“El Festival es muy distinto a los demás y está bien que así sea. El Festival de Cine de Mar del Plata lo que lo distingue es su relación con el público. Hay otros festivales que funcionan más para la industria, para la prensa, para la alfombra roja, pero no hay cercanía, participación y cultura compartida con los directores quedándose después de presentar la película. Creo que en eso hay una cinefilia que participa en el festival, hay una falta de prejuicio para acercarse a propuestas muy distintas y una cercanía con el cine que se siente y que los invitados quieren volver”, expresó Fernando Juan Lima, presidente del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata.
El único festival de cine Clase A de Latinoamérica, clasificado por la Federación Internacional de Asociación de Productores Cinematográficos (FIAPF), celebrará su 38º edición este jueves 2 hasta el domingo 12 de noviembre con un conjunto de más de 150 películas de todas las duraciones y todos los formatos. Como es costumbre, en este evento se realizarán varias decenas de charlas, presentaciones de libros y debates, con el objetivo de dar un refugio al cine, en un momento en el que el paradigma de ver películas en pantalla grande, por los canales comerciales habituales, se encuentra en decadencia. Este año el Teatro Auditorium, las seis salas del Paseo Aldrey, el Espacio Unzué y Chauvín Centro de creación, sumado el Teatro Colon, serán las sedes de exhibición.
El encuentro tendrá como eje los 40 años de democracia y se iniciará con la proyección con la versión restaurada de “Hombre de la esquina rosada” (1962), dirigida por René Mugica, basado en el cuento homónimo de Jorge Luis Borges. La clausura será diez días después con “Hojas de otoño”, el más reciente trabajo de Aki Kaurismäki. “Hay un recorte que apunta a varias cosas al mismo tiempo. Por una parte, estar atentos a lo que está pasando en el mundo, a lo nuevo y a lo contemporáneo y, por otro lado, las diversas miradas. Al mismo tiempo, estamos pensando en el cine histórico, por eso hay un lugar destacado para focos, retrospectivas y películas restauradas. En ese sentido, hay que encontrar ese equilibrio. El dato común es que se trata de buenas películas y directores interesantes”, señaló el máximo titular del festival, en diálogo con Noticias.
Entre las propuestas más recomendables de este certamen se pueden mencionar “Cerrar los ojos”, de Víctor Erice; “El libro de las soluciones”, de Michel Gondry; “Eureka”, de Lisandro Alonso; “Mixtape La Pampa”, de Andrés Di Tella;” In Our Day”, de Hong Sangsoo; “La bestia”, de Bertrand Bonello; “La práctica”, de Martín Rejtman, y “La sociedad de la nieve”, de Juan Antonio Bayona. “Lo que viene pasando desde hace años es que tenemos un público creciente y apuntar a toda clase de espectador. Una programación que atraiga al arco más grande posible. Sea apoyando al cine argentino, en todas sus formas, estilos y búsquedas; o reflejar lo mejor del año cinematográfico”, explicó Pablo Conde, director artístico del festival y programador de la clásica sección Hora Cero.
“Los festivales se volvieron un lugar de resistencia real, siempre lo fueron, pero ahora es muy notorio, porque mucha buena parte de lo que se exhibe en festivales no se estrenan en sala. Es la oportunidad de ver algún film que quizás nunca se estrenen en nuestro país. Tanto el cine de autor, como el cine latinoamericano, europeo o asiático, no tiene el impacto que solía tener. Primero que son pocas las películas que se estrenan de esas latitudes y después no atraen tanto al público como solían serlo. Los festivales se volvieron sitios seguros para ir a buscar esas películas”, declaró Conde. La programación mantendrá sus siete apartados competitivos Internacional, Latinoamericana y Argentina, tanto para cortometrajes y largometrajes, Estados Alterados y Work in Progress. Además de las secciones temáticas habituales, aunque reducidas en cantidad de títulos.
El certamen Internacional tendrá once películas, tres de ellas locales y exhibidas en carácter de premiere mundial. “Elena sabe”, adaptación del libro homónimo de Claudia Piñeiro dirigida por Anahí Berneri, protagonizada por Mercedes Morán y Érica Rivas; “Partió de mí un barco llevándome”, realizada por Cecilia Kang, inspiradas en hechos históricos; y la ópera prima “Las almas” de Laura Basombrío que propone un viaje onírico hasta la cosmogonía de sus ancestros. Por su parte, la Competencia Latinoamericana tendrá nueve producciones de toda la región, incluyendo tres argentinas. “El castillo”, de Martín Benchimol; “El viento que arrasa”, Paula Hernández y “Las cosas indefinidas”, de María Aparicio. Además de los premios oficiales, estos films competirán por los Premios especiales SIGNIS y de la Asociación de Cronistas Cinematográficos de Argentina, sumándose los premios de las distintas asociaciones de profesionales del séptimo arte.
“El festival es impensable, sin estado de derecho y sin democracia. El festival comenzó en 1954 y estamos en el 2023 y vamos por la edición número 38. La realidad se necesita libertad absoluta, un marco de diversidad que en otros tiempos no se toleraba y por eso este año festejamos los 40 años de democracia lanzando un libro, que tiene que ver con el fin de la censura. Es la primera vez que tenemos cuatro décadas sin censura institucional. Esto debería ser algo que corresponde, pero en nuestro país es toda una novedad desgraciadamente”, detalló Lima y agregó: “Hay un acento argentino y latinoamericano, también una mirada. No es sano que el cine que podamos conocer llega de una mirada y un recorte eurocéntrico. No es mejor ni peor, es distinto. Es importante que el festival no sea un replicador de los modelos de Cannes o Berlín. Es un ecosistema porque el festival tiene un diálogo y un apoyo en otros festivales”.
“Este año tenemos el foco en la obra de Adolfo Aristarain, al que le entregamos un premio a la trayectoria a quien es un número uno de nuestro cine. Nuestro cine, no importa cuando, siempre está vivo”, declaró Conde y añadió: “La falta de democracia trae a la mano la falta de voces. El silenciar. El festival se dejó de hacer en periodo dictatorial y se volvió hacer en democracia porque era una necesidad. Pensar el cine es pensarnos. Celebramos los 40 años de cine sin censura”. Por ese motivo, los habituales cortos institucionales que se exhiben de manera rotativa en la previa de cada proyección tendrán como materia prima algunos de los materiales prohibidos durante las dictaduras y que se recuperaron del archivo del Ente de Calificación Cinematográfica y cuya digitalización estuvo a cargo de Cubic, Argentina Sono Film y la Sociedad por el Patrimonio Audiovisual.
Se estima que el año pasado el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata concurrió un número cercano a doscientos mil espectadores, entre todas las sedes y pantallas abiertas de los distintos sitios de la ciudad balnearia. Incluso, sin haber comenzado el evento, la preventa de entradas está agotadas y se vendieron en su totalidad en cuestión de horas. El presidente del festival, Fernando Juan Lima, reflexionó: “Mar del Plata ocupa un lugar en nuestra cultura y en nuestro imaginario. Se construyo una cercanía con los espacios y una formación de un público, que ha ido generando probar cosas nuevas y que el público absolutamente heterogéneo ha acompañado. Cuando alguien del público hace una pregunta a un director, busca una respuesta. Hay algo muy llano y cercano entre el espectador y el artista que es único de Mar del Plata”.
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