La historia era conocida, pero el documental que acaba de estrenar HBO, “Complejo de Dios: Los bebés del Dr. Quincy Fortier”, permite comprender por qué el abuso médico es una instancia esencial de las distintas formas de violencia que sufren las mujeres y los chicos.
El doctor Quincy Fortier, que murió en 2006 y durante 60 años atendió en su propia clínica de Las Vegas, inseminó a un número inimaginable de mujeres, que iban con sus parejas a su establecimiento a buscar una solución para su infertilidad.
¿Cómo descubrieron sus hijos biológicos su parentesco con este médico respetado, que murió con todos los honores a los 94 años? Las empresas que realizan estudios de ADN por correo fueron el medio para enterarse, accidentalmente, de su oscuro origen. Mucha gente recurre a este servicio porque promete ponerlos en contacto con familiares de la misma estirpe repartidos por el mundo. Esta oferta ha sido un verdadero boom en los Estados Unidos en los últimos años. Una nueva caja de Pandora, capaz de revelar secretos inesperados.
Historia. Las derivaciones éticas de la conducta del famoso ginecólogo son aún difíciles aquilatar. De hecho, en el documental dirigido por Hannah Olson, un grupo de hijos de Fortier se reúne para contrastar sus situaciones de vida e intercambiar sentimientos y opiniones.
Algunos de ellos tuvieron que explicar a sus propios padres la estafa moral de la que fueron objeto. Hay quienes asimilaron mejor la noticia y quienes tuvieron una enorme crisis de identidad.
Pero los crímenes de Fortier fueron más lejos que utilizar su propio semen para inseminar a mujeres que deseaban ser madres (la excusa del médico era que sólo pretendía hacer el bien). También embarazó a pacientes que habían ido a su consultorio para una revisación de rutina y que no deseaban tener hijos. Con lo cual influyó en el destino de esas personas hasta puntos increíbles.
El caso más dramático fue el de su propia hijastra, virgen, a quién inseminó sin su consentimiento y envió luego, ya avanzado el embarazo, a un hogar para madres solteras. Ella dio en adopción a su bebé y 20 años después, cuando el chico quiso conocer su origen, lo puso al tanto de esta historia siniestra.
Las investigaciones de sus sucesores arrojaron como resultado también, que Fortier abusó sexualmente de los hijos que tuvo en el contexto de su matrimonio.
Jamás se sabrá exactamente cuántos son hoy sus descendientes en el mundo. Después de 60 años de trabajo, pueden ser cientos, de toda edad y condición.
La investigación del caso Fortier pone también sobre el tapete, la cuestión de los donantes de esperma y la cantidad de embarazos que se logran a partir de su material genético.
Otra inquietud que instala el documental es la certeza de que otros profesionales han cometidos los mismos abusos de confianza que Fortier, utilizando su propio esperma para embarazar pacientes.
Este dato nos enfrenta a la falta de control que en todo el mundo han tenido hasta ahora tanto las nuevas técnicas de fertilidad, como las variantes no convencionales para tener un hijo.
Como siempre, los chicos y las mujeres son las víctimas preferidas de la falta de escrúpulos y la manipulación.
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