del salto del dólar a los votantes del Frente de Todos.
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Sí, después el Presidente pidió perdón y anunció medidas para ponerles $ 40.000 millones en el bolsillo a las clases media y baja, a costa de la obra pública: reducción del impuesto a las ganancias, dos meses de descuento de aportes a los empleados en blanco, una cuota menos del monotributo, dos bonos para los trabajadores informales y desempleados con hijos menores de edad, otro para los empleados públicos, un alza del salario mínimo, un alza de las becas Progresar para estudiantes, plazo de diez años para que pymes paguen impuestos y un congelamiento de naftas por 90 días. Disposiciones que sólo pueden aliviar el impacto de la devaluación del 12 de agosto y los días siguientes.
Fernández escucha sobre todo a dos economistas: Guillermo Nielsen y Matías Kulfas. Uno fue el secretario de Finanzas de Eduardo Duhalde y de los primeros dos años de Néstor Kirchner, en los que reeestructuró la deuda con el entonces ministro de Economía, Roberto Lavagna. Pero Nielsen, formado en la Universidad de Boston, ha manifestado en los últimos años posiciones liberales más cercanas a las de su amigo Javier Milei y lejanas de un desarrollista como Lavagna, al que tanto elogia el probable jefe de Estado. En Wall Street guarda buenos contactos, aunque otros lo recuerdan como un duro negociador de los bonos.
En cambio, Kulfas, formado en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), es un desarrollista progresista que fue gerente general del Central en tiempos del cepo cambiario, después criticó ese tipo de control estricto –está por la vuelta de otras restricciones como las que regían para la compra diaria de más de US$ 2 millones o la liquidación de exportaciones–, reprobó algunas medidas de Axel Kicillof en el Ministerio de Economía y ha dejado una buena imagen en reuniones con emisarios de Wall Street, que aún recelan de él por su pasado. Kulfas hace tándem con Cecilia Todesca Bocco, ex jefa de Gabinete del Central en tiempos del cepo e hija del actual director del INDEC. Su tío y ex director del Central, Arnaldo Bocco, integra el espacio.
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Nombres. El vencedor de las primarias escucha además a Emmanuel Álvarez Agis, exviceministro de Economía de Kicillof que con sus posturas más moderadas había aumentado su influencia en los últimos meses sobre una Cristina Kirchner que apostó con éxito a una alianza hacia el centro. En ese contexto, el hijo pródigo Sergio Massa ha aportado a dos hombres a la discusión económica de Todos: Miguel Peirano, que fue ministro de Economía en 2007 pero se alejó por negarse a aceptar las locuras de Guillermo Moreno, y el empresario industrial y diputado José Ignacio de Mendiguren. Massa tiene otro economista: el ex jefe de ANSES Diego Bossio.
Fernández dialoga con Martín Redrado, que fue presidente del Banco Central desde 2004 hasta que CFK lo echó en 2010. Le acercan ideas el consultor Javier Alvaredo, el ex secretario de Finanzas Sergio Chodos y el investigador de la Universidad de Columbia Martín Guzmán, coautor de papers con el Nobel Joseph Stiglitz.
Se desconoce quién será su ministro de Economía o su presidente del Central, pero está bastante claro que, al igual que Macri, pondrá a un hombre que comparta su visión, no a Sandleris. La independencia de la autoridad monetaria ha dejado de ser bandera –nunca fue realidad– incluso para el oficialismo.
“La Argentina no sabe anticiparse a las crisis: una vez que estamos en ella sabemos salir, pero con dolor”, admite un dirigente de Todos. “Esto va a ser un quilombo hasta diciembre, pero al menos en este tiempo el FMI no te va a soltar la mano. En un momento el dólar tocará su techo. Los macristas abrieron todo el mercado y ahora los capitales rajan.”
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Otro mandamás está enojado con Macri y Sandleris porque considera que el 12 de agosto actuaron tarde ante la corrida y vendieron después solo US$ 100 millones, en lugar de los 250 millones diarios que permitía el FMI para evitar que saltara de la banda de $ 51. "El dólar podría haber llegado a 50, pero lo dejaron subir para echarnos la culpa. Antes de las PASO, el dólar futuro a fin de año estaba a 55, pese a que todos los de Wall Street con los que nos reuníamos daban por hecho que ganaba Alberto", agrega quien teme que la pobreza salte del 35% al 38%.
También el frentista que recuerda que el dólar estaba contenido a presión desde abril pasado y que el 9 de agosto encuestadores amigos del Gobierno hicieron subir los mercados con encuestas que predecían un empate, a contramano de los sondeos que manejaban oficialistas y opositores. Es el mismo dirigente que rechaza que ahora Macri se endeude por US$ 20.000 millones con EE.UU. para financiar la fuga de capitales de los próximos cuatro meses.
El probable Presidente quiere que sea Macri quien maneje la crisis hasta el 10 de diciembre, pero aflojó y habló por teléfono con él para prometerle toda su colaboración. “Después, que no nos digan que lo volteamos”, comenta un dirigente de Todos. Otro se suma: “Hoy lo primero es garantizar la paz social y la gobernabilidad, que Macri llegue al 10 de diciembre. Para el peronismo es fundamental que termine su gobierno y se destierre el mito de que los presidentes no peronistas no lo terminan”.
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Deuda. El vencedor de las PASO promete que pagará la deuda, pero se desconoce cómo. Por eso aún persisten las dudas de los inversores financieros del extranjero que lo visitaron y que se dieron cuenta de que disiente con Moreno y el falso marxista Kicillof. Claro que tampoco entienden el concepto de desarrollismo. Ellos gustaban de Macri hasta que le perdieron su confianza en 2018 a fuerza de endeudamiento.
En el peronismo admiten que nunca los mercados confían en ellos. Salvo cuando fueron menemistas, pero tampoco acabaron bien. "Alberto sólo podrá mejorar su imagen exterior con los hechos. Ya nos pasó en el kirchnerismo, a pesar de que siempre tuvimos voluntad de pago", comenta un dirigente. "Es loco: el mercado confía más en los que se endeudaron. Hay un prejuicio de clase", suma otro.
Massa, que reivindica parte del éxito electoral para sí y no descarta sumarse al gabinete, aboga porque el PJ se concentre en pensar medidas para diciembre: discutir el acuerdo con el FMI, impulsar el mercado interno, la producción, la exportación y la inversión, comenzando por la nacional, y bajar impuestos a pymes. En lo social pesa la voz de Daniel Arroyo, ex viceministro de Desarrollo Social de Néstor Kirchner, que tiene su receta: "Estamos ante una catástrofe. Hay que eliminar el IVA a 200 alimentos, prestar a trabajadores para que compren herramientas, hacer obra pública y proteger el empleo, como el textil".
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