El antiguo Egipto vive un renovado auge en la escena cultural, una auténtica “edad dorada” de interés arqueológico y museográfico. La muestra del Museo Nacional de Bellas Artes, recién inaugurada, convoca desde su apertura multitudes fascinadas por la potencia simbólica de una civilización milenaria, el enigma de sus rituales y el magnetismo de sus faraones. Al mismo tiempo, en Nueva York se realiza una de las exposiciones más ambiciosas del último siglo con el mismo tema. Un recorrido monumental que reúne elementos significativos y ofrece experiencias inmersivas que reavivan la atracción para públicos de todas las edades.
Como si este doble impulso no fuera suficiente, el mundo asiste además a la inauguración del Gran Museo Egipcio, un hito largamente esperado que promete redefinir el modo en que se conserva, interpreta y exhibe uno de los patrimonios más vastos del planeta. Con sus salas de última generación y su narrativa renovada, el flamante museo se erige como el eje de un fenómeno global que confirma que, lejos de agotarse, el legado del antiguo Egipto sigue despertando fascinación.

Egipto en New York
El Museo Metropolitano de Arte inauguró “Divino Egipto”, una selección que reúne cerca de 250 piezas que ponen en relieve a algunas de las deidades más enigmáticas del planeta. Abierta al público hasta el 19 de enero de 2026, la exhibición brinda una perspectiva poco habitual sobre cómo los egipcios de la antigüedad concebían, veneraban y convivían con su religión politeísta.
En palabras de Diana Craig Patch, curadora de arte de la institución: “El paisaje divino del antiguo Egipto está repleto de dioses; de hecho, unos 1500 si los contamos todos. Esta exposición se centra en 25 de las principales deidades”, declaró.
La propuesta subraya que las imágenes sagradas funcionaban como intermediarios activos entre el mundo terrenal y el ámbito divino. El recorrido permite seguir la evolución de figuras como Horus, Sakhmet y Osiris a lo largo de milenios, en paralelo con transformaciones vinculadas a creencias, estructuras de poder y dinámicas políticas.
Para los especialistas del MET, la vigencia de la propuesta reside en su capacidad para vincular al público actual con interrogantes atemporales. “La civilización egipcia es una de las más estudiadas y admiradas, y sus dioses eran la forma en que abordaban los grandes interrogantes de la existencia”, señaló la curadora. El montaje propone reflexionar sobre cómo, mediante múltiples relatos y representaciones, los egipcios intentaron comprender la vida y la muerte, una búsqueda que mantiene resonancia en nuestro tiempo.

Al pie de las pirámides
El 1 de noviembre, tras casi veinte años de obras, quedó inaugurado el Gran Museo Egipcio (GEM) con un acto histórico, fastuoso y sin precedentes, que contó con la presencia de 39 jefes de Estado, monarcas y príncipes de distintos países, además de cientos de figurantes vestidos como antiguos egipcios.
La apertura comenzó destacando el carácter universal del Antiguo Egipto y la cooperación internacional que permitió levantar el enorme complejo, especialmente el apoyo de Japón, responsable de financiar la estructura triangular de vidrio inspirada en las pirámides de Keops, Kefrén y Micerino. Situado en la meseta de Guiza, demandó cerca de 1.200 millones de dólares y conserva unos 100.000 objetos pertenecientes a las treinta dinastías faraónicas.
Para dimensionar su escala, el conjunto abarca 500.000 m², el doble del Museo del Louvre y más de dos veces y media el Museo Británico. Durante la colocación de la piedra final, el presidente egipcio, Abdelfatah Al Sisi, subrayó que “el silencio de las piedras no solo recuerda el pasado, sino que ilumina el futuro”.
Al ingresar, los visitantes son recibidos por una colosal estatua de once metros de altura de Ramsés II, tallada en granito. La figura del faraón que gobernó casi setenta años, hace más de tres milenios, fue hallada en 1820 cerca de un templo en la antigua Menfis y permaneció frente a la estación central de trenes de El Cairo, desde 1954 hasta 2006, antes de su ubicación definitiva en el GEM. Entre los numerosos tesoros que albergan sus salas figuran piezas procedentes de la tumba de Tutankamón, descubierta en 1922 por el arqueólogo británico Howard Carter.

Antiguo Egipto en Bellas Artes
El 18 de noviembre abrió la muestra antológica “Ciencia y fantasía. Egiptología y egiptofilia en la Argentina”, curada por los investigadores Sergio Baur y José Emilio Burucúa. Como reflejo del interés histórico y artístico que el Egipto faraónico despertó en la cultura nacional, se exhiben más de 180 piezas. Sarcófagos auténticos, papiros, estatuillas, máscaras funerarias, figuras, calcos de esfinges y bustos, vasijas, amuletos y piedras con jeroglíficos, junto con un amplio corpus de documentos, libros, revistas, afiches y fotografías que podrán visitarse hasta el 1° de marzo de 2026.
Andrés Duprat, director del MNBA, destaca: “En la Argentina, es la primera vez que se reúnen piezas tan significativas del Antiguo Egipto, provenientes de más de veinte instituciones públicas y privadas, una selección que da cuenta de la riqueza de las colecciones egipcias de nuestro país e ilustra el interés que la antigua cultura ha generado en intelectuales, científicos, artistas y aficionados desde hace más de dos siglos”.

El recorrido se organiza a partir de las fotografías del viaje a Egipto que realizaron María Teresa Ayerza y Alfredo González Garaño, en 1925. Desde 1922, año del hallazgo de la tumba de Tutankamón, ambos integrantes de una elite ilustrada, se sintieron atraídos por conocer los secretos de la cultura que habitó las orillas del Nilo. Ella -hija del pionero de la fotografía Francisco Ayerza- se preocupó por dejar testimonio de la travesía y gracias a este gesto se pueden ver numerosas imágenes, que hoy pertenecen a la Academia Nacional de Bellas Artes, en uno de los exhibidores.
El montaje también evidencia la atracción que el Egipto antiguo generó en intelectuales, artistas y científicos argentinos. Figuras como Dardo Rocha, Lucio V. Mansilla y Oliverio Girondo se sintieron atraídos por esa cultura tan lejana a nuestro país. Así, en diversas vitrinas, se exhiben los 24 arcanos de tarot diseñados por Xul Solar, un ejemplar de “El escarabajo” de Manuel Mujica Láinez y el libro de viajes de Jorge Luis Borges y María Kodama. También se presentan manifestaciones artísticas influenciadas por esta tradición: el afiche del film “Cleopatra era Cándida” con Niní Marshall, fotografías de Facundo de Zuviría sobre edificios porteños como el cine Luxor, el audio de la canción “Tut–Ankh-Amon” grabada por Carlos Gardel e imágenes de la última puesta de la ópera “Aída” en el teatro Colón.
Todo demuestra que en este revitalizado fervor global la atracción por la tierra de los faraones sigue intacta y convoca nuevas generaciones a descifrar su eterna fascinación.

Inmersión en el Nilo
A las muestras mencionadas con anterioridad, se sumó en estos días el espectáculo de realidad virtual “El horizonte de Keops. Una expedición por el antiguo Egipto” que podrá verse durante el verano en La Rural.
La experiencia promete “ingresar al corazón de la Gran Pirámide de Guiza y viajar en el tiempo hacia una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo: un viaje para sentir, caminar, explorar, y dejarse atravesar por una de las civilizaciones más fascinantes de la historia. La tecnología nos permite cruzar un umbral imposible en la vida real: descubrir pasadizos ocultos, asomarte a cámaras ancestrales y vivir de cerca una maravilla que cambió para siempre la forma en que entendemos el mundo. Una aventura creada para que grandes y chicos vivan el Egipto Antiguo como si estuvieran ahí”.
Con el apoyo de la Universidad de Harvard, la muestra combina los datos históricos con el entretenimiento. La tecnología permite caminar por el interior de las pirámides como si estuviéramos allí.
















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