Es en vivo, es arte y no es teatro. Estos tres datos pueden servir de punto de partida para definir la más multiforme y cambiante de las prácticas artísticas: la performance.
Esta forma de experimentación que cruza a las diferentes artes visuales con el teatro, la palabra y el cine recibió su nombre en los Estados Unidos en los años '60, pero tiene muchos antecedentes en las vanguardias del siglo XX, especialmente en el dadaísmo y el futurismo. Y aunque su materia es la fugacidad, permanece en la memoria de los espectadores, en imágenes y filmaciones que siguen reproduciendo los efectos que quiso generar el creador.
Desde los trabajos fotográficos de Liliana Maresca, con tomas en estudio que luego son resignificadas en medios gráficos; a las grandes instalaciones de Marta Minujín en pleno auge de los “happenings”, la performance nacional también ha recorrido un largo camino con artistas notables.
La novedad hoy, en plena pandemia, es un proyecto reflejado en un sitio web -argentinaperformanceart.com- que se propone reconstruir la memoria de este arte en el país y, en tiempo presente, funcionar como un registro de las principales acciones llevadas adelante por artistas locales. La iniciativa está sostenida económicamente, en parte, con el apoyo del programa de Mecenazgo del gobierno de la ciudad de Buenos Aires, y en gran media, en las muchas horas de trabajo voluntario que realizan artistas e investigadores involucrados con el tema.
La autora del proyecto se llama Natacha Voliakovsky y es licenciada en Artes Visuales y performer. “Argentina Performance Art es una herramienta integradora, libre y gratuita -explica a NOTICIAS- que facilita el acceso a información detallada sobre la historia y el desarrollo de la práctica en Argentina, a una base de datos completa y en actualización constante sobre artistas de Performance Art y obras performáticas, y a material académico, periodístico y audiovisual sobre la disciplina”.
Convenciones. Una de las características de la performance es su deseo de romper con los hábitos y costumbres que estructuran el mundo del arte. En primer lugar, respecto de las instituciones que lo consagran, pero también en relación al valor económico que se asigna al trabajo artístico y al mercado en el que circulan las obras.
Así, las performances pueden ocurrir en cualquier parte y no necesariamente en los lugares establecidos por la cultura.
Suelen tener un significado en relación con el contexto social o contener mensajes críticos sobre cuestiones atemporales como el género, pero esta carga simbólica ha ido variando con el tiempo. “No siempre tienen un mensaje político -explica Patricia Rizzo, investigadora, curadora y editora, participante activa del proyecto Argentina Performance Art - Hay acciones que pueden no tener mensaje social, apelan a lo simbólico y utilizan un carácter representacional. La presencia misma del cuerpo en la obra en muchos casos habla de algún sentido que atraviesa a este, pero en otros casos y, más aún en la contemporaneidad, se utiliza como medio más allá del mensaje”.
Es Patricia Rizzo también la que responde a la pregunta por el sustento económico de una práctica que cuestiona la noción misma de mercado. “Inicialmente, la intención de muchos de los performers tenía un marcado carácter anti-mercantil. Con el tiempo perdió ese perfil ingresando en el mercado del arte a través de los registros de la actividad como fotografías, grabaciones y vídeos -explica la curadora-. Hay actualmente en el mundo muchos coleccionistas e instituciones que recopilan esos rastros y también muchas veces financian la producción de las acciones, a veces interesados en una temática o artista. En el pasado, era un arte que no podía ser vendido o comprado. Era una de las características de importancia, porque los artistas veían la performance como un medio para expresar su arte directamente al público, sin intermediarios”.
Obras. Alberto Greco, uno de los performers más radicales de la Argentina en los '60, hacía sostener a los habitantes del pequeño pueblo de España adonde vivía, carteles con su nombre, en un gesto que señalaba que cualquier imagen o situación podía considerarse arte. Su mensaje se extendió hasta la escena de su suicidio, cuando escribió sobre la pared del cuarto en el que agonizó “Esta es mi mejor obra”, y la palabra “fin” en la palma de su mano.
Otro performer notable de Argentina fue Federico Peralta Ramos, muy recordado por sus delirantes intervenciones en el programa de Tato Bores. La anécdota más famosa que lo involucra tuvo lugar en el año 1968, cuando ganó la Beca Guggenheim. El mismo día que recibió el dinero, se lo gastó en una cena en el hotel Alvear para 25 personas y una posterior incursión en una disco de la época. Cuando la institución se lo reclamó, él les envió la siguiente explicación: “Ustedes me dieron esa plata para que yo hiciera una obra de arte, y mi obra de arte fue esa cena. Leonardo pintó 'La última cena', yo la organicé”,
La instalación “La familia obrera” de Oscar Bony, se expuso en 1968 en el Instituto Di Tella, en el marco de una muestra colectiva llamada “Experiencias 68”, que fue clausurada por el gobierno de Onganía. En la obra de Bony, tres integrantes de una familia real, se sentaban en una tarima. Al lado, había un cartel que decía “Luis Ricardo Rodríguez, matricero de profesión, percibe el doble de lo que gana en su oficio por permanecer en exhibición con su mujer y su hijo durante la muestra”. La instalación desató una polémica política que involucró tanto a la izquieda como al peronismo.
Con muchos años a cuestas, las performances de hoy no generan debates tan encarnizados pero siguen causando el asombro. A nivel internacional, se destacan nombres como los de Marina Abramovich, Tania Bruguera, Regina Jose Galindo, Chris Burden y Ana Mendieta; y en la Argentina, los de Mónica García Cicero, Norberto José Martínez, Cristina Coll y muchos otros. De todos ellos se propone brindar información la plataforma Argentina Performance Art.
“Nuestro objetivo es ser una fuente de consulta sobre la performance en la Argentina, su desarrollo a lo largo de la historia, sus principales exponentes, obras emblemáticas y estado en la actualidad -explica Natacha Voliakovsky-. Es un archivo en construcción, por eso le llamamos archivo activo. Hay un área de investigaciones, otra sección que se llama 'Artista Señalado', en la que recorremos el trabajo de algún artista o colectivo nacional o internacional. Y en 'Performers Unidos' damos un gran listado de argentinos que hayan realizado performance art en el país”.
La información se completará, vuelta a la normalidad mediante, con una agenda de la disciplina aquí y en el exterior.
Un modo de volver poner en primer plano un arte cuyo tiempo siempre será el futuro; eternamente empeñado en cambiar nuestra mirada sobre el mundo.
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