Tuesday 23 de April, 2024

COSTUMBRES | 01-12-2020 17:27

Después de la opulencia de Trump, ¿cómo será el estilo de la era Biden?

Cambia por completo el estilo de la Casa Blanca. De las grandes marcas a la moda accesible y profesional.

Fueron años inéditos. El mandato de Donald Trump, el presidente más controvertido e impensado de los Estados Unidos, no solo estuvo signado por sus arrebatos y aires combativos, sino también por un modo de vestir sumamente lujoso y aspiracional. De los zapatos Christian Louboutin y Manolo Blahnik de Melania a los conjuntos de Burberry y Carolina Herrera de Ivanka, los Trump también serán recordados por haberle dado vidriera a las marcas más exclusivas del mundo. Pero lo que se avecina en cuestión de estilo es bastante opuesto. Las primeras elecciones de Jill Biden, la mujer de Joe, y su vicepresidenta Kamala Harris ya dejan ver un espíritu mucho más sencillo y cercano al americano promedio. A continuación, una radiografía de la era que se despide y la que llega, al menos en términos de moda.

 

Donald Trump

 

De salida. Eslovena, ex modelo de piernas eternas y rasgados ojos celestes, no se puede negar que Melania Trump es de esas mujeres a las que todo les queda bien. Lo que no quiere decir que todas sus decisiones de vestuario hayan sido acertadas o elogiadas. Porque por más increíbles que le quedaran los tacos, no eran idóneos para visitar zonas arrasadas por huracanes, o por más que su abrigo de flores bordadas de Dolce & Gabbana intentara ser un guiño a la moda local en una gira italiana, su costo de €46.000 resultó más de lo que ganan anualmente unas 30 millones de familias norteamericanas. Y ni siquiera cuando se decantó por marcas “low cost”, como Zara, logró unanimidad: fue criticada por usar una parka con la leyenda “I really don’t care, do u?” (realmente no me importa, ¿a vos?) en el contexto de una visita a un hogar de niños inmigrantes. Sus looks fueron siempre tan icónicos como polémicos, amparándose en ocasiones en estilos históricos como el de Jackie Kennedy (en especial en su traje celeste de la asunción presidencial) o el de Lady Di, entre otros. La sensación, sin embargo, fue que nunca terminó de encontrar el propio.

 

Melania Trump

 

“El vestido es siempre un fenómeno de comunicación, y como tal, muy simbólico. Creo que el estilo de la era Trump tenía mucho que ver con quiénes eran ellos antes de asumir él. En presidencias anteriores, las primeras damas eran mujeres de mucha actividad profesional previa, en carreras humanísticas o políticas, con lo cual la idea de la Primera Dama como figura decorativa, muy vinculada a su ex profesión, que se dio en esta última gestión, fue una novedad”, apunta Vicky Salías, directora del Museo de la Historia del Traje. A la vez, sostiene que las figuras de Melania y también de su predecesora, Michelle Obama, por ser mujeres más jóvenes, tuvieron un sex appeal desconocido hasta el momento. Sin embargo, los mensajes que supo enviar Melania con su indumentaria fueron bastante confusos. Además del de la parka con inscripción, Salías remarca el sombrero de colono europeo que la Primera Dama usó en su viaje a África, otro error difícil de digerir. “Pareciera que no tiene quién la ayude a seleccionar su vestimenta”, apunta la especialista.

 

Ivanka Trump

 

En un artículo recientemente publicado por el medio inglés The Guardian, la crítica va incluso más allá, asegurando que tanto los looks de Melania como Ivanka se asemejaban más a vampiresas que a mujeres reales, alejando el empoderamiento femenino y acercándose peligrosamente a la misoginia con la que tanto se identificó Trump. Incluso el artículo apunta contra el estilo del Presidente, sosteniendo que su artificial color salmón reflejaba no solo su vanidad, sino también “su errada concepción de que un bronceado de tres semanas en el Caribe era un aspecto apropiado para un hombre al que se había confiado el más alto y serio de los trabajos”. Según la publicación, sus corbatas extra largas y sus trajes sobredimensionados también hablan de un ego extra grande. “Si tengo que definir el estilo Trump, lo resumiría en tres palabras: vulgar, tilingo y ordinario. Pero creo que esto tiene más que ver con las cualidades morales que en definitiva se desparraman por la apariencia de todos los personajes de esa familia. Es decir, es el estilo de la derecha norteamericana, que quiere presentar algo refinado pero su personalidad le juega en contra”, termina de rematar Marcelo Marino, historiador de arte y director de la colección Estudios de Moda (Ediciones Ampersand).

Lo que viene. Profesora de inglés, con un doctorado cuya tesis fue sobre la deserción escolar y fundadora de la Biden Breast Health Initiative, que trabaja para concietizar chicas que cursan la secundaria sobre la importancia del diagnóstico precoz de cáncer de mama. Con estas credenciales llega Jill Biden a la Casa Blanca, y el contraste con Melania no puede ser más feroz. O en realidad sí, discurriendo además en su estilo de vestuario, en el que también se apoya para defender sus ideas.

 

Jill biden

 

Así, en el primer debate presidencial se la pudo ver con un vestido que ya había usado en anteriores ocasiones, pero que además enviaba un mensaje en sí mismo: diseñado por Gabriela Hearst (de origen uruguayo, un gesto tal vez a la comunidad latina), estaba fabricado con telas recicladas, un guiño importante tras cuatro años de un presidente que negó la gravedad de la crisis ecológica. Y en su discurso en la convención demócrata de este año, que no pudo ser en vivo a causa de la pandemia, se la vio desde el aula donde fue maestra con un sencillo vestido verde cruzado que bien podría haber sido un uniforme de dicha profesión. Sus barbijos de “vote” y las botas con la misma leyenda que llevó cuando emitió su voto también fueron gestos fuertes, que sin embargo se combinaron con looks más bien despojados y de diseñadores clásicos norteamericanos, desde Ralph Lauren a Vince y Veronica Beard.

Pero no solo la futura Primera Dama llega con impronta fuerte. También lo hace Kamala Harris, vicepresidenta electa. Sin estridencias, a esta abogada se la puede ver con trajes neutros (aunque algunos especialistas estiman que son Armani), pero también con zapatillas Converse o hasta en un conjunto deportivo Nike, como se mostró en su cuenta de Instagram hablando por teléfono con el electo Joe Biden para decirle “lo hicimos” al saber que habían ganado. “Creo que volveremos a un estilo más tranquilo, de mujer trabajadora. Tanto Jill como Kamala son profesionales, con lo cual es factible que su vestuario sea más funcional y más vinculado a los atuendos de oficina”, apunta Salías, que describe a Kamala como muy natural en accesorios y maquillaje, discreta.

 

Kamala Harris

 

Aunque parezcan análisis frívolos, la ropa puede transmitir todo tipo de valores, incluso autoridad. “No es casual que Kamala Harris vista todo el tiempo en un estilo masculino, y que use pocos colores fuertes, a pesar de que le quedan muy bien. Es un modo de transmitir autoridad en el mundo judicial en el que desenvolvió su carrera. La sastrería masculina es un rubro estructurado y rígido por naturaleza. La rigidez transmite poco movimiento, estabilidad y ese último es un valor positivo en ese universo”, analiza la experta. “Por lo que he visto de Kamala, su estilo es conservador, de abogada y mujer de negocios. Aún no pareciera que ha incorporado algún gesto que haga referencia a los estilos de la mayoría que les dio la victoria: las mujeres negras”, apunta Marino. Recién en el umbral de entrada de su mandato, queda un largo camino por recorrer. Seguramente haya mucha tela por cortar.

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Vicky Guazzone di Passalacqua

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