¿Sabe usted qué es el “sexting”? Muchos escucharon por primera vez esta palabra días pasados, a propósito de los consejos del médico infectólogo José Barletta, en el marco del informe que todos los días brinda el Ministerio de Salud respecto de la pandemia. En esa ocasión, este especialista desaconsejó las relaciones sexuales tradicionales con gente que no fuera nuestra pareja habitual. “Es importante evitar encuentros sexuales con personas con las que no se conviva -dijo Barletta-. Porque el virus se transmite muy fácilmente por besos, también hay que evitar encuentros sexuales con personas que manifiesten síntomas como la fiebre, aunque sean nuestras parejas estables y vivamos con ellas”. El “sexting”, explicó el médico, puede ser el mejor método para un sexo seguro.
Porque en el “sexting”, y aquí adelantamos una definición, no hay intercambio frente a frente, sino a través de mensajes, videos y envío de material fotográfico íntimo. Sexo virtual, podríamos llamarle, una práctica cada vez más difundida, de la que los adolescentes son los principales usuarios.
Según explican los expertos en erotismo, la práctica en sí misma no tiene ninguna contraindicación. Todo lo contrario, puede ser una forma de contacto placentero que se suma a otras estrategias de goce de una pareja o de desconocidos que se comunican con este solo objetivo. La palabra clave en estos casos es “consenso”. Las dos o más personas que participen en el intercambio deben tener muy en claro que todos los mensajes, imágenes y/o videos que se utilicen dentro del marco de esa relación, no serán compartidos con otros, difundidos o publicados.
Porque este es el mayor y único riesgo del sexting, que lo que nació para ser disfrutado en la intimidad termine viralizado, publicado en páginas de internet o alimentando el material porno de un sitio dedicado al erotismo.
Nos hemos cansado de leer en estos años denuncias de famosos y desconocidos que se vieron multiplicados por millones en las redes. Series exitosísimas, como “13 Reasons Why”, mostraron todas las consecuencias de llevar a estado público las conductas íntimas de una persona.
El “grooming”, otra de las palabras inventadas en estos tiempos, que se refiere al acoso y abuso de adultos a menores a través de las redes sociales, también tiene una variante ligada al sexting donde se le pide a los chicos tomarse fotos íntimas y compartirlas.
Pero no sólo los abusadores son culpables de difundir este material. Una pareja enojada, un partenaire descuidado y hasta la pérdida del celular o el arreglo de la computadora, pueden precipitar las peores consecuencias del sexting.
Por eso, aunque el placer no siempre se lleve bien con la racionalidad, en este caso es necesario extremar las precauciones y pensar antes de actuar.
Consejos. “Sexteá con la cabeza” es el slogan de una campaña realizada por el sitio Faro Digital, dedicado a la educación en tiempos virtuales. “Mejor cubrirte ahora a no saber de qué disfrazarte después”, aconseja a los adolescentes esta web, alertándolos de la regla número uno del sexting seguro: no dar señales de identidad en el material que enviamos. Esto significa no fotografiarnos la cara o algún tatuaje o accesorio que pueda asociarse con nosotros. Y si bien son las mujeres las principales víctimas de delitos ligados a la utilización de material íntimo, Faro Digital advierte también a los varones de tomar las mismas medidas de seguridad. “#SexteaConLaCabeza es una invitación a explorar las sexualidades a partir de la tecnología sin dejar de cuidar una de las cosas más valiosas que tenemos: nuestra identidad”, explican los responsables del sitio.
Conocer a la persona con la que vamos a intercambiar material es también una forma efectiva de protegernos, y consensuar que después del intercambio todas las imágenes se borrarán de celulares, computadoras o nubes para archivo. También hay que acordar no usar redes de wifi de bares, hoteles o aeropuertos que sean fácilmente hackeables.
Celulares y computadoras deben estar limpios de programas intrusivos (malware) con buenos antivirus instalados.
Reparación. Una vez que el daño está hecho, también conviene saber cómo actuar. “La publicación no consentida de imágenes y videos íntimos por medios electrónicos es una forma de violencia de género en línea contra las mujeres heterosexuales y personas LGBTIQ+”, advierte el sitio “acoso.online”, proyecto independiente que brinda asesoramiento a víctimas de pornografía no consentida en 14 países de Latinoamérica y en España.
El primer paso que recomienda Acoso.online, es hacer la denuncia en las plataformas de internet, alegando como razón que el material es pornográfico, o privado o viola el derecho de autor (un recurso para lograr una respuesta más rápida).
El segundo paso es conocer la legislación, teniendo en cuenta que la divulgación no consentida de material íntimo es una violación de los derechos humanos. El tercer paso consiste en hacer la denuncia judicial, reuniendo evidencia, contactando -si es posible- a un abogado especializado o solicitando a la Justicia apoyo para llevar adelante el caso. El cuarto paso aconseja, en relación a la práctica del sexting, tomar el control de la tecnología, asesorarse, preguntar para no perjudicarse. No olvidar que el consentimiento es clave en todas las etapas de tratamiento del material. El quinto y último paso advierte que los efectos sobre las víctimas de la publicación de imágenes íntimas pueden ser devastadores y el aislamiento no es aconsejable. Cuanto más abiertamente se pueda hablar de estos temas, más posibilidades habrá de superarlos.
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