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CULTURA | 04-08-2020 18:15

¿Es la gente común responsable de los crímenes del poder?

Una investigación sobre la posguerra en Europa volcada en el libro "Los amnésicos" por la periodista Géraldine Schwarz, se plantea esta pregunta. Una radiografía de la culpa.

Todos los años se publican decenas de libros sobre la historia y las consecuencias del nazismo en la política y el derecho de Occidente. Las biografías de sus líderes, las memorias de los sobrevivivientes de los campos de concentración, las estructuras del poder durante el gobierno de Adolf Hitler y el modo particular en que los alemanes iniciaron y participaron de la Segunda Guerra, han sido tema de cientos de películas, documentales, novelas y ensayos. Deben ser muy pocas las personas educadas en el mundo que no hayan oído hablar alguna vez de Auschwitz o Treblinka, de Joseph Goebbels o Adolf Eichmann, de la Gestapo o las SS. Sin embargo, hay un aspecto de ese período de la historia ―los 12 años que los nazis estuvieron en el poder― que no ha sido suficientemente tratado por la literatura y la historiografía: la intervención, por acción u omisión, de los ciudadanos comunes en la política de un gobierno que exterminó a 6 millones de personas, la mayoría de las cuales eran judíos.

 

Hitler en París

 

Esa reflexión que a los alemanes les costó tanto abordar al fin de la guerra, es el tema del libro de la periodista Géraldine Schwarz, “Los amnésicos. Historia de una familia europea” (Tusquets), que acaba de publicarse en la Argentina. En él, Schwarz que es hija un alemán y una francesa y vivió su infancia entre las dos culturas, se propone un ejercicio de la memoria que abarca a sus antepasados y al contexto en el que vivieron durante la hegemonía del nazismo.

“Quise escribir acerca de la importancia de recordar. Y, por lo tanto, tenía que empezar por recordar yo misma y hacer mi propio trabajo de memoria”, explicó la escritora a NOTICIAS, desde Berlín, la ciudad en la que actualmente vive.

 

Géraldine Schwarz

 

El texto recibió el premio al Libro Europeo 2018, y fue traducido a 12 lenguas. Su tema es de interés en cualquier país y frente a toda experiencia pasada y se resume en la pregunta: ¿qué responsabilidad tiene la gente común frente a los excesos y arbitrariedades del poder que los gobierna?

Pasado. El dato de la historia personal de Schwarz que dispara la narración es la compra a precio vil que su abuelo hizo de una compañía que pertenecía a la famila Löbmann. La operación se enmarcó en la avanzada sobre la población judía que orquestó el gobierno nazi, por la cual fue quitándoles uno a uno sus derechos y despojándolos de sus bienes hasta su deportación y exterminio.

 

Los amnésicos

 

Karl Schwarz, que no sentía ninguna simpatía por el régimen, se afilió al partido Nacional Socialista por conveniencia y se benefició con sus disposiciones. Los hermanos Löbmann, miembros de la colectividad judía, le vendieron a un precio bajísimo su empresa petrolera, con la esperanza de poder huir de Alemania con el dinero. Solo uno de ellos logró llegar a los Estados Unidos y reclamar, después de la guerra, el valor que les habría correspondido realmente por esa venta.

“El descubrimiento de esta operación fue muy importante para mí ―explica Schwarz―. Mis abuelos no eran monstruos, no tenían una posición importante en el Estado. Mi abuelo ni siquiera fue a la guerra. No tenía sangre en sus manos, pero tomó ventaja de la situación. Es una responsabilidad que no es fácil de definir”.

 

Colaboracionistas

 

En la escala de culpabilidad que establecieron los aliados a la hora de juzgar los crímenes del nazismo, la última categoría era la del “Mitläufer”, gente corriente, que no había cometido grandes crímenes, pero no estaba totalmente limpia de las tropelías del régimen. Karl, para Géraldine, era un “mitläufer”.

La periodista también analiza el rol de su abuela, que aunque no estaba afiliada al partido, amaba a Hitler. Un sentimiento que se explica, según Schwartz, en la miseria que sembró en Alemania la Primera Guerra y el tiempo de esperanza y bienestar que supuso a ascención del nazismo al poder. Una anécdota curiosa ilustra esta realidad. Su abuela pudo hacer un viaje de vacaciones por primera vez en su vida durante esa época; en un crucero por la costa de Suecia donde bailó, bebió y se divirtió como nunca antes. El Reich disponía de 6 barcos similares donde 700.000 alemanes disfrutaron de un lujo y un placer desconocidos para ellos hasta ese momento.

Esta siempre fue una explicación para el apoyo que tuvo el nazismo por parte de la población, aún cuando sus conductas criminales estaban a la vista.

¿Podía oponerse la gente común a la política antisemita? ¿No corrían el riesgo de ser también encarcelados y asesinados? Según Schwarz, no en los primeros tiempos del régimen, que se volvió mucho más paranoico y cruel a medida que perdía terreno en la guerra.

“Hoy es más fácil entender que la mayoría del tiempo tenés una opción ―explica la periodista―. Y hay que tomarla lo antes posible. Es mejor prevenir antes de que sea demasiado tarde. Eso puede verse en la actualidad con los gobiernos populistas. Una de las formas de decir 'no', era no comprar una compañía judía. El caso de mi abuela fue distinto y demuestra que el nazismo fue un gran sueño para mucha gente”.

Y frente a la excusa “no sabía lo que estaba pasando” de tantos alemanes, la periodista es tajante: era imposible no saber. No sólo estaban a la vista las estrellas amarillas, la violencia, los desalojos y las deportaciones. También se remataban las propiedades de los judíos y los objetos dentro de ella, evidencia inapelable de que los desalojados jamás iban a volver.

Memoria. Uno de los aspectos más interesantes de “Los amnésicos” es el detallado recorrido que hace, en los años posteriores a la guerra (tanto en Alemania como en Francia), de los acontecimientos relevantes en relación al reconocimiento de la culpa. En ambos países, la aceptación por parte de la población y de la dirigencia de la necesidad de enfrentar su responsabilidad, tuvo distintas etapas y supuso diferentes conflictos hasta llegar al día de hoy. Desde desconocer que muchos funcionarios del nazismo formaron parte de los gobiernos democráticos posteriores, hasta (en el caso de Francia) privilegiar el relato de una resistencia heroica por sobre la realidad de una colaboración vergonzante durante la ocupación alemana.

 

Konrad Adenauer

 

En ese sentido, algunas producciones culturales en los setenta, como el famoso documental “Shoah” de Claude Lanzmann o la serie “Holocausto” de Marvin J. Chomsky Gerald Green fueron muy importantes para que la gente conociera mejor la historia de la peor década del siglo XX.

Schwarz, que es muy dura al juzgar las actitudes de alemanes y franceses, concluye: “escribí este libro en 2016, shockeada por el Brexit, el crecimiento de Trump y el de la derecha en Francia. Pensé que era urgente que recordáramos de dónde veníamos para poder defendernos. El pasado es una experiencia que nos enriquece, nos hace fuertes. Tomar esa responsabilidad es muy importante para la democracia”.

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Adriana Lorusso

Adriana Lorusso

Editora de Cultura y columnista de Radio Perfil.

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