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CULTURA | 09-07-2021 15:06

El otro 9 de julio: las monarquías que no fueron

Desde una monarca española-portuguesa hasta un rey Inca. La historiadora Marcela Ternavasio cuenta sobre las ideas monárquicas durante la década revolucionaria.

La asociación del 25 de mayo de 1810 con la palabra “revolución” puede ser cuestionada. De esta misma forma, relacionar el 16 de julio de 1816 con el concepto de “república” puede ser igualmente discutido. Como explica Marcela Ternavasio, historiadora y autora del libro Historia de la Argentina 1806-1852, entre otros, lo extraño en esa época era la idea de una república, y no de una monarquía. “Lo excepcional era la república. La única república moderna que existía era la de Estados Unidos y tenía una corta vida”, cuenta Ternavasio. Mientras, toda Europa estaba regida por monarquías. Esto se ve reflejado en las ideas monárquicas de la década revolucionaria (1810-1820) en el Río de La Plata. ¿Cuáles eran y en qué consistieron?

Muchos conocen la anécdota de la propuesta de Belgrano en el Congreso de Tucumán en 1916 de tener un rey Inca, pero no tantos están al tanto de la trascendencia de esta idea y de que no fue la única vez en la que se evaluó la posibilidad de una monarquía constitucional como forma de gobierno.

El antecedente carlotino: cuando casi tuvimos una reina portuguesa. Las primeras señales de una posible monarquía en nuestro territorio ocurrieron a raíz de la invasión de Napoleón Bonaparte a España y Portugal. El rey Juan VI de Portugal y su esposa Carlota Joaquina de Borbón escaparon de Europa junto a los nobles y se instalaron en Río de Janeiro para huir de Bonaparte, pero Fernando VII de España no tuvo la misma suerte y el emperador francés lo tomó como prisionero. Esto dejaba al Virreinato del Río de La Plata y a todas las colonias españolas en América sin ningún rey.

Como cuenta Ternavasio, algunos criollos, que no veían con buenos ojos que hubiera un virrey sin un rey, querían aprovechar la oportunidad para establecer una monarquía en términos ilustrados en el Río de la Plata. Entre ellos estaban Manuel Belgrano, Juan José Castelli, Nicolás Rodriguez Peña e Hipólito Vieytes, que ven en Carlota Joaquina la posibilidad de obtener más libertades y gozar de una mayor autonomía. Carlota era la hermana de Fernando VII y, por lo tanto, una posible opción debido a sus lazos de sangre con la corona española. Ternavasio explica que la misma Carlota reclamaba su “legítimo derecho a la tutela y a cuidar la soberanía” de los territorios de su hermano el rey que estaba cautivo.  Ternavasio sostiene que estos reformistas ilustrados porteños buscaban “resguardarse bajo la legitimidad de la monarquía, porque creían en la monarquía, para lograr una autonomía que en el seno de la monarquía absoluta no tenían”.

El carlotismo siguió circulando en la Primera Junta de gobierno, luego del 25 de mayo de 1810, pero se fue disolviendo porque sus principales partidarios dentro de la Junta, Belgrano y Castelli, fueron enviados por el secretario de la misma, Mariano Moreno, que no era carlotista, a misiones bélicas a Paraguay y al Alto Perú. Con la ausencia de ambos, Moreno quedó a cargo de las negociaciones con los agentes de Carlota, pero intentó desarmar esta operación. En diciembre de 1810 Moreno fue desplazado de la Primera Junta y, con la ausencia de Belgrano y Castelli, el carlotismo pierde su protagonismo en el Río de la Plata.

 

El Directorio: En busca de un rey europeo. Cuando asumió Gervasio Antonio de Posadas como director supremo de las Provincias Unidas del Río de La Plata, envió en una misión diplomática a Belgrano y a Bernardino Rivadavia a Londres, donde ya se encontraba Manuel de Sarratea, para sumarse al llamado “Negocio de Italia”. Este consistía en negociar con Carlos IV, padre de Fernando VII, que se encontraba exiliado en Roma y que estaba en pésimos términos con su hijo mayor, la coronación de su hijo menor, el infante Francisco de Paula, como rey constitucional en el Río de La Plata. Carlos IV se mostró entusiasmado en un principio con esta propuesta. Sin embargo, la idea fracasó porque nadie esperaba que Napoleón se escapara de su destierro en la isla de Elba.

Después de esta hubieron varias misiones más. Ternavasio agrega que Carlos María de Alvear, cuando asumió en 1815 como director, a través del embajador británico en Brasil, prácticamente le entregó los territorios rioplatenses a la monarquía británica. Esta oferta, sin embargo, no fue aceptada.

 

Un monarca Inca. Durante el famoso Congreso de Tucumán de 1816, en donde se firmó la independencia el 9 de julio, Belgrano presentó un proyecto de nombrar a un rey Inca como monarca del Río de La Plata, del Alto Perú y del Perú. ¿Por qué un rey Inca? Según cuenta Ternavasio, esto resolvería el problema del linaje de sangre real. Además, se pretendía mezclar el linaje Inca con el de la Casa de Braganza de la corona portuguesa. Tenían la expectativa de que una dinastía incaica les abriera las puertas a mejores negociaciones con el Alto Perú. Esto sin considerar las serias conflictividades étnicas que la memoria del imperio incaico tenia entre las distintas etnias alto peruanas.

Este proyecto tuvo el apoyo de muchos diputados de las provincias. Incluso José de San Martín vio con buenos ojos la posibilidad de una dinastía autóctona. Los sectores más conservadores eran partidarios de esta idea, que era hegemónica en el Congreso Constituyente.

Sin embargo, quienes se oponían eran los porteños. La propuesta involucraba coronar al rey inca en Cuzco, que además sería la capital de la monarquía. Esto le quitaría poder a Buenos Aires. La prensa republicana en Buenos Aires se encargó, no solo de criticar la propuesta, sino de ridiculizarla.

Hasta el día de la caída del poder central en 1820 se estaba esperando que se concretara lo que el Congreso había resuelto entre octubre y noviembre de 1819, que era coronar como rey al Príncipe de Luca, un sobrino de Fernando VII. Este se debía casar con una princesa de Braganza.

Ni siquiera en la Constitución de 1819 figuraba el concepto de “república”. ¿Por qué, entonces, las ideas monárquicas no triunfaron? Ternavasio opina que el fracaso de las ideas de monarquías constitucionales en el Río de La Plata tuvo que ver con que la guerra revolucionaria desacralizó la figura de los reyes e identificó a las monarquías con el colonialismo. La idea de república que se termina imponiendo no tenía una forma muy definida en la cabeza de los criollos, pero lo que sí tenían en claro era la idea de autogobierno de los pueblos, y las ideas de autonomía y libertad.

 


*Natalia Gnes es alumna de la Escuela de Comunicación de Perifl.

por Natalia Gnes

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