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CULTURA | 29-06-2021 18:41

Eduardo Sacheri: “En nombre de las mejores causas podemos ser persecutorios”.

En su séptima novela vuelve al paisaje de su adolescencia post dictadura. Libertad creativa, corrección política y el peligro de la cancelación.

Hace más de una década, el nombre de Eduardo Sacheri empezó a resonar en los medios. Aunque llevaba algún tiempo publicando cuentos y novelas, fue la adaptación al cine de La pregunta de sus ojos” (que cambió las primeras palabras por “el secreto”), lo que lo consagró para un público masivo. Dirigida por Juan José Campanella , tuve tanto éxito que me concedieron un Oscar a la Mejor Película Extranjera en 2010 .Lo que siguió fue un furor por el autor que revalorizó sus libros anteriores, pero también creó expectativa por aquellos por venir. Y ese Sacheri, creador de universos atrapantes en 600 páginas o en 20, amante de las historias de personajes sencillos y cotidianos, nunca dejó de satisfacer.

Licenciado en Historia, también ejerce como profesor para alumnos del secundario y no cuesta mucho imaginar el hechizo de sus clases. Un poco al modo de la influencia que produce la profesora Muzopappa en los alumnos de tercer año de “El funcionamiento general del mundo”, su última novela. “El deseo inicial era aterrizar en una época de mi vida y de la Argentina en la que todavía no había aterrizado, que era mi adolescencia y los primeros '80. Mis 15 años coinciden con el ‘83, como les pasa a los protagonistas. Tenía ganas de recrear ese año tan particular pero en un contexto doméstico, no el del final de la dictadura y la recuperación de la democracia en sus aspectos más grandilocuentes”, describe. El resultado es una novela que viaja entre los recuerdos de un padre ensimismado, que relata a sus hijos adolescentes cómo fue ese proceso en el marco de un torneo de fútbol. Y cómo ese juego puede convertirse en una muestra gratis o laboratorio de la vida. Porque sí, la afición eterna de Sacheri por el fútbol regresa aquí con especial peso, convirtiéndose casi en un personaje más.

fútbol

NOTICIAS: Que sus libros sean bestsellers instantáneos, ¿le da libertad o lo presiona?

Eduardo Sacheri: Creo que en principio da más libertad, como para estar tranquilo de que lo próximo que escriba, si lo quiero publicar, lo voy a hacer. Pero a la vez supongo que debo tener esta presión de querer corroborar qué piensan los demás de uno. Uno hace ese silogismo erróneo de “me leen, ergo, me quieren”, o al revés. De hecho, tomo la precaución de no mirar nunca los rankings. Siento que escribo lo que tengo ganas de escribir.

NOTICIAS:¿Ya los escribe con una mirada cinematográfica? Este último es muy visual.

Sacheri: En principio, no. Lo que pasa es que hay tres novelas que fueron al cine. Pero esta es la séptima, con lo cual hay otras tres que no lo hicieron. Para mí escribir una novela es muy complejo, todo un desafío. Si tuviese en el horizonte que también hay que ver la parte de adaptación cinematográfica, creo que me paralizaría. Lo que creo es que mi manera de escribir ficción tiene un criterio muy visual, pero porque tengo una manera muy visual de leer también. Hay quienes escriben a partir del devenir mental de un personaje o con un juego del lenguaje. Yo no hago ninguna de esas dos, en general me imagino un lugar donde hay gente que está haciendo cosas. Lo interpreto como contarte eso que estoy viendo y sospecho que eso favorece que quien lee genere esa construcción visual.

La odysea de los giles

NOTICIAS: En “ El funcionamiento general del mundo”, Candela representa la visión más “deconstruida” del presente. ¿Siente que como autor, en los últimos años, ha tirado abajo ciertos postulados que antes daba por ciertos?

Sacheri: Siento que sí me he ido deconstruyendo, pero no sé si es exactamente esa la palabra. Porque el propio concepto de deconstrucción me suena a que uno desarma una estructura y no construye otra. En todo caso creo que uno atraviesa un cambio de perspectiva, abandonando una y construyendo otra. Hecha esa aclaración, siento que sí he ido cambiando. Lo que a lo mejor en una época aceptaba como raro pero aceptable, como decir “tales fulanos son raros, pero no tengo problema con ellos”, hoy pienso “no son raros, son distintos a mí y punto”. Además, el hecho de tener hijos, con el propio transcurso de sus vidas y sus perspectivas, te pone en permanente discusión de aquello en lo que creés y ellos no. En el ámbito que sea. Sobre todo con mi hija, que tiene una actitud más francamente relacionada con algunos de los postulados del feminismo.

NOTICIAS: También tiene alumnos de secundaria que lo deben poner todo el tiempo frente a estos postulados nuevos.

Sacheri: Sí, sin duda. Lamentablemente, una de las consecuencias de la virtualidad es que se pierde toda esa otra comunicación que va en paralelo con el contenido específico que das. Porque arranco el Zoom y me pongo a hablar de la clase, terminamos y los despido. Esos tiempos supuestamente muertos que te da el aula son súper importantes para ese otro intercambio que también forma parte de la educación, aunque no tenga específicamente que ver con la materia.

NOTICIAS: Usted habló sobre el riesgo de la corrección política. ¿Siente que se están achicando los límites y las posibilidades para crear?

Sacheri: Siento que a lo largo de toda la historia, la libertad para pensar fue un bien escaso. Porque las culturas humanas ejercen una dosis muy fuerte de presión sobre la disidencia. No es algo de este momento, opera junto a nuestra humanidad, y por eso me parece que el peligro de la imposición de las unanimidades siempre está presente. Paradójicamente, vivimos en una época que declama el respeto a la disidencia, pero a veces incurre en prácticas opuestas. En nombre de las mejores causas también podemos ser extremadamente persecutorios de quien piensa distinto.

Eduardo Sacheri

NOTICIAS: Hoy existe la cultura de cancelación.

Sacheri: Como si los seres humanos tuviéramos dentro un reflejo muy peligroso de acallar lo que no coincide con nosotros. Hacemos que los demás la pasen peor y nos empobrecemos, porque la unanimidad empobrece. Si todos decimos y pensamos lo mismo, nadie piensa nada. Y sobre todo, nadie crea nada. Y uno va con cautela, porque te ligás piñas de todos lados. El otro día hablé sobre lenguaje inclusivo en el programa de Mirtha Legrand y me mataron dos días seguidos. Pero escuchá lo que dije, cómo lo dije y si no estás de acuerdo conmigo, bancátelo. Porque a mí no me molesta que el otro piense distinto, pero, ¿dónde está escrito que el otro tiene razón y yo no? Porque además eso genera el peligroso reflejo de autocensurarte.

NOTICIAS: ¿ Tiene la piel curtida o le da miedo exponerse?

Sacheri: Me da mucho miedo exponerme. Miedo, cansancio, me irrita que tergiversen lo que dije. Pero al mismo tiempo, pienso qué hacer. ¿Me callo la boca y dejo que esto siga en la dirección que a mí no me gusta? En la cancelación hay como un estado de sospecha permanente. Como si hubiera alguien que está todo el tiempo mirando sobre tu hombro, cerciorándose de que no te desvíes del buen pensamiento. Y es de un autoritarismo arduo.

El funcionamiento general del mundo

NOTICIAS: Además del fútbol, ¿cuáles diría que son sus otras obsesiones en la escritura?

Sacheri:  La relación entre sacerdotes e hijos aparece mucho. Las cuestiones éticas de qué es malo y qué es malo también. Estás tratando de comprender cómo el pasado se ajusta a lo que somos, esta relación temporal entre lo que fuimos y lo que fuimos y fuimos. Todo esto también está presente en mi vida. Siento que les escribo para preguntarme y responderme una y otra vez y estas preguntas.

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Vicky Guazzone di Passalacqua

Vicky Guazzone di Passalacqua

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